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274.a reunión
Ginebra, marzo de 1999


DECIMOQUINTO PUNTO DEL ORDEN DEL DIA

Informe del Grupo de Trabajo sobre las Dimensiones
Sociales de la Liberalización del Comercio Internacional

Informe oral presentado por el Sr. Lyne (Gobierno, Reino Unido), Presidente del Grupo de Trabajo sobre las Dimensiones Sociales
de la Liberalización del Comercio Internacional, tal y como fue
adoptado por el Consejo de Administración

El Consejo de Administración tomó nota del siguiente informe oral y de los comentarios adicionales formulados por los Vicepresidentes empleador y trabajador y por el Presidente del Grupo de Trabajo. Dichos comentarios figurarán en las actas de la reunión.

Sr. LYNE -- Como Presidente del Grupo de Trabajo y en aras de la claridad, les comunico que el presente informe es resultado de un acuerdo con el Sr. Tabani y con el Sr. Brett, Vicepresidente empleador. Consta de tres partes: las iniciativas del sector privado; los estudios por país sobre la mundialización; y algunas observaciones que deseo hacer al final acerca del futuro del Grupo de Trabajo.

En lo que atañe a las iniciativas del sector privado, un nuevo informe elaborado por la Oficina sirvió de marco para las discusiones del Grupo de Trabajo. En él se tuvieron presentes varios documentos y las discusiones que tuvieron lugar durante las 270.ª, 271.ª y 273.ª reuniones del Consejo de Administración. El informe indicaba que el Grupo de Trabajo ya había alcanzado el punto en que debería, para utilizar las palabras empleadas en el documento de la Oficina, «expresar sus puntos de vista acerca de la acción adecuada de la OIT en este campo, con el fin de dar una orientación al Director General para la preparación de futuras propuestas». Con miras a la formulación de dichos puntos de vista sobre las iniciativas del sector privado, el Grupo de Trabajo mantuvo un debate que se orientó en función de criterios prácticos.

Se indicó que los códigos de conducta voluntarios y de otro tipo se habían convertido en una práctica generalizada en muchos países y en muchos sectores, y que sus efectos rebasaban el ámbito de los países interesados. La cuestión clave que se planteaba al Grupo de Trabajo era la de considerar cómo podría la OIT interactuar con estas iniciativas voluntarias en el marco de sus objetivos constitucionales y estratégicos.

Al abordar esta cuestión, se pusieron de manifiesto diversas consideraciones de ámbito general. En primer lugar, el Grupo de Trabajo subrayó su confianza en el Director General, que estuvo presente a lo largo de la discusión de las iniciativas del sector privado. Se reconoció que la OIT debía dar una respuesta adecuada a las solicitudes que se le formularan respecto de cuestiones que correspondieran claramente a su mandato. A este respecto, se expresó la opinión de que dicha asistencia debería prestarse bajo la forma de información y asesoramiento, y que no debería llevar en modo alguno a la OIT a tener que aceptar o rechazar iniciativas de compañías concretas. De no facilitarse una respuesta, la credibilidad de la Organización se vería afectada negativamente.

En segundo lugar, algunos oradores expresaron su preocupación ante la posibilidad de que los códigos de conducta se convirtieran en lo que calificaban de «legislación blanda»; o de que se maniobrara al amparo de la OIT para imponer un código de conducta uniforme. En resumen, la presidencia destacó que no se trataba en absoluto de que la OIT impusiera ningún código. El proceso que se discutía era enteramente voluntario: no se había sometido al Grupo de Trabajo ninguna propuesta para elaborar un código uniforme. En efecto, como destacaron muchos oradores, la adopción y el contenido de los códigos era una cuestión que incumbía a cada empresa. Aunque la reunión de 1998 de la Conferencia Internacional del Trabajo había adoptado la Declaración de la OIT relativa a los principios y derechos fundamentales en el trabajo, la aplicación de la misma era objeto de un examen separado y la cuestión no se le planteaba a este Grupo de Trabajo.

