El PRESIDENTE — El segundo punto del orden del día es el examen y
la adopción del informe de la Comisión de la Seguridad y Salud
en la Agricultura, que se reproduce en las Actas Provisionales
núm. 24.
Doy la palabra al Sr. A.B. Che’Man, delegado gubernamental de Malasia y Ponente
de la Comisión, para que presente el informe.
Original inglés: Sr. A.B. CHE’MAN (delegado
gubernamental, Malasia; Ponente de la Comisión de la Seguridad y Salud
en la Agricultura) — Antes de presentar los resultados de la labor de nuestra
Comisión, quiero felicitar al señor Presidente por su elección
a la presidencia de esta importante reunión de la Conferencia.
Es un verdadero placer presentar el informe de la Comisión de la Seguridad
y Salud en la Agricultura a esta Conferencia.
La innovación siempre es estimulante. Nuestra Comisión dio
una primera lectura a los instrumentos propuestos que plasman nuevas ideas.
Cuando el Convenio sobre las plantaciones, 1958 [y Protocolo, 1982] (núm.
110) fue adoptado, a fines de los años 50, las modalidades de trabajo
en las plantaciones correspondían al modelo industrial tradicional. Actualmente
la agricultura abarca grandes ámbitos del sector no estructurado y toda
nueva norma tendrá que dar cabida a las pequeñas empresas agrícolas
y los trabajadores independientes que desempeñan un papel importante
en este sector.
Nuestro informe, que figura en las Actas Provisionales núm. 24, indica
claramente los retos que tendrán que enfrentar los mecanismos tripartitos
de la OIT para extender la protección a quienes trabajan en la agricultura.
Esas personas necesitan protección. El primero de los informes que tenemos,
el Informe VI (1), recuerda que de los 350.000 accidentes de trabajo mortales
ocurridos en el mundo entero en 1997, 170.000 afectaron a trabajadores de la
agricultura. Se observa, aparte de la pérdida de vidas, la pérdida
de la calidad de vida. Según una encuesta reciente realizada en 26 países,
el 70 por ciento de los niños que trabajan lo hacen en la agricultura
y esto desde los cinco años de edad. Pueden estar expuestos a las mismas
herramientas y máquinas peligrosas, a los mismos venenos, a las mismas
sustancias y temperaturas que los adultos. Hay estudios que demuestran el vínculo
entre los peligros de la agricultura y las consecuencias que existen para las
mujeres embarazadas y para los niños.
La protección de la maternidad, el trabajo infantil, el sector no
estructurado, todos estos son sectores de mucha actividad para la OIT, pero
hay una serie de factores adicionales que hay que considerar si no queremos
que la agricultura siga siendo uno de los ámbitos más peligrosos
de las actividades humanas. Desde el control de las sustancias hasta la inspección
la lista es larga. La reglamentación del medio ambiente agrícola
es otra dificultad.
Los instrumentos de seguridad y salud en general deben tener en cuenta la
división de responsabilidades en los Estados Miembros, entre los ministerios
del trabajo y de la salud, y en el caso de la agricultura tenemos que agregar,
por lo menos, los ministerios de agricultura y del medio ambiente.
Es uno de los logros de nuestra Comisión el haber hecho que las conclusiones
abarquen tantos de estos factores. Las conclusiones, con miras al convenio,
sobre las que hemos empezado a trabajar y que figuran en el Informe VI (2),
proporcionan una buena base. Hemos mantenido la idea del convenio como uno de
nuestros objetivos. Los miembros gubernamentales de la Comisión fueron
casi unánimes en este sentido. Los miembros empleadores no están
a favor de un convenio pero han colaborado con buena voluntad para elaborar
esta parte de nuestras conclusiones.
La constante elaboración de normas sectoriales ha sido cuestionada,
no solamente en nuestra Comisión sino en la OIT y fuera de la Organización.
Pero nuestra Comisión consideró que no era justo que dos de los
tres sectores más peligrosos, la minería y la construcción,
tengan normas internacionales específicas cuando el tercero, que es la
agricultura, no las tiene.
Cabe recordar que la palabra «sector» puede hacer pensar en una
pequeña parte de algo. No obstante, el trabajo agrícola ocupa
a 1.300 millones de personas en el mundo, un porcentaje demasiado grande de
la humanidad para ser ignorado.
Las conclusiones propuestas con miras a un convenio y una recomendación
estarán sujetas a estudio y modificaciones. Esperamos que nuestro trabajo
haya sido un progreso y que el intercambio de ideas de las últimas dos
semanas nos permitirá volver el año que viene para elaborar y
refinar instrumentos que fijen normas para todos los trabajadores en la agricultura
igualmente altos que los de otros sectores que ya tienen convenios y recomendaciones.
Nuestra Comisión, que comparte el orden del día de esta Conferencia
con la Comisión de la Protección de la Maternidad, está
orgullosa de haber considerado la protección de la mujer en la agricultura,
que es uno de los puntos de las conclusiones propuestas con miras a un convenio.
Otro elemento de preocupación es la seguridad de las máquinas
y la ergonomía, donde debemos encontrar un buen equilibrio entre lo general
y lo específico en los dos instrumentos que estudiamos. La palabra equilibrio
me recuerda los esfuerzos que hemos hecho para que en los textos se tomen en
cuenta los intereses de los trabajadores independientes sin violar los principios
del tripartismo que es esencial para la OIT.
Esperamos con interés ver si nuestras innovaciones tienen éxito.
Nuestra Comisión llevó a cabo 16 reuniones y examinó 198
enmiendas. Se hicieron sólo cuatro votaciones, lo que demuestra nuestra
voluntad de lograr un consenso. En esta labor nos ayudó mucho el Sr.
George, nuestro Presidente, cuya paciencia ante interminables y complejos debates
fue ejemplar. El enfoque de los Vicepresidentes empleador y trabajador, el Sr.
