Sesión especial de alto nivel sobre el lanzamiento del Programa de duración determinada sobre las peores formas de trabajo infantil en la República de El Salvador, el Reino de Nepal y la República Unida de Tanzanía
12 de junio de 2001
Alocución del Sr.
Benjamin Mkapa, |
Primero deseo felicitar a la Sra. Presidenta con motivo de su elección al frente de la presente reunión, y garantizarle el pleno apoyo y cooperación de la delegación de la República Unida de Tanzanía.
En mi propio país he podido visitar a padres de niños que rescatamos del trabajo infantil y he aprovechado la oportunidad de ver en vídeo también el rostro de los padres de niños. que habían podido librarse del trabajo infantil en la República Unida de Tanzanía. Al ver los rostros de esos padres recordé el sabio consejo del antiguo filósofo Confucio, quien dijo: «Si hacen planes para un año planten arroz, si hacen planes para toda una década planten árboles, si hacen planes para toda una vida, eduquen a los niños».
Como naciones tenemos que hacer planes para más de una vida y dar una mejor educación al mayor número posible de niños. Aunque, me pregunto ¿qué habrían podido hacer los abuelos de los niños que acabamos de ver en este vídeo? Quizás eran demasiado pobres para hacer planes o simplemente para preocuparse. Para ellos cada niño es una fuente de ingresos. Para ellos el mañana esta demasiado lejos, tienen que vivir el día de hoy. Para ellos los beneficios de la educación y del crecimiento físico y psicológico de sus hijos, es algo demasiado distante en el futuro. Tan distante, que ni siquiera pueden pensar en ello. Por este motivo, les agradezco su invitación y la oportunidad de hablar en esta Conferencia sobre las peores formas del trabajo infantil. Confío en que con la voluntad política de los países pobres, y con el apoyo y la cooperación entre países ricos y pobres podremos luchar contra las peores formas de trabajo infantil.
El trabajo infantil impide a los niños asistir a la escuela y, en caso de asistir, tienen sobre sus frágiles hombros una doble carga: trabajar e ir a la escuela. El trabajo infantil también puede ser una forma de esclavitud que les separa de la seguridad que les dan sus familias.
Estamos reunidos aquí porque todos reconocemos que el trabajo infantil es detestable y es uno de los mayores desafíos de nuestro tiempo. Además, de la crueldad que supone para los niños, el trabajo infantil es una negación de nuestro sentimiento de humanidad común, un insulto a la dignidad humana y un terrible derroche de capital humano.
La pobreza es el principal factor del trabajo infantil, pero existen además otras dimensiones, otras causas y otros motores. A veces, el trabajo infantil está anclado en las estructuras culturales y económicas de la sociedad. Por esta razón, es mejor abordarlo con enfoques integrados orientados a una política nacional clara y a un plan de acción basado en el desarrollo económico y social del país.
El programa de duración determinada que se ha iniciado hoy contra las peores formas de trabajo infantil debería inspirarnos en este sentido.
Es muy satisfactorio que el nuevo Convenio sobre las peores formas de trabajo infantil, 1999 (núm. 182), haya recibido un amplio apoyo por parte de gobiernos y de otros interesados. Ese Convenio fue aprobado unánimemente por gobiernos, trabajadores y empleadores, lo que refleja un sólido consenso político en cuanto a la adopción de medidas inmediatas y urgentes. Ha llegado la hora de actuar.
Ninguna sociedad civilizada debe admitir la esclavitud o el trabajo forzoso infantil, la trata de niños o su servidumbre por deudas, la prostitución o la pornografía infantil, la utilización de niños en los ejércitos y otras formas de trabajo peligroso o de explotación de niños.
Estoy aquí para reiterar la voluntad política y el compromiso tanto personal como de mi Gobierno de hacer todo lo que esté a nuestro alcance para luchar contra las peores formas de trabajo infantil.
Permítanme describir ahora la situación del trabajo infantil en Tanzanía, con la esperanza de que pueda reflejar la situación que existe en muchos países menos desarrollados.
