La OIT es una agencia especializada de lasNaciones Unidas
ILO-es-strap

GB.274/4/2
274.a reunión
Ginebra, marzo de 1999


CUARTO PUNTO DEL ORDEN DEL DIA

Respuesta de la OIT a la crisis financiera
en los países de Asia oriental y sudoriental

Evolución de la crisis financiera asiática y determinación
de las necesidades y respuesta en materia de políticas

Indice

I. Introducción

II. Evolución de la crisis, sus causas y sus repercusiones

  1. Se agrava la crisis
  2. Previsiones de agravamiento y contagio
  3. Las causas de la crisis

III. Consecuencias sociales de la crisis

  1. Empleo y niveles salariales
  2. Pobreza
  3. Las trabajadoras
  4. Trabajo infantil
  5. Trabajadores migrantes

IV. Definición de la respuesta política de la OIT a la crisis

Anexo


I. Introducción

1. En noviembre de 1998, el Consejo de Administración celebró una discusión acerca de las actividades de la OIT en respuesta a la crisis financiera en Asia oriental y sudoriental sobre la base de un documento elaborado por la Oficina(1) , y solicitó un análisis más exhaustivo de las causas y consecuencias de la crisis, incluido un examen de las relaciones entre la OIT y las instituciones financieras internacionales y regionales, así como de los medios para promover un diálogo y una mejor colaboración entre dichas instituciones y la OIT. El Consejo de Administración también pidió que se le proporcionara una visión más precisa de las actividades de la OIT con el fin de evaluar la estrategia seguida hasta la fecha por la Organización para responder a la crisis y el camino que debería seguir en el futuro.

2. Este documento es el primero de los dos que se destinan a proporcionar al Consejo de Administración una base para una discusión más profunda. En el segundo documento, titulado Acción de la OIT en respuesta a la crisis financiera asiática(2) , se examinan las medidas concretas adoptadas por la OIT y sus mandantes durante los 18 meses transcurridos desde que se iniciara la crisis.

3. En el presente documento, se comienza realizando un análisis de las causas y consecuencias de la crisis y de sus repercusiones sociales y sobre el mercado de trabajo (secciones II y III). Posteriormente, se procede a analizar las respuestas políticas nacionales en los países más afectados (República de Corea, Tailandia e Indonesia) y cómo han influido las prescripciones políticas del FMI sobre los resultados internos. El documento concluye con una discusión relativa al escaso desarrollo de las instituciones sociales y a la importancia que se concede a la asistencia de la OIT en este ámbito. Aunque en el documento se hace referencia en gran parte a la situación imperante en estos tres países, también se abarcan otros países de la región. Al enumerar países y zonas, cuando se consideró necesario para evitar la confusión, Hong Kong, China y Taiwán, China, se citaron simplemente como Hong Kong y Taiwán.

4. En aplicación de su política de asociación activa, las relaciones de la OIT con sus mandantes en la región de Asia y el Pacífico han sido el principal factor por el que se guió la respuesta de la Organización para hacer frente a la crisis. En diciembre de 1997, la Duodécima Reunión Regional Asiática instó a la OIT a que analizara la crisis para determinar cuál sería la respuesta de la Organización. La Reunión de alto nivel sobre las respuestas sociales a la crisis financiera en los países de Asia oriental y sudoriental (Bangkok, abril de 1998) identificó cuatro prioridades principales para la acción de la OIT, que el Consejo de Administración confirmó durante su reunión del mes de noviembre:

a) la protección social;

b) el empleo, el desarrollo de la empresa y las políticas de mercado de trabajo;

c) la promoción del diálogo social;

d) la promoción de los convenios de la OIT.

5. Para la OIT, la Consulta regional para Asia sobre el seguimiento de la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Social (Bangkok, 13-15 de enero de 1999) es la fuente de información más reciente que le sirve de guía. En esta reunión se destacó la importancia fundamental del pleno empleo libremente escogido, objetivo que hace que resulten esenciales el regreso al crecimiento económico y una reformas que permitan lograr la estabilidad macroeconómica. En esta reunión se subrayó también la importancia de unas instituciones sociales fuertes, incluidas las instituciones para el diálogo social, cuando se trataba de conservar tanto la cantidad como la calidad de los empleos.

6. Aunque los mandantes de la Organización en la región han expresado claramente cuáles eran las áreas prioritarias para la acción de la OIT, es importante destacar la importancia del marco normativo de la OIT y de la capacidad técnica existente. Los convenios y recomendaciones de la OIT representan el consenso de sus mandantes respecto de los criterios normativos que han de aplicarse al mercado de trabajo y a los problemas sociales. Ofrecen una fuente flexible de orientación para abordar estos problemas. Los convenios de la OIT revisten especial importancia ante la conciencia creciente de que la debilidad de las instituciones sociales y del mercado de trabajo en la región asiática ha influido de manera importante sobre las dificultades padecidas por los trabajadores y sus familias. Estas debilidades institucionales, que las normas fundamentales de la OIT podrían ayudar a resolver, han contribuido a originar la crisis y han agravado sus consecuencias negativas.

7. Después de la 273.ª reunión del Consejo de Administración (noviembre de 1998), la OIT publicó en el mes de diciembre un estudio monográfico titulado The Asian financial crisis: The challenge for social policy (La crisis financiera de Asia: El reto para la política social)(3) , en el que se analizan las repercusiones sociales de la crisis financiera asiática y sus implicaciones políticas. Las cuestiones políticas planteadas revisten importancia no sólo para los países asiáticos afectados por la crisis, sino también para las demás economías nacientes que se enfrentan a retos similares en una época de rápida mundialización de la economía y de las finanzas. Se ha publicado un resumen de este libro para la presente reunión del Consejo de Administración(4) .

II. Evolución de la crisis, sus causas y sus repercusiones

1. Se agrava la crisis

8. El informe técnico preparado para la Reunión de alto nivel sobre las respuestas sociales a la crisis financiera en los países de Asia oriental y sudoriental de abril de 1998 vaticinaba un empeoramiento de la crisis. Las estimaciones para finales de 1998 muestran su mayor profundidad y duración y el alcance del contagio. En mayo de 1998, el FMI preveía para los cuatro países afectados (Tailandia, Indonesia, Malasia y la República de Corea) una contracción media de sus economías del 2,7 por ciento para el año 1998. En noviembre de 1998, revisó sus previsiones quedando en una contracción del 10,6 por ciento. Las previsiones para el año 1999, que calculaban un crecimiento positivo del 2,5 por ciento también hubieron de revisarse, previéndose ahora una contracción del 1,4 por ciento. Según los cálculos del Banco Mundial, ha desaparecido el 18 por ciento del PIB de estos países. El contagio se extiende por toda la región, registrando Singapur por primera vez un crecimiento negativo, Japón una contracción del 3 por ciento y China un descenso de las previsiones de crecimiento para 1999 del 9 al 7 por ciento. La economía mundial también se ve afectada, calculándose ahora que el crecimiento mundial se ha reducido a la mitad, pasando del 4 al 2 por ciento para 1998. Aunque la situación de indicadores financieros tales como las divisas y las acciones están comenzando a mejorar, son escasos los indicios de una recuperación real en términos de empleo o producción. Las repercusiones sociales de la crisis se han hecho enormes, con un rápido crecimiento del desempleo, el subempleo y la pobreza.