Makeka y el Sr. Trotman, respectivamente, permitió que lográsemos
terminar nuestro trabajo en el plazo fijado y, como dijo el Vicepresidente trabajador,
aceptar no estar de acuerdo sin ser desagradable caracterizó nuestros
debates. La voluntad de los delegados de abandonar sus horas libres para trabajar
en pro de esa norma merece reconocimiento, como lo merece la capacidad del Comité
de Redacción de hacer frente a las dificultades jurídicas y lingüísticas
que presentan estas conclusiones. Saludo la presencia constante del Dr. Takala,
representante del Secretario General, y su equipo de colaboradores, secretarias,
mecanógrafos y otros cuyo trabajo ha sido esencial para el éxito
de nuestras actividades.
El fruto de esas actividades está plasmado en nuestro informe y conclusiones
y, con miras a ver en la próxima Conferencia este tema en el orden del
día, someto a la adopción de ustedes y a su consideración
este informe.
Original inglés: Sr. MAKEKA(delegado
de los empleadores, Lesotho; Vicepresidente empleador de la Comisión
de la Seguridad y Salud en la Agricultura) — Esta es la primera vez que
me dirijo a esta asamblea. Permítanme presentar al señor Presidente
mis felicitaciones, así como también a la Mesa, por una elección
unánime tan merecida.
La posición de los empleadores en relación con este tema fue
expresada claramente en la Comisión de la Seguridad y Salud en la Agricultura.
Queremos reiterar y recalcar nuestra posición, a saber: que no consideramos
que exista la necesidad de elaborar un convenio sobre este tema.
Ante todo, ya tenemos el Convenio sobre seguridad y salud de los trabajadores,
1981 (núm. 155) que abarca todos los sectores de la economía,
incluyendo la agricultura.
También tenemos el Convenio sobre la inspección del trabajo
(agricultura), 1969 (núm. 129) y el Convenio sobre los productos químicos,
1990 (núm. 170). Estos Convenios se aplican por igual a la agricultura
y cabe preguntarse, ¿por qué buscar otro convenio? La ratificación
de estos Convenios, lamentablemente, deja mucho que desear. El Convenio sobre
seguridad y salud de los trabajadores, 1981 (núm. 155) sólo ha
atraído 31 ratificaciones al 31 de diciembre de 1999. El Convenio sobre
la inspección del trabajo (agricultura), 1969 (núm. 129) ha recibido
38 ratificaciones, en tanto que el Convenio sobre los productos químicos,
1990 (núm. 170) sólo tiene nueve ratificaciones.
Lo que nosotros debemos hacer como Organización Internacional del
Trabajo es averiguar por qué estos Convenios tienen tan pocas ratificaciones
¿Es acaso porque tienen disposiciones muy ambiciosas que dificultan la
ratificación por parte de los gobiernos, o es porque no han sido promovidos
lo suficiente y con eficiencia?
El Grupo de los Empleadores se ha pronunciado repetidamente contra convenios
sobre sectores concretos porque tienden a crear o a provocar distorsiones en
las economías de nuestros países y a someter a los trabajadores
a normas diferentes y discriminatorias.
En segundo lugar, la Organización, a través del Consejo de
Administración, ya se está ocupando del tema de los mecanismos
y procedimientos normativos en su conjunto. Deberíamos haber esperado
el final de esa labor en lugar de proceder a proponer conclusiones con miras
a la adopción de un convenio y una recomendación en materia de
seguridad y salud en la agricultura.
Pensamos firmemente que la adopción de convenios por mayoría
es el principal problema por el cual no se ratifican los convenios. Los convenios
deben ser adoptados por consenso y no por un voto mayoritario. Un ejemplo clásico
de ese consenso lo tenemos en el Convenio sobre las peores formas de trabajo
infantil, 1999 (núm. 182), que se granjeó el apoyo de los interlocutores
tripartitos de esta Organización.
En cuanto al tema de salud y seguridad en la agricultura, la Comisión
decidió por un voto de mayoría en lugar de hacerlo por consenso,
que se establezca un convenio y una recomendación sobre esta cuestión.
Nosotros pensamos que esta mayoría está enviando un mensaje
claro sobre las perspectivas de ratificación después de que se
adopte y esto antes de haber examinado el contenido de las conclusiones propuestas,
lo que nos lleva a exhortar a los gobiernos, sobre todo de los países
en desarrollo, a revisar sus posiciones sobre esta cuestión antes de
la próxima Conferencia.
La agricultura es el principal empleador del mundo. Como empleadores atribuimos
gran importancia a la salud y seguridad de los trabajadores de este sector.
Sin embargo, pensamos que esta cuestión puede resolverse mejor mediante
un debate general, tal vez con miras a adoptar un protocolo al Convenio sobre
seguridad y salud de los trabajadores, 1981 (núm. 155), o directrices
para empleadores y trabajadores o, cuando mucho, una recomendación.
En cuanto al contenido de los instrumentos que la Comisión ha examinado
en su primera reunión, los empleadores están preocupados por una
modalidad que parece haberse instaurado en la Comisión, nuevamente por
mayoría, y que se aparta de las realidades económicas. En algunas
de las conclusiones propuestas parece olvidarse que la agricultura ya está
en los márgenes más bajos de supervivencia económica en
muchos aspectos. Los márgenes de rentabilidad son ínfimos y, sin
embargo, muchos países dependen de la agricultura para sobrevivir. No
entendemos cómo el pequeño agricultor de un país en desarrollo
pueda cumplir con algunas obligaciones plasmadas en el texto de las conclusiones
propuestas. Debemos destacar que esta Organización se enorgullece de
ser singular y única entre las instituciones especializadas de las Naciones
Unidas, por su carácter tripartito, que comprende gobiernos, empleadores
y trabajadores.
En el mundo del trabajo éstas son las únicas tres categorías
reconocidas dentro de las cuales puede enmarcarse cada parte interesada.