Aclarados estos puntos, existió un acuerdo general en cuanto a que debería seguirse investigando, tanto en los nuevos ámbitos que se exponían en el documento como en otros. Los oradores destacaron diversas prioridades para la investigación, entre las que se incluían las repercusiones de los códigos sobre los objetivos de la OIT, tales como la mejora de las prácticas laborales y de la creación de empleo; la utilización de los códigos por los suministradores y los problemas planteados por la diversidad de tales códigos; la experiencia y las opiniones de los mandantes de todo el mundo en relación con estos fenómenos; y las repercusiones de los códigos sobre la competencia leal en el mercado, especialmente en los países en desarrollo. Se dejó muy claro que era necesario coordinar las diversas facetas de la investigación dentro de la Oficina.

Se expresaron diversas opiniones acerca de la manera en que la Oficina podría responder a las necesidades de las empresas en este área. La Oficina facilitó información relativa a la naturaleza y alcance de las solicitudes recibidas para información u otros servicios a este respecto. Algunos miembros destacaron que debería procederse a una investigación adecuada como primera medida para prestar de manera eficaz los servicios conexos, especialmente respecto de las nuevas áreas de asistencia y de las futuras direcciones que rebasan el ámbito de la asistencia. Otros expresaron la opinión de que la asistencia, en forma de información, asesoramiento y consulta, debería desarrollarse paralelamente con la investigación. Otros consideraban que la Oficina debería proseguir también con nuevos programas específicos de asistencia. Algunos sugirieron en términos generales que ciertos principios de funcionamiento podrían ayudar a la Oficina a garantizar la coherencia entre la asistencia que presta en este área, por una parte, y los principios fundamentales, objetivos y métodos de trabajo de la Organización por otra. Varios oradores insistieron en que la Oficina debía trabajar en estrecha colaboración con sus mandantes, que incluían a los gobiernos y a las organizaciones de empleadores y de trabajadores. Otros instaron a la Oficina a que actuara de manera complementaria y no discriminatoria, a fin de equilibrar los intereses de los países desarrollados y de los países en desarrollo y tratando de conservar cualquier ventaja competitiva de que se disfrutara, especialmente en el caso de las empresas de los países en desarrollo.

El Grupo de Trabajo distó mucho de lograr un consenso sobre la cuestión a largo plazo de lo que se dio en llamar la «postura revisora de compromiso». Las discusiones se centraron en la formulación de referencias que reflejaran las prácticas óptimas, y en la posible creación de un marco para la verificación de los resultados destinado a aquellos que quisieran poder disponer de los antecedentes relativos a sus prácticas. En lo que atañe a las referencias, se escucharon varias opiniones favorables que se centraron en torno a cualquier futura formulación en el marco de los principios fundamentales relativos a los derechos de los trabajadores, y se adoptó una postura de apoyo, respetando la libertad de toma de decisiones y de funcionamiento de las empresas. Otros oradores afirmaron que la OIT no debería implicarse en la selección o promoción de referencias recomendadas, ya fuera sobre la base de los códigos existentes o incluso sobre la base de la Declaración. También se indicó la necesidad de tener en cuenta las circunstancias económicas, sociales y culturales particulares de los distintos países y empresas interesadas. Las cuestiones que debían ser objeto de nuevas discusiones se referían a los métodos que había de utilizar la OIT para llevar a cabo su función para actuar, en palabras de uno de los oradores, como la «conciencia social del mundo del trabajo». Se expresaron diversos puntos de vista relativos a la cuestión de la verificación de los códigos voluntariamente aceptados, y se logró un acuerdo general en cuanto a que este tema debía ser objeto de un futuro estudio.

Para acabar con este primer punto, se acordó que las actividades futuras se verían enriquecidas con nuevas investigaciones y experiencias de la Oficina en la prestación de servicios de apoyo en este área. Una de las opciones consistiría en convocar reuniones con una amplia gama de mandantes interesados. Tal y como se pretendía la reunión del Grupo de Trabajo ya ha facilitado al Director General una orientación amplia. El Director General ha aclarado por su parte su intención de actuar en estrecha consulta con los miembros tripartitos para seguir adelante en este terreno.

Deseo referirme ahora al segundo punto del orden del día del Grupo de Trabajo, que era la cuestión de los estudios por país sobre las repercusiones sociales de la mundialización. El Grupo de Trabajo tuvo a este respecto una nueva discusión constructiva sobre el informe de los progresos realizados en los estudios por país sobre las repercusiones sociales de la mundialización. El informe incorporaba las conclusiones de seis estudios de caso por país que se habían completado en Bangladesh, Chipre, Mauricio, República de Corea, Sudáfrica y Suiza, así como nuevas investigaciones que abarcaban una amplia gama de países además de los seis mencionados.