2. Previsiones de agravamiento y contagio

9. En los cuadros 1 y 2 puede observarse la evolución de la crisis. Tailandia pasó de un crecimiento del 8 por ciento de su producción manufacturera en el segundo trimestre de 1997 a una contracción del 4 por ciento en el tercer trimestre, un descenso del 12 por ciento. La contracción siguió aumentando hasta el segundo trimestre de 1998, momento en que la disminución de la producción manufacturera alcanzaba el 15 por ciento. El FMI preveía que el PIB de Tailandia se contraería un 8 por ciento durante 1998, pero las cifras correspondientes a los tres primeros trimestres para la producción manufacturera indican una contracción aún más importante, que se espera se mantenga durante los dos o tres primeros trimestres de 1999, alcanzándose un crecimiento positivo tan sólo durante el último trimestre de ese año y en el año 2000.

10. El contagio económico financiero y real alcanzó a Indonesia, la República de Corea, Malasia y Hong Kong, China, durante el primer trimestre de 1998, unos seis meses después de afectar a Tailandia. En el tercer trimestre de 1998, la economía indonesia había sufrido la mayor contracción, un 17 por ciento, seguida por Malasia y Corea, con un 9 y un 7 por ciento, respectivamente, y Hong Kong, con una contracción del 7 por ciento. Durante el último trimestre de 1998, la rupia indonesia había tocado fondo, pero los mercados de acciones siguieron descendiendo. Como resultado de ello y de las incertidumbres políticas, se calcula que la economía indonesia se contrajo un 15 por ciento durante 1998, y se prevé que sea la última de las economías afectadas en recuperarse, alcanzando un crecimiento positivo tan sólo en el año 2001.

11. La economía de la República de Corea ha seguido la misma trayectoria que la economía de Tailandia. Tanto el won como el baht experimentaron una importante recuperación durante el tercer trimestre de 1998, al igual que los precios de las acciones en ambos países, si bien los precios de las acciones tailandesas fueron los que registraron la caída más importante. Se calcula que la economía coreana se contrajo un 8 por ciento en 1998, y se espera que se contraiga un 1 por ciento adicional en 1999, logrando tan sólo en el año 2000 un escaso crecimiento.

12. Malasia optó por el control de los pagos al exterior a fin de limitar las consecuencias de una política fiscal y monetaria expansiva sobre sus balanzas exteriores. El ringgit malayo y los precios de las acciones se habían recuperado en gran medida durante el tercer trimestre de 1998. Se calcula que la economía malaya se ha contraído un 8 por ciento durante 1998, y se espera que se contraiga otro 2 ó 3 por ciento adicional en 1999, logrando a duras penas un crecimiento positivo en el año 2000.

13. El contagio alcanzó a Hong Kong, Singapur y Filipinas. La moneda de Hong Kong no se depreció, pero los precios de sus acciones descendieron rápidamente durante el tercer trimestre de 1998. De acuerdo con el cuadro 1, se calcula que la economía de Hong Kong se contrajo un 5 por ciento durante 1998, y se prevé una contracción de un 2 por ciento adicional durante 1999, alcanzándose un crecimiento positivo tan sólo en el año 2000. En Singapur, tanto la moneda como los precios de las acciones descendieron rápidamente. En el cuadro 1 se puede ver que la economía de Singapur se estancó en 1998, y se prevé una contracción del 1 por ciento durante 1999, y posteriormente una recuperación hasta alcanzar un crecimiento positivo durante los tres años siguientes. La economía de Filipinas presentaba un crecimiento relativamente menor, que aun se redujo más durante los tres primeros trimestres de 1998. Aunque se produjo una importante recuperación del peso durante el segundo trimestre de 1998, los precios de las acciones siguieron cayendo, y sólo comenzaron a tocar fondo durante el tercer trimestre. Con arreglo a las previsiones, la economía de Filipinas experimentará un estancamiento o un comienzo de contracción durante 1998, alcanzando con dificultad un crecimiento positivo en 1999 (véase cuadro 1).

14. China es un importante socio comercial de las economías afectadas que también se ha visto alcanzado, descendiendo las previsiones de crecimiento del 9 por ciento al 7 por ciento durante 1998, sin que se vislumbre un aumento hasta el año 2002 (cuadro 1). La economía japonesa se contrajo durante los tres primeros trimestres de 1998, y se prevé una contracción del 3 por ciento para todo el año, situación sin precedentes durante los últimos 50 años. Con sus fuertes vínculos comerciales en la región, la economía japonesa repercute con fuerza sobre todas estas economías debilitadas.

15. De este modo, la crisis se agravó durante 1998, según se indica en las últimas previsiones registradas para el tercer trimestre, que muestran una mayor contracción en todos los países excepto Tailandia. También el alcance geográfico de la crisis se amplió, alcanzando durante 1998 a la totalidad de la región del este y el sudeste asiático, y observándose una repercusión a escala mundial.

3. Las causas de la crisis

16. Hoy se considera que varios factores han causado, y posiblemente agravado, la crisis en Asia. El primero y más evidente es una política macroeconómica inadecuada. Un tipo de cambio sobrevalorado y estabilizado disminuye la competitividad de las exportaciones, lo cual propicia un déficit por cuenta corriente y reduce las reservas de divisas. Esto da lugar a una depreciación del tipo de cambio, pese a que el gobierno trata de mantenerlo acudiendo de nuevo a las reservas de divisas, hasta que se renuncia a la estabilidad. El régimen de inestabilidad del tipo de cambio provoca la salida de capitales al exterior. La deuda creciente en divisas ocasiona un aumento de las obligaciones de los bancos y de las empresas, causando una crisis de liquidez y provocando el cierre de empresas, una disminución del crecimiento y la supresión de puestos de trabajo. Esto fue lo que ocurrió inicialmente con el baht tailandés, a mediados de 1997. De ser ésta la causa principal, la política que ha de seguirse lógicamente es la de evitar que se produzca una espiral de devaluación de la moneda e inflación. Ello exigiría una reducción de los déficit por cuenta corriente y de los déficit presupuestarios a través de unas políticas monetaria y fiscal restrictivas, y especialmente acudiendo a tipos de interés elevados y a severos controles del crédito.