Nos complace que los agricultores de subsistencia estén excluidos
de estas conclusiones; no obstante, hemos incorporado una cuarta parte interesada,
es decir, la de los denominados «agricultores autónomos».
Hemos argumentado largamente en contra de su inclusión, tanto más
porque hablamos de un grupo que ni siquiera está representado en la Conferencia
para dar su opinión. Además, vemos en esto un precedente que,
a nuestro juicio, no es de buen augurio para el tripartismo de la Organización.
No pensamos que sea demasiado tarde para tratar este tema y excluir a esta
categoría de trabajadores del texto de las conclusiones propuestas. La
Oficina nos remite a una definición de «agricultor autónomo»
que lo sitúa en la categoría de empleador, no de trabajador.
A nuestro juicio, un agricultor autónomo no puede emplear a otra persona,
aunque sea temporariamente, porque sería un empleador y un trabajador
a la vez. Insistimos en que la Oficina vuelva a examinar esta definición
para poder tratar este tema de manera constructiva en la próxima reunión
de la Conferencia.
Nos preocupan las disposiciones sobre la evaluación de riesgo que
están redactadas de manera que impone una responsabilidad estricta a
los agricultores, lo que no es el caso en otros sectores de la economía.
Estamos muy disconformes con el consejo de la Oficina en cuanto que la frase
«en la medida en que sea razonable y práctico» no debería
utilizarse en el texto de los futuros instrumentos. A nuestro juicio ello va
más allá del mandato de la Oficina y afecta los derechos de los
delegados de hacer enmiendas.
Queremos que esta cuestión sea reconsiderada por la Oficina, e insistimos
en una opinión jurídica por escrito y reservamos el derecho de
estudiarla y tomar las medidas del caso.
También nos preocupan las disposiciones que no son específicas
de la agricultura, pero que tienden a discriminar a los empleadores en este
sector por oposición a otros sectores, como la llamada suspensión
de las actividades agrícolas por la autoridad competente sin pasar por
un proceso legal adecuado.
Nuestros intentos de limitar estas medidas drásticas a peligros inminentes
para los trabajadores, no tuvieron éxito. Además, los agricultores
deben tomar en cuenta ahora las necesidades de la mujer, sobre todo en lo que
se refiere al embarazo, la lactancia y la higiene de la reproducción.
Nuestros esfuerzos por señalar que estas cuestiones corresponden a
los instrumentos relativos a la maternidad que esta Conferencia está
tratando y que los empleadores de otros sectores no tienen la obligación
de hacerlo, tropezó con la oposición de la mayoría de los
representantes de los gobiernos y los trabajadores.
Además no sabemos cuáles son esas necesidades, y tal vez estemos
abriendo el camino hacia exigencias innecesarias y probables conflictos en el
lugar de trabajo.
Por cláusulas como éstas, los empleadores dudarían en
contratar trabajadoras, lo que sería una pena. Exhortamos a los gobiernos
a revisar su posición sobre esta cuestión mucho antes de la próxima
reunión.
La tendencia en el mundo es la desreglamentación para propiciar la
flexibilidad y la creación de empleo para combatir el desempleo galopante
que aqueja a los países en desarrollo. Estas conclusiones propuestas
van en sentido contrario. Estamos obligando a los gobiernos a adoptar leyes
y reglamentos sobre las denominadas instalaciones agrícolas, ampliamente
definidas en el documento de la OIT para abarcar incluso las estructuras temporarias.
Todo ello no hará sino inhibir el desarrollo y retrasar el crecimiento
económico y de la agricultura. Exhortamos a que se vuelva a considerar
este tema, porque una cosa es pedir a los gobiernos que sancionen las leyes
y los reglamentos necesarios, y otra, es obligarles a hacerlo. Lo mismo se aplica
a las disposiciones sobre los seguros obligatorios de accidentes y de enfermedad.
En el caso de mi país, Lesotho, a mí me interesa saber cómo
el Gobierno piensa abordar esta cuestión al haber votado a favor de un
convenio en la materia. Una cosa es exigir buscar sistemas obligatorios de seguro,
y otra, es poder financiarlos. Nuestra propuesta de ajustar esta cuestión
a las leyes y prácticas nacionales no fue aceptable para la Comisión.
Por último, pero no por ello menos importante, exhortamos a los gobiernos
a ser realistas con respecto a algunas de las imposiciones que se dictan a los
agricultores empleadores. No podemos obligar a los agricultores a abandonar
su actividad por las conclusiones que proponemos aquí ni establecer normas
que sabemos que no podrán cumplir. No podemos creer que los gobiernos,
en particular los de los países en desarrollo, voten a favor de una cláusula
que exige a los agricultores proporcionar instalaciones sanitarias y de aseo
separado para las trabajadoras y los trabajadores del campo.
Para concluir, exhortamos a todos los miembros de la Conferencia, sobre todo
a los gobiernos, a reflexionar seriamente sobre éstas y otras cuestiones
para que en la segunda discusión ll
eguemos a conclusiones que podamos suscribir todos. Hemos sembrado ya las
semillas de un texto este año, lo vamos a cosechar el año que
viene. Nuestra preocupación es que ahora van a aparecer muchas malezas
que van a comprometer la futura cosecha. Felicito al Sr. George, Presidente
de la Comisión de la Seguridad y Salud en la Agricultura, al Sr. Trotman,
Vicepresidente trabajador y al Sr. Che’Man, Ponente, por haber dirigido con
tanta competencia los asuntos de la Comisión. Felicito a la Secretaría
dirigida por el Dr. Takala por la asistencia y la cooperación que nos
han brindado. Vaya también nuestro agradecimiento a los intérpretes
que facilitaron nuestra comunicación. Finalmente, expreso mi agradecimiento
a mis asistentes Barbara Pekings y Jodie Stearns, esta última consejera
técnica de los empleadores de los Estados Unidos, que representó
a nuestro Grupo en el Comité de Redacción, a los delegados de
los empleadores y, por supuesto, a todo el Grupo de los Empleadores por el apoyo
y los consejos que me ha dado durante las discusiones.