Los datos preliminares de la primera ronda de la Encuesta sobre el Trabajo Infantil 2000-2001 indican que en mi propio país hay 4,1 millones de niños, de un total de 10 millones de niños entre 5 y 14 años, que NO asisten a la escuela, de los cuales, la mayoría están realizando diferentes tipos de trabajo. Existen varios factores que contribuyen a crear esta situación en la República Unida de Tanzanía. La primera, y quizás la mas significativa, es la pobreza. Debido a sus bajos ingresos, a los padres pobres les ha resultado difícil satisfacer las necesidades básicas de sus hijos, inclusive las necesidades básicas de educación. Las sociedades africanas solían enorgullecerse de la seguridad social que ofrecía la familia más extensa y la aldea. Incluso existe un proverbio que dice: se requiere toda una aldea para criar a un niño. Aún así, la familia, en su sentido más extenso, se encuentra actualmente sometida a presiones muy graves. Las dificultades económicas obligan a los padres a centrarse sólo en el núcleo familiar. Como resultado se ha producido un rápido incremento del número de niños abandonados e ignorados, incluso huérfanos del VIH y del SIDA, o que se van de sus casas en busca de trabajo.
En segundo lugar, el programa de la escuela primaria no imparte los conocimientos funcionales que necesitan quienes completan su educación básica. Por tanto, no cabe sorprenderse de que algunos padres y algunos niños consideren que la educación es inútil y prefieran entrar en el mercado de trabajo de las personas sin formación.
En tercer lugar, las sociedades africanas se hallan en cierto modo, entre el tradicionalismo y la modernidad, y esta situación aumenta la presión que las reformas económicas imponen a la familia. Como resultado, hay cada vez más problemas familiares: altas tasas de divorcio, embarazos de adolescentes, nacimientos fuera del matrimonio, padres irresponsables y familias numerosas que envían a sus hijos a la calle o, de forma prematura, al mercado del trabajo.
En cuarto lugar, está el impacto de la pandemia del VIH/SIDA, que tiende a afectar más a los padres jóvenes.
La muerte de las cabezas de familia o su incapacidad para trabajar, debido a la enfermedad, crea graves dificultades para los niños. En la República Unida de Tanzanía hay casi un millón de huérfanos del VIH/SIDA. Ninguna familia tradicional, ni las más extensas, puede hacerse cargo de esta carga, y esto incrementa los casos de peores formas de trabajo infantil, por ejemplo, el comercio sexual.
En quinto lugar, en sus primeras fases, los ajustes estructurales y las reformas económicas tienden a beneficiar a los centros urbanos en detrimento de las zonas rurales. El deterioro de las condiciones de vida en las zonas rurales, en relación con las urbanas, hace que muchos niños y jóvenes acudan a las zonas urbanas en busca de un posible puesto de trabajo y de una vida mejor.
En sexto lugar, las prácticas culturales obsoletas, como casamientos tempranos o concertados previamente, hacen que las jóvenes abandonen las escuelas. El abuso sexual y los embarazos prematuros causan daños graves y permanentes en el plano psicológico, mental, social y físico, que son nocivos para que los niños puedan convertirse en adultos responsables.
Aproximadamente el 50 por ciento de los hogares en la República Unida de Tanzanía viven por debajo del umbral de la pobreza y, como de costumbre, la pobreza es más pronunciada en las zonas rurales. Por tanto, el desarrollo y la transformación de las zonas rurales son un elemento clave de la lucha contra la pobreza y el trabajo infantil. También se ha establecido una relación entre la magnitud de las familias y la pobreza y, por ende, el trabajo infantil. Queda mucho por hacer para promover la planificación familiar y parte de la dificultad es la pobreza. En las familias pobres, hay muchas probabilidades de que los niños mueran de malnutrición o de enfermedad. Por esta razón, los padres, de hecho, se aseguran al tener más hijos. Los padres pobres, en general, tienen menos acceso a servicios de planificación familiar. Existen, además, factores culturales y religiosos.
A menudo recuerdo la observación de Indira Gandhi, difunta Primera Ministra de la India, que dijo: Tener hijos no sólo se considera una bendición religiosa sino también una inversión. Cuantos más hijos tengas, dicen algunos indios, más brazos habrá para pedir limosnas.
En la sociedad de la República Unida de Tanzanía podríamos decir: Cuantos más hijos tengas, dicen algunos habitantes de la República Unida de Tanzanía, más brazos habrá para trabajar y más ingresos podrán aportar.
Es importante entender el vínculo entre fertilidad, pobreza y trabajo infantil, para erradicar la pobreza a largo plazo. Los niños más jóvenes de las grandes familias no sólo mueren con más frecuencia sino que los que sobreviven comienzan a trabajar más temprano y tienen menos probabilidades de asistir a la escuela. Ello les coloca en una situación de riesgo, es decir, de tener hijos siendo muy jóvenes, hijos que van a terminar siendo enviados a trabajar en lugar de a la escuela y así entran en el círculo vicioso de la pobreza. Estoy aquí para manifestar sinceramente que la voluntad política de realizar esfuerzos concertados y la cooperación entre países ricos y pobres puede romper este círculo vicioso.