17. Otro factor que contribuyó a la crisis asiática ha sido el pánico financiero. Los bancos de Tailandia, y especialmente los de Indonesia, contrajeron deudas a corto plazo y sin cobertura en los mercados internacionales, y concedieron préstamos a largo plazo al sector empresarial a cambio de acciones sobrevaloradas a consecuencia de la especulación alcista. Los bancos y el sector empresarial estaban muy endeudados. Cuando los inversores de cartera consideraron que el régimen de tipos de cambio era insostenible, cedieron al pánico, acabando con el importante flujo de capitales hacia el interior y creando un flujo hacia el exterior. El pánico se convierte entonces en una predicción que acarrea su propio cumplimiento, ya que su origen es que los inversores a corto plazo retiran su capital a los prestatarios endeudados pero solventes en un entorno en el que no existen prestamistas de última instancia que puedan ayudar financieramente a estos últimos. Esto desemboca en una crisis de liquidez para los bancos y el sector empresarial, con cierres de empresas y recesión económica. Puesto que la falta de un importante prestamista de último recurso desempeña un papel fundamental en el pánico, la prescripción implícita en materia de política macroeconómica es la de proteger la economía actuando como prestamista de último recurso y proporcionando tranquilidad. Esto fue lo que ocurrió en México en 1995, cuando la devaluación del peso provocó una situación en la que el Gobierno era incapaz de refinanciar su deuda a corto plazo en dólares y se encontraba al borde de la suspensión de pagos. Los Estados Unidos y el FMI aportaron una ayuda financiera de urgencia a México de 50.000 millones de dólares para reembolsar la deuda a corto plazo, lo cual permitió una recuperación durante el año siguiente.

18. Un tercer elemento que contribuyó a la crisis financiera es un conjunto de factores financieros institucionales que pueden agruparse bajo la denominación de «peligro moral». Esto ocurre cuando los bancos se endeudan sobre la base de garantías públicas de sus pasivos. Si la capitalización o la reglamentación de dichos bancos es insuficiente, pueden destinar estos fondos a empresas que entrañan riesgos evidentes, prestando a clientes cuyos activos y capacidad de reembolso son tan escasos que es virtualmente posible que se malverse el dinero del préstamo. Tanto los bancos como sus clientes de riesgo son muy propensos al incumplimiento, desencadenando recesiones en la actividad económica. De este modo, el peligro moral es posible por la confabulación del gobierno, los bancos y el sector empresarial, que se denomina en el contexto asiático el «capitalismo de amigos», y que queda reflejado en el chaebol de la República de Corea y en el nepotismo del régimen de Suharto en Indonesia. Además, el peligro moral y la falta de transparencia se ven reforzados por un relativo desprecio de los derechos laborales fundamentales. La ausencia de los derechos democráticos fundamentales, entre los cuales se cuenta la libertad sindical, desempeña un papel fundamental, y sus efectos se ven agravados por la falta de transparencia del «capitalismo de amigos». Las garantías estatales a los pasivos bancarios, unidas a la falta de normativas razonables, permitieron que surgiera una especulación alcista que llevó a una capitalización insuficiente de los bancos y a un sobreendeudamiento del sector empresarial. Cuando la burbuja estalló, se produjo un pánico financiero que dio lugar a la salida de capitales y a una recesión económica. Tal es la secuencia causal surgida de las insuficiencias en relación con los derechos fundamentales en el lugar de trabajo. Con esto se pone de manifiesto la importancia que, para la protección de las economías sanas, tienen las normas fundamentales del trabajo recogidas en la Declaración de la OIT relativa a los principios y derechos fundamentales en el trabajo y su seguimiento, adoptada en 1998.

19. Las implicaciones políticas del riesgo moral son distintas de las derivadas de un pánico financiero, pues no resultarían apropiadas las actividades del prestamista de último recurso para revivir la economía, ya que sólo servirían para sacar de apuros a un sistema corrupto. En lugar de esto, dado que el riesgo moral se basa en la confabulación entre gobierno, bancos y sector empresarial, y que la intervención gubernamental ha sido equivocada, lo propio sería disminuir esta última. Con ello se permitiría que un mercado transparente definiera por sí mismo una mejor asignación del crédito y de la inversión.

20. Un cuarto factor que puede haber contribuido a la crisis asiática parece, a primera vista, ir en sentido contrario al factor del riesgo moral y a su premisa de una intervención gubernamental excesiva: se trata de la falta de regulación gubernamental de los sectores financieros y de las políticas de inversión. No obstante, los gobiernos de la región tenían buenos antecedentes por haber logrado tasas de crecimiento muy elevadas durante los dos últimos decenios y una reducción de la pobreza sin precedentes a través de una regulación e intervención sensatas. Los problemas subyacentes de la crisis surgieron cuando los gobiernos se apartaron de sus políticas anteriores, principalmente a través de una mala gestión de la liberalización financiera. En el pasado, los marcos legales prohibían este tipo de inversiones. También era sabido de todos que Tailandia y Malasia estaban empeñadas en una carrera por la liberalización financiera, tratando cada país de convertirse en el centro financiero de la región. En lo esencial, los gobiernos liberalizaron sus cuentas de capital demasiado rápido, antes de haber instaurado un marco legal fiable. En consecuencia, la necesidad política implícita es una revisión destinada a mejorar la reglamentación del sector financiero.

21. Además de las causas primarias de la crisis asiática, existen indicios de que también desempeñaron su papel en ella el descenso de la productividad del capital y de la mano de obra. En el período anterior a la crisis, se observó un descenso del rendimiento del capital asociado a los grandes flujos de capital destinados a la región. Parte de la culpa puede atribuirse a la desviación de grandes cantidades de dinero procedentes del ahorro local y nacional a sectores no exportadores tales como la propiedad inmobiliaria, la construcción y la financiación del consumo, cuyos elevados rendimientos esperados cayeron en picado cuando estalló la burbuja especulativa de los mercados de valores. La proporción de préstamos dedicados al sector inmobiliario era del orden del 30 al 40 por ciento en Tailandia, del 20 al 30 por ciento en Indonesia y del 15 al 25 por ciento en la República de Corea(5) . También cabe atribuir parte del descenso de los rendimientos del capital a la escasa innovación tecnológica y a la baja productividad resultante. El descenso de los rendimientos de capital en Tailandia queda demostrado por su relación capital-producción, que se multiplicó por más de 2, pasando durante el decenio de 1990 de 2,5 a 6. En el caso de Indonesia, la República de Corea y Malasia, la relación capital-producción creció, pasando durante el decenio de 1990 de un promedio situado en torno a 4, a más de 5. Los grandes flujos de capital a la región también se asocian con tipos de interés muy elevados, que eran en Indonesia y Tailandia muy superiores al tipo interbancario de oferta de Londres (LIBOR). El elevado margen causó un aumento de los flujos de capital, pero también desincentivó la compensación de riesgos. Cuando la tendencia de los flujos de capital se invirtió, la liquidez de los bancos se vio amenazada. Se habían endeudado a corto plazo y habían prestado a largo plazo, todo ello con fondos carentes de cobertura. El efecto de liquidez se desbordó a las empresas nacionales, y tanto los bancos como las empresas hubieron de enfrentarse a la quiebra.

