Sesión especial de alto nivel sobre el lanzamiento del Programa de duración determinada sobre las peores formas de trabajo infantil en la República de El Salvador, el Reino de Nepal y la República Unida de Tanzanía
12 de junio de 2001
Alocución
del Sr. Walter Riester, |
Si miramos alrededor de esta sala, vemos imágenes que muestran a niños obligados a trabajar, vemos sus ojos de tristeza y no encontramos palabras para hacer frente a este mal, pero limitarse a callar con cara de circunstancias no ayuda a los niños que trabajan. La niñez debería caracterizarse por los juegos y, el aprendizaje y, por ello, debemos hablar abiertamente y decirle al mundo que el trabajo infantil con fines de explotación no debe existir en ninguna sociedad ni en ningún lugar del planeta. Obviamente, es fácil hablar en calidad de representante de un país industrializado que ha superado desde hace muchos años este mal y alzar el dedo acusador, pero denunciar no es ni eficaz ni justo.
No es eficaz porque las acusaciones causan más rechazo que comprensión y no es justo porque la explotación del trabajo infantil en un país concreto no siempre se debe a la mala intención o a la indiferencia de los dirigentes políticos. Sin embargo, no quisiera aquí dar razón a aquellos que prometen erradicar el trabajo infantil tan sólo aliviando la pobreza puesto que, según los estudios de la OIT no existe necesariamente un vínculo entre pobreza y trabajo infantil.
Aquel que quiera luchar eficazmente contra el trabajo infantil no sólo debe alzar el dedo acusador, sino que debe ir más allá y tender la mano para ofrecer su ayuda. Exactamente esa es la filosofía subyacente del Programa de la OIT para la Erradicación del Trabajo Infantil (IPEC). Dicho Programa se basa en el reconocimiento de que el trabajo infantil puede tener muchas causas y que, por consiguiente, no existe una panacea mundial para erradicar ese mal. Necesitamos un conjunto de medidas y cada país, después, debe establecer sus prioridades.
En primer lugar, hay que concienciar a todos los responsables del mundo de la política, la economía y la sociedad en general. Debemos aprender que el trabajo infantil no se debe aceptar por el mero hecho de que ha existido desde siempre. Los niños que trabajan arduamente hoy en día son los desempleados, con poca educación y con una salud mermada del día de mañana que se perjudican a sí mismos y también a toda la economía. Además necesitamos otras medidas, entre ellas, la formación de inspectores de trabajo, y la creación de centros educativos para los niños que han trabajado. A veces, como primera medida habría que tener en cuenta la mejora de las condiciones de trabajo de los niños.
El IPEC cuenta con la gran ventaja de poder ajustar, como si fuera un sastre, un traje o un conjunto de medidas de la amplia gama de que dispone en lugar de intentar encontrar una solución uniforme. Eso es posible gracias a dos características de este Programa; por una parte, desde el principio se colaboró con las ONG de los países beneficiarios y, por otra se brindaron los recursos a los responsables para que los utilizaran de un modo flexible sin que éstos estuvieran maniatados por normas y reglamentaciones detalladas.
Espero que no piensen que mantengo una actitud vanidosa si evoco el papel de mi país en el desarrollo de este Programa, porque realmente nos sentimos satisfechos pues hace ya más de un decenio que empezamos a impulsar dicho Programa, pero sabíamos muy bien que esto no era garantía de éxito. Hizo falta mucho esfuerzo para hacer del IPEC la realidad que es hoy en día. En primer lugar, los conocimientos técnicos y el compromiso de los colaboradores tanto en Ginebra y como en otras muchas partes del mundo. En segundo lugar, también era necesaria una buena disponibilidad de los responsables en los países beneficiarios para que se tomaran en serio el problema del trabajo infantil y no lo relegaran a un segundo plano. Y, en tercer lugar, nos complace que Alemania no haya sido el único donante, sino que posteriormente se hayan unido muchos más. Permítanme decir a mis colegas de los Estados Unidos que no nos molesta que su país haya desplazado a Alemania del primer lugar en la lista de países donantes.
Debemos hacer un llamamiento claro a todo el mundo. La explotación del trabajo infantil no debe darse en ninguna parte del mundo. Todos debemos apoyar el Programa de la OIT de modo que este objetivo se pueda alcanzar cuanto antes.
Acojo con beneplácito la propuesta del Director General de la OIT, a saber, de fijar este día como el día para la erradicación del trabajo infantil inaceptable.
Puesto al día por HK. Aprobada por RH. Ultima actualización: 13 de junio de 2001.