En la República Unida de Tanzanía hemos aprendido por experiencia que las cuestiones de la pobreza y del trabajo infantil no se pueden resolver sin tener una firme economía.
A finales de los años sesenta y setenta, avanzamos mucho en la prestación de servicios sociales, y logramos la educación primaria casi universal a principios de los ochenta, pero el mantenimiento de esos logros depende cada vez más de la ayuda externa y no se basa en una economía interna fuerte y en expansión. Como resultado, la disminución de la ayuda por un lado, y los largos períodos de estancamiento económico por otro, han deteriorado nuestro sistema de servicio social. Ya no podemos mantener la infraestructura ni tampoco financiar los suministros necesarios.
Ante el rápido incremento del tamaño del mercado de trabajo local, el estancamiento de la economía ha impedido generar empleo productivo. Durante los 15 últimos años nos hemos embarcado en un proceso penoso pero necesario de reforma económico y ajuste estructural. Los presupuestos restrictivos dejan dar muy poca cabida a las inversiones en prestación de servicios sociales.
Además, hay que añadir las restricciones introducidas en los sectores público y privado, así como la introducción de medidas de recuperación de costes en educación y salud y agua, con precios que teníamos que pagar antes de poder empezar a superar el declive económico y crear las bases de una economía en crecimiento sostenible.
El Gobierno de mi país se sumó a la campaña mundial contra el trabajo infantil en 1994, cuando firmamos el Memorándum de Entendimiento con la OIT y comenzamos a poner en práctica un programa nacional de acción sobre el trabajo infantil con apoyo del Programa Internacional para la Erradicación del Trabajo Infantil (IPEC).
La voluntad política para la puesta en práctica del programa de acción ha sido poderosa y firme. Junto con otros interlocutores sociales y organizaciones no gubernamentales, hemos observado un aumento de la sensibilización ciudadana y del respaldo a la lucha contra el trabajo infantil en la República Unida de Tanzanía.
En 1998 ratificamos el Convenio núm.138 que establece la edad mínima para los trabajos no peligrosos en 14 años y la edad mínima para trabajos peligrosos en la edad de 18 años. Estamos preparando un plan de política general sobre el trabajo infantil que ya está en sus fases finales.
Tanzanía es uno de los tres países que se ha comprometido a poner en práctica un programa a plazo fijo para lograr la eliminación eficaz y sostenible de las peores formas de trabajo infantil. Estamos muy contentos y honrados por esta selección y agradecidos a los financiadores de este programa.
Hemos creado en mi país un entorno conducente a lograr este propósito, con los siguientes componentes. En primer lugar, hemos mostrado y seguimos desarrollando y mostrando una voluntad política y un compromiso firmes para las reformas políticas. En segundo lugar, hemos desarrollado nexos entre las acciones en materia de trabajo infantil y los esfuerzos para suministrar una educación básica universal de calidad y mitigar la pobreza en el contexto de nuestra estrategia de reducción de la pobreza.
En tercer lugar, hemos desarrollado asociaciones innovadoras con organizaciones internacionales e instituciones financieras multinacionales y la sociedad civil, con las cuales queremos promover el crecimiento económico y mejorar la distribución de los ingresos.
En cuarto lugar, estamos aumentando la capacidad necesaria para poner en marcha respuestas rápidas dirigidas a la prevención y la retirada y rehabilitación de las víctimas de las peores formas de trabajo infantil.
En quinto lugar, estamos emprendiendo toda una movilización social y una serie de campañas públicas para tratar las raíces mismas del problema, y , en sexto lugar, estamos desarrollando marcos y procedimientos para promover la responsabilidad pública ante este problema.
Tanzanía está comprometida firmemente con la eliminación del trabajo infantil en general, y de sus peores formas en particular. Hemos participado en los programas del IPEC desde 1995, con logros significativos. Este compromiso político se ve reforzado por nuestro empeño renovado por mejorar la educación básica y luchar contra la pobreza.
También estamos movilizando apoyos para cerciorarnos de que nuestro programa es exhaustivo en su cobertura y en su objetivo, con el fin de erradicar las peores formas de trabajo infantil para el año 2010, en línea con las metas de nuestro programa nacional de desarrollo 2025 y con nuestra estrategia de erradicación de la pobreza.
En cuanto a nuestras aspiraciones programáticas estratégicas, en primer lugar vamos a luchar para salvaguardar los derechos de los niños poniendo en práctica la ley de Educación, la legislación sobre la edad mínima y las medidas relativas al trabajo peligroso, a tenor de los convenios pertinentes. Vamos a incrementar también las campañas de concienciación públicas sobre las consecuencias del trabajo infantil y sobre todo en sus peores formas, y la movilización social para su eliminación.