22. También existen pruebas de un descenso de la productividad de la mano de obra. Según una de las opiniones, el gran crecimiento de las exportaciones se basaba en productos tradicionales que requerían un uso intensivo de la mano de obra, los cuales dejaron de ser competitivos con el paso del tiempo debido a la subida de los tipos de cambio reales, a la subida del tipo de cambio nominal vinculado al dólar, y a la aparición de competidores con bajos niveles salariales. Sin embargo, algunos estudios muestran que el crecimiento de las exportaciones de la región se debió principalmente a productos que requerían un uso intensivo de la tecnología, de manera que, en 1996, las exportaciones tailandesas del sector de las computadoras superaron por sí solas a las exportaciones del sector de la confección(6) . Dos factores desempeñaron un papel crucial. En primer lugar, la subida de los tipos de cambio afectó a todo el sector manufacturero, y cayeron las exportaciones tanto de los productos tradicionales como de los que requerían un uso intensivo de la tecnología. En segundo lugar, mientras que los costos laborales unitarios (elemento fundamental a la hora de determinar la competitividad) descendieron ligeramente, el descenso no fue suficiente en comparación con el de otros productores para permitir que continuara la tendencia al crecimiento de las exportaciones. Los costos laborales unitarios se componen de dos elementos principales: los salarios y la productividad. La situación de gran parte de la región mejoró en términos de competitividad salarial respecto del resto del mundo: en el caso de la industria de la confección, Tailandia y Filipinas experimentaron una mejora durante el decenio de 1990, mientras que Indonesia se mantuvo constante(7) . Sin embargo, aun cuando el componente salarial se hizo más competitivo o se mantuvo constante, el otro componente de los costos laborales unitarios, es decir, la productividad, se hizo menos competitiva. Se calcula que, considerada a largo plazo, la productividad ha sido baja, y que empeoró durante el decenio de 1990 en gran parte de la región. La productividad total de los factores indica cuál es la contribución del cambio tecnológico al crecimiento de la producción, esto es, cuál es el crecimiento debido a causas distintas del mero incremento de los insumos. En lo que atañe a la elevación de la productividad total de los factores, la República de Corea presenta un registro relativamente mejor durante el período que va de 1960 a 1990, pero sigue siendo baja al situarse en 0,25 mientras que en el caso de Indonesia resulta negativa. El crecimiento de la productividad total de los factores en Tailandia aumentó durante la segunda mitad del decenio de 1980 hasta alcanzar el 3 por ciento, pero se desplomó hasta desaparecer durante el decenio de 1990(8) .

23. De este modo, cuando se inició una disminución de las exportaciones en Asia oriental a raíz de la recesión mundial de 1995, la rentabilidad nunca llegó a recuperarse realmente a causa del descenso de la competitividad de los productos tradicionales y de los que requerían un uso intensivo de la tecnología, derivado a su vez del descenso de la productividad del capital y de la mano de obra. Cuando las monedas regionales se devaluaron a mediados de 1997 y cambiaron de sentido los flujos de capital, los problemas de liquidez de los bancos y de las empresas detuvieron instantáneamente el crecimiento, ya que éste se basaba en el mero aumento de los insumos y no en un cambio tecnológico que propiciara la productividad. Cuando la crisis les alcanzó, el crecimiento requería unos niveles de inversión muy elevados, financiados a través de flujos de capital internos.

24. De este modo, fueron varios los factores que contribuyeron a la crisis asiática. La mala gestión en el plano macroeconómico, que llevó a la incompatibilidad entre tipos de cambio estables y cuentas de capital abiertas, fue probablemente lo que desencadenó la crisis. Es posible que el pánico financiero debido a la falta de un prestamista de último recurso haya agudizado la crisis. El abandono de una adecuada reglamentación gubernamental, unido a la liberalización financiera apresurada propiciaron cierta confabulación entre el gobierno, los bancos y el sector empresarial, lo cual se tradujo en un riesgo moral y en la consiguiente debilidad financiera de las burbujas especulativas, en un alto endeudamiento del sector empresarial, en préstamos internacionales carentes de coberturas, y en una cartera repleta de préstamos de dudoso cobro. Estas imperfecciones de los mercados de divisas y financiero se acompañaron de un descenso de la productividad del capital y de la mano de obra. En consecuencia es posible que, cuando se acabe la crisis financiera (y existen ciertas indicaciones de recuperación en términos de tipos de cambio, valores y tasas de inflación), las insuficiencias en términos de competitividad del capital y de la mano de obra dificulten la recuperación de la producción y del empleo en la economía.

III. Consecuencias sociales de la crisis

1. Empleo y niveles salariales

25. La rápida inversión de la situación, al pasar del crecimiento económico a la contracción, tuvo una repercusión tan importante sobre el empleo en estas economías en las que, 18 meses después del inicio de la crisis, el desempleo aún sigue aumentando. Como consecuencia, la crisis social se define por la pérdida de empleos, que se traduce en un aumento del desempleo total, nuevas supresiones de puestos de trabajo, incremento del subempleo y del sector no estructurado, una inversión de las tendencias en materia de ocupación, recortes salariales y una pobreza creciente.

26. En el caso de Indonesia, los fuertes incrementos del desempleo y el subempleo vienen acompañados de una escasez alimentaria. Las estimaciones recogidas para la publicación de la OIT El empleo en el mundo, 1998-1999 indican que entre 12 y 15 millones de personas podrían perder su empleo a consecuencia de la crisis, lo cual llevaría la tasa de desempleo al 15 e incluso al 20 por ciento, cuando en 1996 era del 4,1 por ciento (véase anexo, cuadro 2). En Tailandia, existía una situación de pleno empleo virtual en 1996, con una tasa de desempleo del 1,1 por ciento; en 1998, se calculaba que la tasa de desempleo era del 8 por ciento, con 2,8 millones de nuevos desempleados. En la República de Corea, las elevadas tasas de crecimiento anteriores a la crisis habían dado lugar a una situación de pleno empleo virtual, con un descenso del desempleo al 2,6 por ciento. En 1998, se calcula que esta cifra se ha multiplicado casi por tres, hasta alcanzar el 7,6 por ciento. Las cifras del desempleo total como consecuencia de la crisis en los países de Asia oriental podría superar los 20 millones (véase cuadro 2).

