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COVID-19: transitar la emergencia, mitigar los efectos, prepararnos para la recuperación

"¿Por qué y cómo prepararnos para la recuperación? Mientras tenemos miles de trabajadores en la primera línea atendiendo las urgencias de salud y la provisión de bienes y servicios esenciales, el resto de los actores productivos debemos prepararnos para la recuperación a efectos que esta pueda ser pronta y en condiciones de trabajo decente", señala el Director de OIT Cono Sur.

Opinión | 18 de junio de 2020
Por Fabio Bertranou, director de la Oficina de OIT para el Cono Sur de América Latina*

América Latina es el nuevo foco de la pandemia mundial producto de la COVID-19 y Chile, a pesar de los progresos de las últimas tres décadas, está siendo fuertemente afectado. Desde la crisis de la deuda en los años ochenta que no se presentaban situaciones tan difíciles desde el punto de vista social y productivo. Es cada vez más claro que la pospandemia nos encontrará con más desocupación, con menos empresas, con más informalidad, con cadenas de suministro dañadas, con más chilenos y chilenas pobres, y con más desigualdad.

El tránsito por esta etapa de emergencia y la mitigación de la crisis está siendo resuelto con políticas fiscales, monetarias y sociales, que como en cualquier país, generan debate y visiones encontradas. En Chile, la relativa buena posición fiscal y la construcción de instituciones y mecanismos para afrontar las crisis a partir de las experiencias pasadas, como el Seguro de Cesantía a partir de fines de los noventa, han servido para paliar en el corto plazo las pérdidas de ingresos laborales de los trabajadores. Sin embargo, el alcance de estas instituciones y la velocidad de respuesta de otros mecanismos públicos y privados han sido acotados, llevando a que la emergencia tenga incluso una dimensión alimentaria.

Aun cuando no sepamos hasta dónde se profundizará la crisis ni cuánto tiempo se extenderá, existen algunas certezas importantes. La organización de la producción y el trabajo continuarán cambiando sustancialmente, y la COVID-19 incluso podría acelerarlos. Durante los últimos años estuvimos dialogando y debatiendo sobre el futuro del trabajo, la velocidad de las transformaciones que imponía la revolución industrial 4.0, la profundidad que estaba alcanzando la globalización e integración financiera mundial, entre otros. Hoy, el escenario para la recuperación y la pospandemia es definitivamente distinto, marcado por una crisis que dejará secuelas de largo plazo por la fuerte caída de los ingresos para empresas y trabajadores debido a la paralización de actividades económicas, el confinamiento y el aumento de la desocupación. Solo basta recordar que, para América Latina, la crisis de la deuda de los años ochenta implicó 14 años para recuperar el PIB per cápita de 1980 y 25 años para recuperar los menores niveles de pobreza. Esta crisis, podría implicar borrar los progresos en reducción de la pobreza de los últimos 13 años.

¿Por qué y cómo prepararnos para la recuperación? Mientras tenemos miles de trabajadores en la primera línea atendiendo las urgencias de salud y la producción y provisión de bienes y servicios esenciales, el resto de los actores productivos debemos prepararnos para la recuperación a efectos que esta pueda ser pronta y en condiciones de trabajo decente. Una herramienta clave para la mitigación de los impactos ha sido preservar los vínculos laborales y expandir los ingresos de los trabajadores y las familias a través de subsidios fiscales y transferencias de protección social. Sin embargo, para que la reactivación productiva y del empleo pueda materializarse en forma segura y saludable, se requiere que prioricemos las políticas de seguridad y salud en el trabajo. Esta tiene que ser una inversión fundamental para proteger a los trabajadores y a sus familias, como también para asegurar la continuidad de las empresas.

Esta priorización debe contemplar una gestión participativa de los actores sociales en donde el diálogo bipartito en los sectores y en las empresas esté en el centro de las relaciones laborales y las estrategias productivas. Continuará siendo esencial fortalecer la capacidad y resiliencia de las organizaciones de empleadores y de trabajadores para que los acuerdos sociales permitan una recuperación sólida y duradera.

Finalmente, es importante destacar que la economía y el mundo del trabajo pospandemia producirá un reposicionamiento de los países y las empresas transnacionales como también de las cadenas mundiales de suministro. Las empresas tendrán un importante desafío repensando su inserción en las cadenas de valor, su estrategia de innovación y la política de recursos humanos. Asimismo, todas las actividades productivas, educativas, de transporte, entre otras, pasarán por un proceso de readecuación, donde además tendremos que adaptar las modalidades de trabajo, en las que el teletrabajo es una de las más notorias, aunque restringida a un grupo relativamente reducido de tareas y trabajadores. El desafío es mayúsculo, requiere cambios de comportamiento individuales y colectivos, en los que el diálogo social, la solidaridad y la empatía tendrán una relevancia nunca antes vista.

*Artículo publicado originalmente en el documento: "Empresas unidas para hacer frente al COVID-19", editado por Pacto Global Chile.