Original inglés: Sr. TROTMAN(delegado
de los trabajadores, Barbados; Vicepresidente trabajador de la Comisión
de la Seguridad y Salud en la Agricultura) — Tengo el honor de dirigirme
a esta Conferencia en nombre de los miembros trabajadores de la Comisión
de la Seguridad y Salud en la Agricultura. Nos complace sobremanera que hayamos
podido trabajar para elaborar una norma que afecta a un 50 por ciento o más
de la población trabajadora, y afecta a todos los países que integran
esta familia de la OIT.
Francamente, yo creo, señor Presidente, que nadie desea ya escuchar
largas alocuciones a estas alturas. Por ello, me limito a refrendar lo dicho
por el Ponente, es decir que el documento refleja con fidelidad lo que se debatió
y que quizá convenga hacer algunos comentarios, para indicar algún
elemento adicional.
Siento no haber podido ser más breve, pero lo dicho por el Sr. Makeka
me lleva a formular algunas observaciones dictadas por la justicia. No voy a
referirme al concepto de determinar por consenso y no por mayoría, porque
esta cuestión forma parte de lo que se debate al máximo nivel
en el Consejo de Administración. Es una cuestión que se tratará
más adelante.
Sin embargo, estoy en desacuerdo, y creo que todo este Grupo lo está
también, con lo que se dijo en el proyecto de informe que corresponde
con la primera lectura del convenio, que señala que las exigencias decisivas
para los empleadores son demasiadas. Pensamos que son justas, razonables y fundamentales
por lo que los gobiernos y desde luego los empleadores no deberían tener
excesivas dificultades para atender estas cuestiones. Si en algunos aspectos
nos dirigimos a cuestiones específicas de la agricultura, pues no es
distinto de lo que hicimos en otros convenios que nos sirvieron de punto de
referencia. Espero que no se considere que estemos pidiendo algo excesivo, ya
que pedimos simplemente aseos para los trabajadores en el sector de la agricultura.
Nuestro Grupo no comparte la opinión de los que ponen en tela de juicio,
deniegan o desean impedir la creación de nuevas normas. Debemos protegernos
contra lo que no corresponde a la práctica, y debemos sacar conclusiones
basadas en las circunstancias de la sociedad mundial moderna. Ahora bien, a
estas alturas nuestra posición discrepa de la de muchos otros. Otros
desean que entreguemos nuestros mercados a los pocos que se afirman como los
más rápidos, y que a veces no se toman muchas molestias. Ellos
quisieran que entreguemos nuestra tierra, sobre todo hoy esa tierra tan hermosa
y con tanto potencial para desarrollar actividades no perjudiciales para el
medio ambiente. Si eso llegara a ocurrir, se esforzarían por mermar las
esperanzas de nuestra población y convencernos de que todas nuestras
aspiraciones en el contexto de su jungla mundializada, deberían ajustarse
a un paradigma que hará perdurar para siempre un sistema basado en las
clases, los privilegios y la pobreza.
En el debate reciente que celebramos sobre la seguridad y la salud en la
agricultura hemos tratado de levantar un reto frente a este paradigma y velar
por que los trabajadores en la agricultura tengan condiciones de trabajo y un
entorno de trabajo que no sea menos respetable, ni menos humano que los que
logran otros trabajadores como cosa normal y lógica.
Estamos seguros, somos realistas y entendemos que la índole del trabajo
hará que haya algunas diferencias en cuanto a los pormenores y detalles.
Insistimos, sin embargo, en que el principio de analogía debe observarse.
Hemos tenido algunas dificultades, tanto por parte de los empleadores, como
por algunos gobiernos, con respecto al manejo de algunas facilidades y servicios
básicos relacionados con el respecto de la dignidad humana. Son cuestiones
que habrá que volver a examinar. Nadie debe sentirse avergonzado.
Tendremos que volver a hablar de cómo empleadores y trabajadores pueden
colaborar conjuntamente de manera eficaz para vigilar y aplicar algunas de las
facilidades y servicios de seguridad y salud cuando el número de trabajadores
es muy escaso y cuando los recursos no permiten que haya comisiones conjuntas
o paritarias de seguridad y salud. Así pues volvemos sobre el tema de
los inspectores ambulantes. Hemos indicado que las condiciones especiales de
los trabajadores a destajo deben ser objeto de un examen más pormenorizado,
porque a nuestros ojos, ese trabajo se desarrolla en condiciones especialmente
peligrosas, no solamente en la agricultura, sino también en otros sectores.
Hemos de examinar la protección de sustancias químicas peligrosas
y plaguicidas con más detalle de lo que lo hicimos en la primera discusión.
Nos damos cuenta de que los empleadores y también algunos gobiernos
están también preocupados por algunas áreas y en algunos
casos conjuntamente con los empleadores hemos pedido a la Oficina que vuelva
a examinar algunos aspectos tratados en la primera discusión. Entendemos
que, independientemente de cuáles puedan ser las opiniones sobre los
convenios futuros, los empleadores y los gobiernos deberían ser capaces,
ahora y en el año 2001, de encontrar en estas conclusiones propuestas
para la adopción de un convenio y una recomendación, elementos
sobre los que podamos ponernos fácilmente de acuerdo, tal como lo hicimos
sobre la cuestión del trabajo infantil.
Nos unimos a los que agradecieron a la Oficina el trabajo preparatorio, no
es necesario entrar en los pormenores, ya lo hicimos en la propia Comisión.
Por ello, quiero expresar nuestra gratitud a todos los del Grupo de los Empleadores,
de los Gobiernos y de nuestro Grupo, y a quienes colaboraron en este proyecto.
Me gustaría subrayar que han actuado no sólo para ellos mismos
sino también para toda la familia tripartita con el fin de realzar la
dignidad humana.