2. Pobreza

27. De este modo, con tantas supresiones de puestos de trabajo (en muchos casos sin que exista ninguna modalidad de seguro de desempleo), el creciente desempleo, el aumento del empleo por cuenta propia, y los recortes de los salarios y de los ingresos reales, las tendencias hasta entonces decrecientes de la pobreza en la región se invirtieron. Durante su período de elevado crecimiento anterior a la crisis, Indonesia consiguió reducir la pobreza (definida en Indonesia aplicando una norma urbana de 50 centavos diarios per cápita y una norma rural de 40 centavos) al 11 por ciento de la población. Sin embargo, esto aún dejaba a un 50 por ciento de la población justo por encima de esta línea de pobreza y por debajo de una norma de un dólar diario. La crisis desembocó en un rápido crecimiento de la pobreza, que pasó del 11 por ciento en 1997 al 48 por ciento a finales de 1998. Esta situación se produce por la pérdida de ingresos y por el descenso del poder adquisitivo del salario mínimo, que permitía adquirir 6,3 kg de arroz en enero de 1997 mientras que sólo permitía comprar 1,6 kg de arroz en junio de 1998. Las predicciones alternativas del Banco Mundial sobre la pobreza arrojan valores más bajos al calcular que ésta se multiplicará por dos en las zonas urbanas durante el próximo bienio, pasando del 6 al 12 por ciento conforme a una norma diaria de un dólar, y que se multiplicará por la mitad en las zonas rurales(9) . Tanto en Tailandia como en la República de Corea, se calcula que la crisis ha provocado un aumento de la pobreza de un 12 por ciento, debido principalmente a la pérdida de ingresos procedentes del empleo y a los recortes salariales. Es de lamentar que una importante falta de datos impida un mayor desglose de las repercusiones de la crisis. Esta falta de información es general, y es necesario esforzarse por elaborar y aplicar una metodología para la recopilación y difusión de datos.

3. Las trabajadoras

28. Los datos relativos a las repercusiones de la crisis sobre la mujer son escasos. No obstante, existen indicaciones de que existe una repercusión desproporcionada de la crisis sobre las trabajadoras en comparación con los trabajadores(10) . En la República de Corea, la tasa de participación de la mujer en la fuerza laboral durante 1998 descendió más que la del hombre. De manera similar, el descenso del empleo de la mujer era más importante (8 por ciento) que el del hombre (5 por ciento). Eran mayores las probabilidades de que las mujeres se vieran afectadas por supresiones de puestos de trabajo; el 86 por ciento del número total de trabajadores que habían perdido su empleo en los bancos e instituciones financieras eran mujeres. Además, la precarización del empleo era mayor en el caso de las mujeres que en el de los hombres, reduciéndose un 20 por ciento la proporción de mujeres que contaban con un empleo asalariado permanente, mientras que en el caso de los hombres este descenso era del 6 por ciento.

29. En Indonesia, la proporción de mujeres en el sector manufacturero más castigado era del 45 por ciento, mientras que su proporción en la fuerza laboral total era del 38 por ciento. En lo que atañe a la pérdida de puestos de trabajo, las mujeres representaban una cuota más que proporcional de la carga: el 48 por ciento del total de los puestos de trabajo suprimidos.

30. De los principales países alcanzados por la crisis, Tailandia es el que cuenta con la mayor proporción de mujeres en la fuerza laboral. Sin embargo, habida cuenta de la falta de datos desglosados por sexos, sólo existen informaciones no confirmadas que indican que las trabajadoras resultaron más perjudicadas que los hombres, especialmente en el sector manufacturero y en el de las finanzas.

31. Las modalidades de trabajo específicas de las mujeres han resultado más afectadas: en Filipinas, se calcula que han cerrado cerca del 90 por ciento de las nuevas estructuras de trabajo a domicilio destinadas a crear empleo y a generar ingresos en algunas regiones. De nuevo, la falta de datos impide que se hagan nuevas estimaciones relativas a las repercusiones de la crisis sobre la mujer.

4. Trabajo infantil

32. Con el importante descenso de los ingresos y la recaída en la pobreza, se ha observado un incremento del trabajo infantil. Antes de la crisis, se calcula que el trabajo infantil en Tailandia, país con tasas de crecimiento muy elevadas, había disminuido a un ritmo del 5 por ciento anual(11) . Como consecuencia de la crisis, se calcula que se dan en la actualidad 350.000 casos de trabajo infantil. Además, los ingresos anuales por niño han disminuido en 975 baht, lo cual hace pensar que los hogares con bajos niveles de ingresos tenderán a enviar más niños al mercado de trabajo.

33. No se dispone de información directa sobre un eventual incremento del trabajo infantil en Indonesia o Filipinas, pero la proporción de inscripciones en la escuela primaria está descendiendo, y la proporción de quienes abandonan los estudios está aumentando. A medida que las familias se ven presionadas por la crisis a reducir sus gastos, aumenta el riesgo de trabajo infantil.

5. Trabajadores migrantes

34. La crisis financiera asiática ha puesto de manifiesto la fragilidad de la situación de los trabajadores migrantes en muchos países de la región. Salvo en el caso de una pequeña minoría de trabajadores altamente cualificados, la gran mayoría de los trabajadores migrantes tiene escasa formación y acepta empleos demasiado mal pagados, insalubres o peligrosos para que interesen a la población local. Suelen encontrar trabajo en la construcción, la agricultura y el servicio doméstico. La mayor parte de ellos son además inmigrantes ilegales, lo cual dificulta en gran medida la recopilación de datos fiables. Según los cálculos, el número total de migrantes en Hong Kong, Japón, la República de Corea, Tailandia, Malasia, Singapur y Taiwán era de 6,5 millones a mediados de 1997(12) . La crisis ha dado lugar a grandes desplazamientos de población: según las estimaciones de la OIT, un año después de que comenzara la crisis el número total de trabajadores migrantes había disminuido en cerca de un millón. A mediados de 1998, el número de trabajadores migrantes había disminuido en Tailandia en cerca de 460.000, en Malasia en 400.000 y en la República de Corea en cerca de 117.000.

