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La Conducta Empresarial Responsable en tiempos del COVID-19

En estas circunstancias adversas, las empresas, especialmente las de gran tamaño y multinacionales, pueden contribuir decisivamente a paliar los efectos de la crisis en sus trabajadores y proveedores a través de acciones de responsabilidad para contribuir a la sostenibilidad de las sociedades en donde operan.

Opinión | 20 de abril de 2020
Por Nicolás Torres, Coordinador Nacional del Proyecto CERALC, OIT Cono Sur

Si hay un ámbito que ha resultado dramáticamente afectado por la expansión del Coronavirus a nivel global, después de la salud pública, por cierto, es el mundo del trabajo. El cierre de empresas por las medidas de cuarentena y distanciamiento físico, la destrucción de la cantidad y calidad de puestos de trabajo, la afectación en la oferta (producción de bienes y servicios) y la demanda (consumo e inversión), así como los impactos en las cadenas de pagos de proveedores y participantes en las cadenas de suministro, son de una magnitud que prácticamente no tienen precedentes. En su último informe, la OIT advierte sobre los efectos de la pandemia del Covid-19 en el mundo del trabajo, estimando que se perderán el equivalente a más de 195 millones de empleos en todo el mundo.

Los efectos económicos aún son difíciles de predecir, pero se espera que las pequeñas y medianas empresas sean las más afectadas en consideración de su menor capacidad para acceder al financiamiento para sortear esta crisis. Sin embargo, en estas circunstancias adversas, las empresas, especialmente las de gran tamaño y las multinacionales, pueden contribuir a paliar estos efectos negativos sobre sus trabajadores y proveedores a través de acciones de responsabilidad para en definitiva contribuir a la sostenibilidad de las sociedades en donde operan.

En ese sentido, las empresas, siguiendo las directrices de la Declaración Tripartita de la OIT sobre las Empresas Multinacionales (Declaración EMN, párrafos 16 y 34), deberían mejorar las oportunidades en materia de empleo, tomando en consideración la seguridad en el trabajo y su propio desarrollo a largo plazo, así como examinar, mediante el diálogo social y de manera conjunta con los gobiernos y las organizaciones de empleadores y de trabajadores, las repercusiones en el empleo para mitigar sus efectos cuando prevean cambios en sus operaciones.

Por su parte, la Recomendación 205 sobre el empleo y el trabajo decente para la paz y la resiliencia, de la OIT, tomando en cuenta la vital importancia del diálogo social, llama a los actores sociales a crear ambientes propicios para empresas sostenibles e incentivos para que empresas multinacionales cooperen con las nacionales para crear empleo decente y aplicar debida diligencia en materia de derechos humanos y empresas.

Bajo estos instrumentos, a pesar de los resultados negativos y la contracción de ventas y otras operaciones producto de la crisis sanitaria, las empresas podrían tomar medidas para evitar recurrir al despido de trabajadores, tales como facilitar el teletrabajo, brindar capacitación para el desempeño de nuevas funciones, reducciones de jornada de trabajo, entre otras. La OIT ha hecho un llamado a los gobiernos a adoptar políticas de protección de los empleos y los salarios para estimular la economía y mantener la demanda de trabajo, así como prevenir la pérdida de habilidades y capacidades de los trabajadores.

En el caso que estas políticas sean limitadas a nivel nacional, regional o sectorial o no se encuentren reguladas legalmente, las empresas deberían tener un mayor protagonismo, incluyendo acciones más decisivas a través de instancias de diálogo social con sus organizaciones de trabajadores.

Por su parte, contar con instituciones fuertes e instancias de diálogo social al más alto nivel, permite dar respuestas sostenibles y consensuadas en miras de proteger el empleo. Por ejemplo, Dinamarca ha tomado un camino histórico al negociar el gobierno con los sindicatos y organizaciones de empleadores un acuerdo para evitar los despidos. Durante los próximos tres meses el Estado cubrirá el 75% de los salarios de los trabajadores cuyos empleos peligren, las empresas pagarán el 25% restante, mientras los trabajadores renunciarán a cinco días de vacaciones pagadas. Esto es un claro ejemplo de soluciones tripartitas dialogadas y consensuadas en miras de proteger el empleo.

En cuanto a las condiciones de trabajo, la OIT ha solicitado a sus mandantes empleadores mediante una web especialmente creada para el COVID-19, adoptar medidas de trabajo a distancia, reforzar las prácticas de higiene y seguridad en el trabajo, entre otras. Especial atención debería prestarse a los trabajadores que sean partes de poblaciones vulnerables, adultos mayores, mujeres embarazadas, personas con discapacidad o enfermedades crónicas.

Por su parte, en la medida de sus capacidades y de acuerdo a su posición en la cadena de suministro, las empresas podrán diferir los pagos que deban recibir de empresas pequeñas o de menor capacidad, así como dar celeridad a los pagos que deban hacer a sus propios proveedores, honrando contratos y compromisos ya adquiridos. En definitiva, tomar medidas que permitan a las micro, pequeñas y medianas empresas sobrevivir a esta contingencia.

Superar esta crisis depende del esfuerzo conjunto y solidario de todos, procurando conservar las fuentes de trabajo y la salud y seguridad de los trabajadores y sus familias, así como la sostenibilidad de las empresas en el tiempo.