Original inglés: Sr. GEORGE(delegado
gubernamental, Nigeria; Presidente de la Comisión de la Seguridad y Salud
en la Agricultura) — Es un gran honor poder intervenir en estos momentos
en la sesión plenaria de la Conferencia.
La mayoría de los Estados Miembros de esta Organización estima
que la agricultura es un sector que conlleva un elevado riesgo. Es significativo
que sólo dos Estados Miembros tengan una legislación sobre seguridad
y salud que se aplique de manera completa a la agricultura.
Algunos cuentan con una legislación nacional que no excluye la agricultura,
pero que no se dirige de manera exclusiva a dicho sector.
He aquí la razón por la que el Consejo de Administración
en su 271.ª reunión, celebrada en marzo de l998, decidió
incluir el tema de la seguridad y salud en la agricultura en el orden del día
de la 88.ª reunión de la Conferencia Internacional del Trabajo del
año 2000.
La Comisión tuvo como tarea examinar las propuestas de conclusión
en materia de seguridad y salud en la agricultura en el primer debate y proponer
un instrumento que proteja la seguridad y salud de los trabajadores del sector
agrícola.
En los últimos diez días, a lo largo de 16 sesiones, hemos
debatido de forma detallada y amplia las propuestas de conclusiones con el fin
de alcanzar un acuerdo en relación con una norma sobre seguridad y salud
en la agricultura. El primer obstáculo que despejamos fue que las propuestas
de conclusión podían desembocar en un convenio o una recomendación.
Me satisface constatar que, tras amplios debates, la Comisión convino
en proponer un convenio acompañado de una recomendación. A continuación,
procedimos a examinar, punto por punto, las propuestas de conclusión
elaboradas por la Oficina.
Durante nuestros debates que, en su mayoría, fueron estimulantes,
hubo propuestas relativas a la enmienda y la supresión de diferentes
frases, cláusulas y artículos. Las propuestas que acordamos se
consideraron no sólo jurídicamente correctas, sino lo suficientemente
flexibles como para ser adoptadas por muchos países.
Todos los grupos de la Comisión tripartita, tras debates en profundidad,
acordaron incluir todos los procesos que están presentes en la agricultura,
desde el cultivo hasta la cosecha, pasando por la ganadería y la silvicultura.
Todo ello quedaba incluido en la definición de agricultura. Se ha excluido,
sin embargo, la explotación industrial de la silvicultura de la definición
de agricultura, ya que se trata de procesos cubiertos en un Repertorio de recomendaciones
prácticas de la OIT sobre seguridad y salud en el trabajo forestal.
Las responsabilidades de las autoridades competentes y de los empleadores,
junto con los derechos y obligaciones de los trabajadores, son cosas conocidas
de todos. Por ello, la Comisión logró alcanzar un acuerdo sobre
una serie de puntos importantes en virtud de las disposiciones generales del
proyecto de documento. Se emplearon argumentos parecidos para determinar las
responsabilidades, los derechos y las obligaciones de cada grupo del acuerdo
tripartito por lo que respecta a las medidas de prevención y protección.
Los miembros de la Comisión examinaron con talante crítico
la ergonomía y la tecnología relativas a la agricultura y llegaron
a la conclusión de que haría falta añadir a los proyectos
de documento medidas adicionales, que se concretaran en forma de artículos,
para velar por todos los trabajadores que trabajan en este sector. Los miembros
de la Comisión acordaron que la seguridad de la maquinaria agrícola
debería quedar sometida a la normalización para que el convenio
pueda aplicarse de forma general.
Los fertilizantes, los plaguicidas y otras sustancias químicas se
utilizan ampliamente en el sector. Son sustancias que, por lo tanto, merecieron
un examen especial y que serán objeto de un proyecto de norma para proteger
la seguridad y salud de los trabajadores. Deben utilizarse textos adecuados
en el idioma del país usuario para difundir información sobre
los productos químicos. Los trabajadores jóvenes, meticulosamente
definidos en el proyecto de convenio, deberían estar completamente protegidos
frente al trabajo peligroso.
Las mujeres trabajadoras también merecieron una atención especial
en el proyecto de convenio.
Los miembros de la Comisión examinaron detenidamente todos los aspectos
del proyecto de recomendación. Se introdujeron medidas adicionales para
poner en práctica los puntos pertinentes ya tratados en el proyecto de
convenio.
Voy a concluir este breve discurso insistiendo en que la Comisión
estimó que el Convenio sobre seguridad y salud de los trabajadores, 1981
(núm. 155), era muy útil para lograr un consenso sobre algunos
aspectos de este proyecto de convenio.
Deseamos dar las gracias a la Oficina y a la Secretaría por haber
presentado conclusiones de amplio alcance que sirvieron como documento de trabajo.
Instamos sinceramente a la plenaria a que apoye nuestra conclusión, y
recomendamos que se adopte este texto para que exista un convenio acompañado
de una recomendación,
El PRESIDENTE — Se abre ahora la discusión general sobre el informe
de la Comisión de la Seguridad y Salud en la Agricultura
Original inglés: Sr. AGARWAL(consejero
técnico de los empleadores, India) — Es la primera oportunidad que
tengo de participar en una Conferencia anual de la OIT. Tuve el privilegio de
representar a los empleadores indios en la Comisión de la Seguridad y
Salud en la Agricultura.
La India es un gran país, tanto por lo que respecta a su población
como a su superficie. Es también uno de los mayores productores mundiales
de diferentes productos agrícolas. Durante las deliberaciones de mi Grupo
y las reuniones tripartitas tuve presente y manifesté la opinión
de que las disposiciones de un instrumento internacional debieran ser de tal
índole como para que fuesen ratificadas y aplicadas sin detrimento de
los intereses de los trabajadores o de los empleadores. Si el instrumento no
es lo suficientemente flexible como para admitir los diferentes puntos de vista
y prácticas corrientes en las distintas regiones del mundo, se desvirtúa
la finalidad misma de la legislación internacional del trabajo anulada,
ya que no se podrá conseguir un número satisfactorio de ratificaciones.