35. Una vez más, la principal enseñanza extraída de la crisis ha sido la de que existen buenos motivos en Asia para dejar de descuidar las instituciones laborales y la protección social de la mano de obra. Esto es especialmente cierto en el caso de los trabajadores migrantes. Resulta patente que un sistema de migraciones caracterizado por un número importante de trabajadores indocumentados no sólo es objetable desde el punto de vista de la justicia y de los derechos humanos, sino que supone también una clara desventaja cuando se trata de afrontar una crisis. Como han descubierto Malasia y Tailandia, resulta más difícil expulsar a trabajadores ilegales que reducir el tamaño de una fuerza laboral documentada a través de la supresión de puestos de trabajo a medida que expiren los contratos de trabajo.

36. En algunos países de Asia, y en especial en Japón, Malasia, la República de Corea y Tailandia, se da empleo a cientos de miles de trabajadores migrantes indocumentados. La crisis ha hecho que la comunidad internacional sea cada vez más consciente de que estos trabajadores extranjeros, por razón de una situación legal inexistente o debilitada, no pueden conseguir el rendimiento económico mínimo o la protección que cabría esperar. Esto es especialmente cierto en lo tocante a la salud y la seguridad, la libertad sindical, el salario justo, las compensaciones por lesión o enfermedad, y la seguridad en el empleo.

37. La OIT calcula que el número de mujeres trabajadoras migrantes procedentes de la región era, antes de la crisis, de cerca de 1,7 millones. Se las contrataba principalmente en el sector de los servicios, del trabajo doméstico y de la industria del espectáculo, pero algunas también en el sector manufacturero. No obstante, de nuevo la falta de datos impide una evaluación adecuada de la repercusión de la crisis sobre ellas.

38. Hasta la fecha, sólo existen informaciones esporádicas acerca de las repercusiones de la crisis sobre la migración. En espera de la realización de encuestas, cabe prever que la inmigración neta a Malasia, Tailandia y la República de Corea, que se incrementaba cada año en 250.000 personas, disminuya considerablemente, afectando en especial a los migrantes indonesios y filipinos. Según las estimaciones, la fuerza laboral indonesia en Malasia y la República de Corea oscila entre 200.000 y 300.000 trabajadores.

IV. Definición de la respuesta política de la OIT a la crisis

39. La profundidad y la duración de la crisis asiática resultaron en gran medida inesperadas para los gobiernos afectados, las organizaciones financieras internacionales y la mayoría de los analistas económicos. Las señales de alarma no se dispararon con anticipación debido a que la mayor parte de los fundamentos macroeconómicos de las economías más afectadas eran sólidos. La repentina aparición de la crisis y su gravedad condujeron a la República de Corea, a Indonesia y a Tailandia a lanzar programas de reforma económica en colaboración con el FMI, con la concesión de créditos por importes de 58.000 millones, 42.000 millones y 17.000 millones de dólares, respectivamente. Sus políticas monetaria y fiscal, así como la reestructuración de sus sectores financiero y económico se verán determinadas en gran medida por las condiciones de estos préstamos, al menos hasta el año 2000.

40. El programa del FMI se basa en seis medidas clave, a saber, el cierre inmediato de bancos, la reinstauración de normas de competencia bancaria adecuadas, la reducción de los créditos para el consumo doméstico, la elevación de tipos de interés para el descuento bancario, la contracción fiscal y algunos cambios estructurales en el sector no financiero. Los objetivos fiscales de los programas del FMI han cambiado con la firma de sucesivas cartas de intenciones. Al comienzo, se exigía un excedente fiscal presupuestario del 1 por ciento del PIB en el caso de la República de Corea, esta disposición se sustituyó por un presupuesto equilibrado, y en el de Indonesia, en un déficit presupuestario del 1 por ciento. En la actualidad, los déficit previstos para estos países oscilan entre el 3 y el 5 por ciento.

41. En Tailandia, Indonesia y la República de Corea, los mercados financieros y de divisas han comenzado a recuperarse, pero no existe ninguna señal clara de recuperación en términos de producción, debido a que siguen existiendo diversas restricciones:

42. Varios aspectos de estos programas del FMI han sido objeto de controversia. Quienes critican el marco macroeconómico han afirmado que la subida de los tipos de interés para estabilizar las monedas, unida a una fiscalidad restrictiva, provocó una excesiva contracción de la economía real. También han afirmado que la política de elevación de los tipos de interés no logró alcanzar el objetivo previsto de lograr una revaluación de los tipos de cambio. Otra de las críticas expresadas ha sido la de que el cierre repentino de los bancos insolventes en Indonesia agravó innecesariamente el pánico financiero. En respuesta a estas acusaciones, el FMI intervino en defensa de su postura, llevando a cabo muy recientemente un examen detallado de sus programas en Indonesia, la República de Corea y Tailandia.

43. Este debate sigue sin resolverse, ya que implica algunos argumentos ficticios, y los datos empíricos de que se dispone en la actualidad no permiten llegar a conclusiones. Además, los temas en cuestión no dejan de ser un elemento fundamental del debate conexo que está teniendo lugar en relación con la mundialización financiera. Las opiniones siguen estando divididas en lo que respecta a la oportunidad de la liberalización financiera y a las reformas que es necesario introducir en el sistema financiero internacional. Inmersas en estos temas se encuentran cuestiones que han formado parte del debate político desencadenado a raíz de la crisis asiática, tales como las relativas al costo y a los beneficios de los controles de capital; a las ventajas relativas de los institutos monetarios y de los sistemas de flotación de los tipos de cambio; y a la posibilidad y repercusiones potenciales de la introducción de políticas fiscales y monetarias expansionistas para moderar las recesiones inducidas por la crisis.

44. En consecuencia, resulta hoy difícil alcanzar ninguna conclusión definitiva en relación con este debate político. No obstante, lo que resulta evidente es que, en los países afectados por la crisis, la recesión ha sido más profunda y prolongada que lo que afirmaba originalmente las previsiones de la mayoría de los observadores. Además, las perspectivas de recuperación siguen siendo inciertas.

45. Aparte de las cuestiones de política macroeconómica, el análisis realizado más arriba destaca un conjunto de factores que subyacen tras la crisis, como por ejemplo el descenso de los niveles de productividad tanto del capital como de la mano de obra a consecuencia de la falta de innovación tecnológica. Los instrumentos de política implicados son la reforma de los mercados de capitales y la del mercado de trabajo, para aumentar la competitividad a través de un cambio tecnológico que mejore la productividad. Ello supone dos cosas:

46. Si no se produce un regreso a las tendencias de crecimiento anteriores a la crisis antes de la mitad del próximo decenio, el desafío de la renovación económica y social se convertirá en un reto a largo plazo. Ya se han perdido en gran medida los impresionantes progresos realizados anteriormente en términos de crecimiento del empleo y de los ingresos y de reducción de la pobreza. La debilidad y, en algunos casos, la carencia de las instituciones de protección social y la falta de diálogo social, agravaron estos cambios de orientación. Existen importantes deficiencias estructurales que han agravado las repercusiones sociales derivadas de la crisis y que pueden incluso haber contribuido a originarla.