En segundo lugar vamos a promover la educación, tratando los problemas de calidad y de acceso, incluyendo en ello reformas que aumenten la pertinencia del contenido de los programas de estudio respecto de la economía local. Ello incluirá planes de formación profesional que respondan a las necesidades de formación de los niños que trabajan y de los que abandonan la escuela. Además de ello, hemos decidido que al comenzar el próximo año académico la educación primaria será gratuita en mi país.
En tercer lugar, vamos a reducir el coste de oportunidad de la educación centrándonos con eficacia en las intervenciones para reducir la pobreza de los grupos más vulnerables. La eliminación del trabajo infantil constituirá una estrategia importante en la erradicación de la pobreza, y se integrará en los indicadores del programa.
En cuarto lugar, vamos a abordar las dimensiones sociales, de género y demográficas del trabajo infantil, incluyendo temas como el tamaño de la familia y las implicaciones de la incidencia creciente de huérfanos por el VIH/SIDA.
En quinto lugar, pretendemos crear un programa especial para proteger a los grupos más vulnerables, sobre todo los niños que corren el riesgo de acabar en la prostitución, el trabajo doméstico abusivo, el trabajo en las minas y la agricultura comercial.
El trabajo infantil constituye un serio reto al valor y a la imaginación de las naciones y al espíritu de cooperación de la comunidad internacional. Las víctimas no son meramente algunas, algunos miles, sino varias decenas de millones de niños en el mundo entero, sin distinción de raza, color o credo, que son explotados en el trabajo o bien están empleados en condiciones que ponen en serio peligro su salud, su seguridad, educación, moral, dignidad y autorrespeto. La cooperación internacional a este respecto no tiene que ser considerada como un mero escaparate para satisfacer la curiosidad o mitigar las ansiedades de la opinión pública nacional o internacional, sino como un medio para encontrar soluciones sostenibles a este grave problema. La cooperación internacional debe conceder igualmente prioridad a las intervenciones de apoyo para proteger a los niños muy jóvenes y a las niñas de la explotación económica y ello en razón de su inmensa vulnerabilidad.
Un proverbio africano dice: los perros no prefieren los huesos a la carne, es que nadie jamás les da un trozo de carne. Y no es que los africanos prefieran que sus hijos se vean expuestos a estas formas peores del trabajo infantil, como he señalado antes. Nosotros lanzamos un llamamiento por una acción conjunta, una afirmación de la necesidad de apoyo externo, porque sin este apoyo muchos padres no tendrán alternativa al trabajo infantil. Trabajando conjuntamente en el marco de este programa a tiempo fijo podemos brindar, tanto a los padres como a sus hijos, una opción. Sí, podemos hacerlo, pero única y exclusivamente si existe un apoyo externo suficiente y una coparticipación. Si los países ricos e industrializados quieren ayudar a Africa en forma eficaz y se comprometen con el continente a largo plazo, entonces que atiendan a las palabras de Confucio y nos ayuden invirtiendo en el futuro de nuestros hijos a través de la educación, la nutrición, la salud y su formación, porque el futuro de Africa pertenece a los hijos de Africa. Tienen que sobrevivir, tienen que estar bien nutridos, tienen que tener una educación sana y sólida, tienen que heredar una economía sostenible creciente y de amplia base.
Hace casi 80 años, un poeta de un país entonces menos desarrollado dijo cómo tenía que ser nuestra relación con nuestros hijos y me tomo la libertad de recordarlo: «Tus hijos no son tus hijos, son hijos de la nostalgia de la vida por sí misma. Vienen a través de ti, pero no de ti y aunque vivan contigo no te pertenecen. Puedes darles tu amor, pero no tus pensamientos; ellos tienen sus propios pensamientos. Puedes dar a su cuerpo un hogar, pero no a su alma, su alma vive en la casa del mañana, donde tú no puedes entrar ni aun en sueños. Puedes tratar de ser como ellos, pero no trates de que ellos sean como tú, porque la vida no va hacia atrás y no mira hacia el ayer. Tú eres el arco del que tus hijos salen disparados como flechas vivientes.»
Estoy aquí, para abogar por la habilitación de países como el mío, que quieren terminar con el trabajo infantil y liberar a nuestros hijos para que sean libres y tengan una base firme para el futuro que merecen. Un futuro para cuya construcción deben estar equipados mental y físicamente.
Puesto al día por HK. Aprobada por RH. Ultima actualización: 13 de junio de 2001.