Estoy convencido de que si un instrumento no logra una amplia ratificación
ello no beneficiará en absoluto a los trabajadores. La India es un país
fundamentalmente agrícola y entiendo que las disposiciones deberían
ser tales como para que podamos sentirnos partícipes en este proceso.
Las disposiciones del presente Convenio no tienen utilidad práctica para
nosotros aunque toda nuestra economía se basa en la agricultura.
Las conclusiones propuestas con miras a la adopción de un convenio,
resultado de dos semanas de arduas deliberaciones, contienen disposiciones tan
poco prácticas como el prever aseos químicos y comidas calientes
en las granjas. La reglamentación relativa a los edificios agrícolas
no tiene significado para países como la India, y su aplicación
serviría simplemente para aumentar los costos para los pequeños
agricultores. Asimismo, me parece que la definición de «agricultores
autónomos» no es correcta, sobre todo por lo que respecta al Asia
sudoriental. En ésta, los pequeños agricultores autónomos
no emplean trabajadores agrícolas permanentes y, por lo tanto, sería
un error incluirlos en este futuro instrumento. Una vez más, hago un
llamado para que se tengan en cuenta las condiciones propias de nuestras regiones.
Cada mañana, los agricultores partimos a trabajar en los campos: pedirnos
que instalemos allí servicios higiénicos es un error total, y
va contra la tradición y la práctica.
¿Es esto factible en los países en desarrollo más pobres,
y sobre todo donde la tierra está dividida en parcelas muy pequeñas?
Si quienes abogan en pro de la inclusión de disposiciones tan poco prácticas
en un convenio no piensan en la ratificación o tal vez desean excluir
a los países en desarrollo, y sobre todo a países como la India,
significaría que ha llegado la hora de revisar la metodología
básica de la OIT. Tales partidarios de instrumentos tan rígidos
y poco prácticos no pueden pretender que están sirviendo fielmente
a sus mandantes.
Felizmente, el debate de este año es sólo la primera discusión
del tema. Espero que los miembros de la Comisión, y en particular los
gobiernos, meditarán sobre la cuestión y adoptarán un enfoque
realista cuando nos congreguemos nuevamente durante la 89.ª reunión
de la Conferencia.
Original inglés: Sr. POTTER(consejero
técnico y delegado suplente de los empleadores, Estados Unidos) —
Voy a formular algunos comentarios en nombre de Jodie Stearns, hija de agricultores
que con su esposo explota una granja de 1.500 acres en el Estado de Ohio en
Estados Unidos. A continuación reproduciré sus palabras y verán
que es un discurso bastante apasionado sobre la agricultura.
«Soy agricultora en Estados Unidos donde mi familia y yo empleamos
a unos 125 trabajadores para cosechar pepinillos para encurtido y plantar pimientos.
He pasado las dos últimas semanas con empleadores agrícolas de
otros países y he podido comprobar que sus preocupaciones son muy similares
a las nuestras, que presentó tan hábilmente nuestro portavoz,
el Sr. Makeka.
El propósito de este instrumento, como se señala en el primer
párrafo de las conclusiones propuestas, es garantizar que los trabajadores
del sector agrícola disfruten de una protección en materia de
seguridad y salud equivalente a la que reciben los trabajadores de otros sectores
de la economía. Sin embargo, el objetivo enunciado se ha diluido completamente
ya que las propuestas contenidas en el documento exceden con mucho la protección
que se garantiza a los trabajadores de otros sectores. En mi opinión,
este proyecto de instrumento tiene tantos defectos que ningún gobierno
razonable podría considerar ratificarlo. El Sr. Makeka ya se refirió
a la cuestión de los agricultores autónomos y sólo desearía
añadir que las empresas estadounidenses apoyan su postura al respecto.
El segundo punto que fue motivo de preocupación es el requisito de
que los empleadores tengan en cuenta las necesidades propias de las trabajadoras
agrícolas en lo que respecta al embarazo, la lactancia y la salud reproductiva.
Es difícil de prever qué podría hacer una trabajadora agrícola
a este respecto ya que en el campo no suele haber instalaciones para este fin
y las interrupciones no son posibles, cuando se está cosechando en equipo,
especialmente cuando se trata de productos perecederos. Además no sería
adecuado para la salud y bienestar del niño llevarlo al campo.
La salud reproductiva, la lactancia y el embarazo no son temas apropiados
para ser incluidos en un proyecto de instrumento de ese tipo, y no forman parte
de ningún otro convenio afín sobre otra industria o sector específico.
Otra preocupación para los empleadores agrícolas de los Estados
Unidos es la del seguro obligatorio para los empleadores y los agricultores
autónomos. Es otra cuestión que no se trata en ningún otro
convenio de un sector específico y debería corresponder a los
gobiernos, nacionales y locales determinar sobre la cuestión con arreglo
a las condiciones prevalecientes. Imponer un seguro obligatorio a todos los
trabajadores agrícolas es demasiado amplio y, en el mejor de los casos,
debería formar parte de una recomendación. Muchos gobiernos no
estarán dispuestos a ratificar este instrumento, sobre todo a la luz
de que los agricultores autónomos quedan incluidos en esa gran visión
que prevé un seguro obligatorio para todos.
Otro principio inapropiado e inviable que se ha incluido en este instrumento,
son las consideraciones ergonómicas en relación con la maquinaria
e incluso el uso de herramientas. Esta propuesta no se basa en ninguna investigación
científica porque nunca se han hecho estudios ergonómicos en la
agricultura. Ignora también la cuestión de cómo un agricultor
debe cumplir con tal recomendación; ¿debería poner a prueba
toda una serie de tractores y luego tomar su decisión de cuál
va a comprar, cuál es más suave y no basarse en los costos, los
caballos de potencia y la garantía? ¿Dónde va a encontrar
el agricultor la azada ergonómicamente correcta para sus trabajadores
o un balde ergonómicamente correcto para la cosecha? Es ridículo
plantear estas cuestiones, sin embargo, este es el enfoque con el que se va
a ver la recomendación.