47. Durante los dos o tres últimos decenios, muchos países del sudeste asiático han aplicado un acertado modelo de desarrollo económico. En términos generales, los beneficios de dicha estrategia se hicieron manifiestos, y quizás tan manifiestos, rápidos y continuos que no se consideró necesaria una protección social eficaz frente al riesgo de crisis económica. Esta manera de pensar se vio reforzada por el hecho de que la práctica totalidad de los países afectados había realizado grandes progresos en la solución de sus problemas sociales más urgentes, es decir, la pobreza y la necesidad de empleos para una fuerza laboral joven y de rápido crecimiento. En el caso de que se produjeran recesiones económicas, las comunidades tradicionales y otras estructuras sociales estarían dispuestas y serían suficientes para prestar apoyo a las personas temporalmente necesitadas. Otro amortiguador frente al riesgo de recesión era el aumento de la mano de obra migrante en las economías de rápido crecimiento, mano de obra que sería la primera en marcharse en caso de que empeoraran las condiciones. La prosperidad económica cambió gradualmente las estructuras sociales de la región. Ya no era posible recurrir en la misma medida a las funciones de red de seguridad desarrolladas hasta entonces por las estructuras familiares, y ello debido al cambio a largo plazo de las condiciones de producción, puesto que los ahorros familiares no bastaban para sustituir durante largos períodos de desempleo los anteriores ingresos procedentes del empleo remunerado. En consecuencia, una de las enseñanzas extraídas de la crisis es que ya no cabe confiar en semejantes mecanismos no estructurales de ajuste del mercado de trabajo: hoy, la pobreza vuelve a figurar en el orden del día y, por primera vez en varios decenios, los jóvenes no pueden encontrar trabajo.

48. Tampoco existe ninguna solución de compromiso que sea positiva en términos de un ajuste más rápido del mercado de trabajo si los trabajadores individuales cuentan con una protección social insuficiente y deben valerse por sí mismos. Al mismo tiempo que la insuficiencia de la protección social agudiza las privaciones, no se vislumbran signos de recuperación del mercado de trabajo, pese a haber transcurrido un año y medio desde que comenzara la crisis. Una protección social demasiado escasa puede obstaculizar una recuperación rápida. Aunque existe la necesidad de reformar los sistemas financieros, los gobiernos son conscientes de los costos sociales masivos que entrañan tales reformas y de las repercusiones que tendrían sobre poblaciones carentes de protección, motivos ambos que explican su reticencia a actuar rápidamente. Pero cuando existen instrumentos jurídicos, institucionales y financieros que permiten aliviar las repercusiones sociales, las reformas necesarias pueden llevarse a cabo más rápidamente. La experiencia reciente confirma que los beneficios económicos que proporcionan en la práctica unos sistemas de protección social adecuados son más importantes que los beneficios sociales(14) . Una visión más amplia y detallada de las repercusiones económicas de la protección social, y de las instituciones del mercado de trabajo en general, es una cuestión a la que es necesario dedicar mayor atención.

49. La existencia de redes de seguridad social y de mecanismos de protección social fuertes, como por ejemplo el seguro de desempleo, no hubieran detenido la crisis o evitado las penalidades económicas y sociales. Ello no obstante, si el futuro demuestra que el anterior período de crecimiento prácticamente ininterrumpido en la región ha sido la excepción y no la regla, entonces será cada vez más necesario disponer de mecanismos institucionales que permitan hacer frente al costo social de los períodos de recesión.

50. La crisis ha hecho sentir la necesidad de disponer de medios para forjar el consenso social. En Asia oriental y sudoriental, muchos mandantes de la OIT han adoptado medidas destinadas a activar o reactivar los mecanismos de diálogo social y, desde que comenzara la crisis, se aplican cada vez más los criterios tripartitos para abordar las cuestiones sociales y económicas delicadas. Sin embargo, el punto de partida a este respecto es muy bajo. En muchos países de la región, el entorno jurídico y social en materia de libertad sindical debe mejorar, y las organizaciones de empleadores y trabajadores, al igual que los mecanismos de diálogo social (si es que existen) son excesivamente débiles. Esto significa que los costos sociales de la crisis se han distribuido de manera desigual. La debilidad del diálogo social ha desempeñado un papel no sólo en lo que atañe a las consecuencias de la crisis, sino también en lo que respecta a sus causas: la falta de diálogo permite la aparición de un entorno propicio para el «capitalismo de amigos» y el riesgo moral.

51. La falta de transparencia, la intervención política arbitraria en los mercados y la corrupción abierta son otras tantas pruebas de la debilidad de las instituciones democráticas. Como se afirmaba más arriba, el desarrollo insuficiente de procedimientos y garantías democráticos permite los problemas de riesgo moral que la crisis ha dejado al descubierto. En consecuencia, cabe afirmar que:

Los mandantes de la OIT en la región comparten este análisis y, en las conclusiones de la Reunión de alto nivel sobre las respuestas sociales a la crisis financiera en los países de Asia oriental y sudoriental celebrada en abril de 1998, apoyaron la necesidad de reforzar la democracia no sólo como un bien en sí misma, sino también como un elemento fundamental para la recuperación después de la crisis.

52. Es posible que la debilidad de las instituciones democráticas haya desempeñado un papel en lo que ha terminado por convertirse en una crisis económica. Cabe deducir que el reforzamiento de la democracia puede mejorar los resultados no sólo en términos sociales y políticos, sino también en términos de beneficios económicos. La estabilidad política y la transparencia que conllevan los procesos democráticos merecen buena acogida por parte de los inversores y son un factor que influye sobre éstos a la hora de decidir dónde invertir sus fondos. El principio democrático más estrechamente vinculado a la OIT, la libertad sindical, también merece atención, como lo demuestra el respaldo que dio la Organización en junio de 1998 a la Declaración relativa a los principios y derechos fundamentales en el trabajo y su seguimiento. Es razonable pensar que la libertad sindical también tiene una sólida justificación económica: la participación de unas organizaciones de empleadores y de trabajadores fuertes, independientes y representativas en la toma de decisiones económicas podría haber puesto coto a algunas de las fuentes de peligro moral y a la consiguiente falta de acierto en la asignación de los recursos.