Los comentarios se refirieron en primer lugar a los estudios por país, en segundo lugar a las conclusiones generales del documento, y en tercer lugar a las posibles labores de seguimiento.

En lo que atañe a los propios estudios por país, los representantes de los países objeto del estudio consideraron que el ejercicio había sido útil. En algunos casos, los gobiernos estaban tomando en consideración las conclusiones alcanzadas en los estudios para la formulación de sus políticas. Se acogió con agrado el hecho de que los estudios se hubieran centrado en un amplio enfoque macroeconómico que rebasara el ámbito de las políticas laboral y social.

En segundo lugar, las conclusiones del informe, aunque preliminares, recibieron una acogida favorable por parte de los miembros del Grupo de Trabajo. Las principales conclusiones del informe recibieron un amplio apoyo, y en especial la de que los gobiernos no carecían de armas para hacer frente a la mundialización: existía toda una gama de políticas nacionales que abarcaban las áreas de la educación, la formación, la legislación laboral, la seguridad social y las normas laborales fundamentales, que podían mejorar los beneficios de la mundialización y al mismo tiempo reducir los costos sociales. Durante el debate se puso de manifiesto una preocupación respecto de ciertos acontecimientos sociales que parecían acompañar a la mundialización, y especialmente en lo que atañe al agravamiento de las desigualdades sociales, a una percepción de inestabilidad laboral creciente y, en el caso de los países en desarrollo, a un riesgo de mayor vulnerabilidad económica. Sin embargo, todos los países objeto del estudio rechazaron explícitamente las soluciones proteccionistas, un punto de vista al que se sumaron los miembros del Grupo de Trabajo procedentes de otro países. Por último, se indicó que el informe presentaba ciertas incoherencias y contradicciones aparentes, y se pidió a la Oficina que las resolviera al revisar el informe.

En tercer lugar, en lo que atañe a la posible labor de seguimiento, el Grupo de Trabajo también expresó su interés por las sugerencias que se recogían en los párrafos 87, 88 y 89 del informe. Varios participantes se mostraron partidarios de presentar las conclusiones del informe definitivo a una mayor audiencia que incluyera a representantes de otras organizaciones internacionales, tales como el Banco Mundial y la Organización Mundial del Comercio.

El Grupo de Trabajo especial encargado de esta labor se ha comprometido a finalizar el informe lo antes posible y a tener presente los comentarios y observaciones formulados durante la reunión. La versión definitiva incluiría asimismo las conclusiones del estudio monográfico sobre Polonia, que aún había de completarse. Los resultados de esta labor se discutirán, por sugerencia nuestra, en el marco de la 276.ª reunión del Consejo de Administración del mes de noviembre, y se ha formulado la propuesta de que se invite a colegas de otras organizaciones internacionales para que participen en la discusión. La Oficina ha tomado nota con interés de la respuesta positiva del Grupo de Trabajo a las propuestas relativas a las labores de seguimiento, para las cuales se propondrá un programa de investigación detallado en una futura reunión del Consejo de Administración.

En lo que atañe al tercer punto que mencioné muy brevemente, es decir, el futuro del Grupo de Trabajo, quisiera añadir un comentario. En mi introducción al comienzo de la reunión del Grupo de Trabajo, afirmé que correspondería al Consejo de Administración tomar en su momento una decisión a este respecto, y recordé al Grupo de Trabajo que el Consejo de Administración había de renovarse con ocasión de las elecciones que se celebrarían en junio, durante la reunión de la Conferencia Internacional del Trabajo. A lo largo de nuestras discusiones, una de las delegaciones formuló un importante comentario acerca del futuro del Grupo de Trabajo. No me cabe duda de que otras delegaciones desearán definir su postura más adelante. El Grupo de Trabajo no puede decidir por sí mismo de su propio futuro, pues corresponde al nuevo Consejo de Administración adoptar una decisión al respecto, quizás cuando decida el nombramiento de las diversas comisiones del Consejo de Administración.

Ginebra, 23 de marzo de 1999.


Puesto al día por VC. Aprobada por NdW. Ultima actualización: 26 de febrero de 2000.