Cumplimentar esta recomendación representaría una pesada carga
para los gobiernos y aumentaría el costo de la maquinaria y herramientas
agrícolas, porque los proveedores simplemente van a trasladar estos costos.
La disposición va más allá de lo que se proponía
y no podrá ser ratificada por ningún gobierno razonable.
Prever instalaciones sanitarias y de aseo para hombres y mujeres en forma
separada, mientras que trabajan en el campo es realmente lo más absurdo.
Es inconcebible que un pequeño agricultor pueda cumplir tal requisito,
y los costos serían prohibitivos. En mi granja, por ejemplo, los aseos
portátiles se colocan cerca de donde trabajan los trabajadores. No sería
práctico si colocáramos los aseos en extremos apartados del campo.
Para aplicar esta disposición, tendría que colocar los aseos en
extremos opuestos, unos para hombres y otros para mujeres, o los trabajadores
tendrían que atravesar todo el campo para ir al aseo, incluso si al lado
hay un aseo para el sexo opuesto. No hay ninguna explicación plausible
que explique por qué hombres y mujeres no pueden utilizar el mismo aseo,
y lavarse las manos en el mismo lugar. Por otra parte, no hay ninguna recomendación
para ningún otro sector, en ningún otro documento de la OIT que
prevea esto, y sin duda no favorece la seguridad y salud para los trabajadores.
Es evidente que es una carga excesiva e incluso constituye un acoso para los
agricultores. Esperamos que los criterios razonables prevalezcan cuando volvamos
a tratar la cuestión el próximo año.
La agricultura es un sector único y los empleadores están en
los últimos peldaños de la economía. El proyecto de instrumento
crea costos onerosos que el agricultor, al contrario de otras empresas, no podrá
trasladar al precio del producto.
Este proyecto no puede considerarse como algo serio, por parte de ningún
país que conceda gran valor a su agricultura y respete a sus empleadores
agrícolas. Con su forma actual, simplemente no puede ratificarse.»
Original inglés: Sr. YADAV(Ministro
de Trabajo, Gobierno de Andhra Pradesh, India) — Como sabrán
ustedes, tenemos la mayor población de trabajadores agrícolas
en mi país, aproximadamente 150 millones de personas, y como nación,
como gobierno, deseamos preservar su bienestar, salud y seguridad. La iniciativa
adoptada por la OIT de elaborar un instrumento internacional, a saber un convenio
y una recomendación sobre la salud y la seguridad de los trabajadores
agrícolas, es algo oportuno y loable. Las actividades agrícolas
son sumamente variopintas, van desde las explotaciones más modernas hasta
las medianas y pequeñas explotaciones y las marginales, e incluso pueden
incluir a los cosechadores, los ocupantes ilegales y las poblaciones indígenas.
Según estimaciones de la OIT hay 1.300 millones de trabajadores en el
sector agrícola en todo el mundo y todos los años se producen
unos 170.000 accidentes del trabajo en este sector. Por esta razón se
considera que éste es uno de los sectores más peligrosos junto
con el de la minería y la construcción, de allí la necesidad
de brindar protección y seguridad a estos trabajadores. En los países
en desarrollo, la mayoría de las explotaciones son pequeñas y
medianas, y a menudo toda la familia trabaja en las actividades agrícolas.
En general estos trabajadores son pobres y cuentan con poca educación,
sufren de desnutrición y son víctimas de enfermedades crónicas.
Tampoco tienen acceso a servicios de salud, ni sociales. Muchos migran de las
regiones pobres hacia las regiones más ricas en busca de una situación
más próspera. Algunos migran por intermedio de un subcontratista.
Todos ellos se ven expuestos a distintos tipos de traumas como la exclusión
social, la explotación por empleadores despiadados. En la India, la mayoría
de estos trabajadores agrícolas pertenecen a las capas más desfavorecidas
de la sociedad. Hay una serie de leyes sobre las condiciones de trabajo y de
vida de estas personas en mi país, como la ley sobre remuneración
de 1923, la ley sobre salarios mínimos de 1948, la ley sobre los trabajadores
de las plantaciones de 1951, la ley sobre las cajas de pensiones y otras disposiciones
de 1952, la ley sobre insecticidas de 1968, la ley sobre contratos de trabajo
de 1970, la ley sobre igualdad de remuneración de 1976, la ley interestatal
de trabajadores migrantes de 1979, la ley sobre emisiones de gases peligrosos
de 1983, la ley sobre la prohibición del trabajo infantil de 1983, etc.
Muchas de estas leyes contienen disposiciones sobre la salud y seguridad
de los trabajadores agrícolas, pero queda mucho más por hacer.
A fin de tomar medidas en este sentido, hemos emprendido la tarea de elaborar
una ley completa sobre estas cuestiones. Por eso agradecemos esta medida adoptada
en la OIT. Las disposiciones de los instrumentos de la OIT son lo suficientemente
amplias como para abarcar a la mayoría de los trabajadores y cuando se
apliquen sin duda aliviarán la situación de un gran número
de trabajadores de todo el mundo y de muchos trabajadores agrícolas de
la India. Por ello, es motivo de satisfacción que la Comisión
de la Seguridad y Salud en la Agricultura haya concluido sus labores elaborando
un proyecto de conclusiones.
Si bien algunas de estas normas pueden plantear dificultades en algunos países
en desarrollo que deseen ratificar el convenio, seguimos apoyando categóricamente
esta propuesta, ya que plasma nuestra visión de un lugar de trabajo saludable
para los trabajadores agrícolas.