53. Una mayor participación social en la toma de decisiones económicas también podría haber disminuido las repercusiones sociales negativas de la crisis. La solidez de las relaciones laborales, unida a unos mecanismos tripartitos que funcionen correctamente, contribuye a aumentar la cantidad de información de que disponen quienes toman las decisiones. Esto tiende a garantizar que los costos de las decisiones se repartan de manera más equitativa (y en consecuencia más sostenible), y proporciona la base para un consenso que puede reducir la inestabilidad social y, por ello, acelerar el ritmo de las reformas necesarias. Estas ventajas se pierden cuando la participación es limitada o débil. Entre las diversas ventajas de la participación, se hizo referencia anteriormente al reto de mejorar la productividad durante el proceso de recuperación. Hay varios factores implicados, pero entre ellos se incluyen unos sistemas de cooperación en el lugar de trabajo que sean fiables. Es muy improbable que puedan mantenerse altos niveles de rendimiento y de productividad en el lugar de trabajo si no se cuenta con unos mecanismos de cooperación desarrollados entre los trabajadores y la dirección, uno de los cuales es la participación de los trabajadores. Sin embargo, las ventajas de la participación sólo pueden mantenerse si se basan en el reconocimiento efectivo de los principios y derechos fundamentales en el trabajo.

54. La relación real entre libertad sindical, ajuste del mercado de trabajo y rendimiento económico no es difícil de demostrar en la teoría, tal y como se desprende de los trabajos de la OIT, el Banco Mundial y la OCDE(16) . Por muy conflictivo que haya sido en ocasiones el diálogo, la experiencia de la Comisión Tripartita de la República de Corea demuestra claramente la utilidad de una amplia participación social a la hora de negociar y apoyar el cambio. Como se describe en el documento que acompaña a éste(17) , es necesario investigar exhaustivamente las repercusiones económicas de la libertad sindical y de la negociación colectiva.

Ginebra, 23 de febrero de 1999.


Anexo

Cuadro 1. Tasa de crecimiento del PIB real (porcentaje anual)


BAD

FMI

EIU


1991-
1995

1996

1997
T1

1997
T2

1997
T3

1997
T4

1998
T1

1998
T2

1998
T3

1998

1999

1998

1999

2000

2001

2002

2003


Tailandia1

8,5

6,4

7,0

7,5

-4,2

-11,5

-16,8

-15,3

-11.3

-8,0

1,0

-8,0

-1,4

4,2

4,6

4,7

5,2

Indonesia

7,8

8,0

8,5

6,8

2,5

1,4

-7,9

-16,5

-17,4

-15,3

-3,4

-14,8

-2,1

-1,0

2,9

3,5

3,7

Corea (Rep. de)

7,5

7,1

5,7

6,6

6,1

3,9

-3,9

-6,8

-6,8

-7,9

-1,1

4,4

4,5

4,6

5,7

Malasia

8,7

8,6

9,2

8,4

7,5

6,0

-2,8

-6,8

-8,6

-7,5

-2,0

-6,0

-2,9

0,7

3,2

4,3

5,1

Filipinas

2,2

5,7

5,5

5,6

4,9

4,8

1,6

-0,8

-0,1

0,2

2,5

-1,6

0,3

2,2

2,8

4,0

4,2

Singapur

8,6

7,0

4,2

8,5

10,6

3,9

5,6

1,8

-0,7

0,3

-0,9

1,9

3,5

4,7

5,1

Hong Kong, China

5,4

4,9

5,7

6,9

6,1

2,8

-2,7

-5,2

-7,0

-5,2

-2,2

0,6

1,4

2,3

3,3

Japón

1,4

3,9

3,8

1,0

1,7

-0,8

-3,6

-1,8

-3,5

-2,8

-0,5

-3,0

-0,6

0,8

1,6

1,9

2,2

China

12,0

9,7

8,8

7,5

7,2

6,6

7,8

6,7

7,0

7,4

7,8

8,5

Viet Nam

8,2

9,3

8,8

3,5

3,5

5,2

5,0


Fuentes: Banco Asiático de Desarrollo (BAD): Asian Development Outlook, 1998.
Fondo Monetario Internacional (FMI):
World Economic Outlook, noviembre de 1998.
Economist Intelligence Unit (EIU):
Country Forecast, 4.º trimestre, 1998.

1 Sólo en el caso de Tailandia, las cifras trimestrales corresponden a la producción manufacturera, mientras que las cifras anuales corresponden al PIB real.


Cuadro 2. La crisis de Asia oriental: evolución de las tasas y niveles de desempleo, 1996-1998


Tasas de desempleo (porcentaje)

Nuevos desempleados (millones)


1996

1998

Cálculos más recientes

1998

Cálculos más recientes


China*

3,0

5,0 a 6,0

3,5

Hong Kong

2,8

4,8

0,1

Indonesia

4,1

9,0 a 12,0

15 a 20

4,8 a 7,6

12 a 15

República de Corea

2,6

7,6

1,2

Malasia

2,5

6,7

0,4

Filipinas

7,4

13,1

1,7

Tailandia

1,1

4,4

8

1,7

2,8

Total

13,4 a 16,2

20,6 a 24,7

* Tasa de desempleo urbano.

Fuente: Cálculos de la OIT, basados en fuentes nacionales.



1.  Documento GB.273/14/1.

2.  Documento GB.274/4/3.

3.  E. Lee: The Asian financial crisis: The challenge for social policy, OIT, Ginebra, 1998.

4.  Documento GB.274/4/1.

5.  Fondo Monetario Internacional: IMF supported programs in Indonesia, Korea, and Thailand: A preliminary assessment, 1999.

6.  Información basada en datos procedentes de Lall, S.: Thailand's manufacturing competitiveness (Banco Mundial), 1998.

7.  OIT, 1998: Competitiveness in Thai manufacturing, informe presentado al Gobierno tailandés.

8.  OIT, 1998, op. cit.

9.  Banco Mundial: Global Economic Prospects and the Developing Countries, 1998-1999. Beyond the Financial Crisis (1999).

10.  Recopilación de cálculos de la OIT.

11.  Kakwani: Impact of the economic crisis on employment, unemployment, and real income, trabajo mimeografiado, 1998.

12.  Recopilación de cálculos realizada por la OIT.

13.  Fondo Monetario Internacional, 1999, op. cit.

14.  Banco Mundial: Informe sobre el desarrollo mundial, 1996. La publicación de la OIT El trabajo en el mundo (en preparación) examinará asimismo las consecuencias económicas de los sistemas de protección social.

15.  E. Lee, página 64.

16.  Banco Mundial: Informe sobre el desarrollo mundial, 1995; OCDE: Trade and Labour Standards, 1997.

17.  Documento GB.274/4/3.


Puesto al día por VC. Aprobada por NdW. Ultima actualización: 26 de febrero de 2000.