Original inglés: Sr. HAKANSSON(consejero
técnico de los trabajadores, Suecia) — En nombre del Sindicato de
trabajadores agrícolas de Suecia y de la Asociación Internacional
de Agricultores, tengo el placer de dirigirme a la 88.ª reunión
de la Conferencia Internacional del Trabajo. También en nombre de ambas
organizaciones agradezco la presentación de las conclusiones propuestas
con miras a la adopción de un convenio sobre la seguridad y la salud
en la agricultura, que a su juicio representan un primer paso positivo para
mejorar las condiciones de trabajo en una de las tres industrias más
peligrosas.
Si bien el proceso ha de completarse en la reunión de la Conferencia
Internacional del Trabajo del año próximo, el apoyo significativo
que ha recibido el documento nos permite augurar que el año que viene
el segundo debate será constructivo y positivo y concluirá con
la adopción de un convenio y la recomendación correspondiente
en la reunión de la Conferencia de la OIT en junio del 2001.
Intervengo en nombre de millones de trabajadores agrícolas, cuyos
sindicatos están afiliados a la Asociación Internacional de Agricultores,
de un sector que, junto con la minería y la construcción, registra
lamentablemente una de las tasas más altas de accidentes, incluso mortales,
y de enfermedades profesionales. Más de la mitad de los 300.000 accidentes
mortales que se producen cada año en el trabajo, corresponden al sector
agrícola, que, según las estimaciones cuenta con 1.300 millones
de trabajadores en todo el mundo. Los trabajadores agrícolas también
constituyen gran parte de los 250 millones de trabajadores que sufren lesiones
cada año y de los más de 160 millones que padecen enfermedades
por quedar expuestos a riesgos y peligros en el lugar de trabajo.
Al tomar disposiciones para la adopción de un convenio y una recomendación,
la OIT ha expresado su compromiso respecto de los trabajadores asalariados o
independientes, del sector agrícola, que emplea aproximadamente al 50
por ciento de la fuerza de trabajo mundial. La OIT, una vez más, ha establecido
que necesitamos unas normas internacionales mínimas, unas normas sociales
básicas, si queremos que en el futuro el desarrollo sea sostenible y
equitativo. Sin estas normas, el desarrollo no será nunca equitativo
ni sostenible.
Ese futuro instrumento responderá a la necesidad de disponer de unas
normas internacionales mínimas sobre ésta y otras cuestiones que
afectan la salud y la seguridad de quienes trabajan en el sector agrícola.
Permítanme aprovechar esta oportunidad para expresar mis agradecimiento
a la Oficina y a la Secretaría, así como a los miembros de la
Oficina de la Comisión, con los que llevo trabajando dos semanas, a la
Mesa de la Comisión y, en particular, al Vicepresidente trabajador que
han conseguido que lleguemos a buen puerto en esta primera lectura. Confiamos
en que el futuro instrumento sea ampliamente ratificado, tras su adopción
el año próximo y en que tenga repercusiones positivas y significativas
sobre el terreno. Los trabajadores agrícolas y los sindicatos del mundo
garantizan su apoyo para conseguir este objetivo.
Original inglés: Sra. SIMIYU(consejera
técnica de los trabajadores, Kenya) — Agradezco esta oportunidad
de hablar para secundar los comentarios del portavoz del Grupo de los Trabajadores
de la Comisión de la Seguridad y Salud en la Agricultura, Sr. Trotman.
Aprovecho esta oportunidad también para dejar constancia del agradecimiento
del Grupo de los Trabajadores al Sr. Trotman por su excelente labor.
Hemos realizado avances considerables en estas últimas semanas y hemos
conseguido elaborar estos dos instrumentos: un convenio y una recomendación
que tienen el potencial de mejorar la vida de millones de trabajadores. Son
específicos al sector donde se emplea aproximadamente la mitad de la
fuerza del trabajo del mundo.
Las mujeres constituyen una parte importante de la mano de obra como trabajadoras
independientes, trabajadoras estacionales y ocasionales, pero su contribución
se ha infravalorado y hay grandes diferencias y discriminación en función
del sexo. En la agricultura las mujeres también son víctimas de
un alto índice de lesiones según los estudios realizados por la
OIT. Es frecuente que se trabaje de manera muy ardua en la cosecha. El riesgo
de aborto tiene una relación directa con la exposición a los pesticidas.
Por eso, en este convenio se pide que se preste particular atención a
las necesidades de las trabajadoras agrícolas. Si se aplica, ello no
sólo permitirá mejorar, de manera significativa, la salud y seguridad
de las mujeres en la actualidad, sino también las de las generaciones
futuras.
Espero que en 2001 prosigamos con los excelentes progresos realizados este
año y adoptemos un convenio fuerte respaldado por su correspondiente
recomendación.
El PRESIDENTE — Ahora procederemos a la adopción del informe, así
como de las conclusiones propuestas y de la resolución que lo acompañan.
Comenzaremos por el informe propiamente dicho, es decir, el resumen de las deliberaciones
en la Comisión, el cual figura en los párrafos 1 a 273. Si no
hay objeciones, ¿puedo considerar que se adopta el informe, párrafos
1 a 273?
(Se adopta el informe, párrafos 1 a 273.)
Conclusiones propuestas por la Comisión
de la Seguridad y Salud en la Agricultura: Adopción
El PRESIDENTE — Procederemos ahora a la adopción de las conclusiones
propuestas por la Comisión. Si no hay objeciones, ¿puedo considerar
que se adoptan estas conclusiones, contenidas en los párrafos 1 a 38?
(Se adoptan las conclusiones propuestas, párrafos 1 a 38.)
Resolución sobre la inscripción en el orden del día
de la próxima reunión ordinaria de la Conferencia de la cuestión
titulada: «Seguridad y salud en la agricultura»: Adopción
El PRESIDENTE — Procederemos ahora a la adopción de esta resolución.
Si no hay objeciones, ¿puedo considerar que se adopta la resolución?
(Se adopta la resolución.)
Quiero agradecer a los miembros de la Mesa y de la Comisión, así
como también a la Secretaría, por la excelente labor que han realizado.
Puesto al día por HK. Aprobada
por RH. Ultima actualización: 13 de junio de 2000.