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Concepto y medición de la desocupación: pasado y presente

La presente nota revisa la evolución histórica de la "desocupación", los principales indicadores para su medición y la importancia de este indicador para observar la efectividad de la economía para absorver su fuerza laboral y del desempeño del mercado de trabajo.

Opinión | 13 de noviembre de 2019
Por David Glejberman, Consultor OIT en Estadísticas del Trabajo.

David Glejberman
Evolución histórica del concepto de desocupación

La ética del trabajo ha estado presente durante la historia de la humanidad, al menos hasta ahora. Pero el concepto de trabajo ha ido cambiando con las distintas formas de organización social. En la época primitiva el trabajo consistía exclusivamente en la producción para el consumo propio y de la comunidad. Las personas realizaban una multiplicidad de tareas sin una división clara del trabajo. Cuando esa sociedad primitiva da paso al período neolítico, aparecen los asentamientos humanos y el trabajo se centra en la agricultura y la ganadería. No hay posibilidades de acumulación, por lo tanto, las personas tienen que continuar trabajando para subsistir. En esas condiciones, no hay lugar para la desocupación.

En la Grecia antigua el trabajo es tarea de los esclavos y algo que no tiene valor para los ciudadanos. Tal como concebimos hoy la desocupación (estar sin trabajo y tener el deseo de trabajar), no aplicaba en la Grecia antigua.

Durante la Edad Media el trabajo continúa en el centro de la actividad humana. Las personas trabajan para subsistir, con excepción de los señores feudales y los eclesiásticos, que viven del trabajo ajeno. No hay lugar para la desocupación, no al menos como problema social.
En el Renacimiento surgen los primeros movimientos sociales, consecuencia del hambre y la miseria:

Algunos países como Inglaterra ven la necesidad de instaurar leyes que intenten reflotar la situación, este es el caso de la Ley de Pobres de 1601 surgida bajo la legislación isabelina, a través de ella se obligó a que los ciudadanos realizaran una aportación en las parroquias para sufragar la asistencia a los más pobres.

A finales del siglo XVIII, aparece el desempleo como un suceso colectivo a modo de epidemia, a consecuencia de la proliferación del llamado factory system (método productivo y de organización del trabajo propio de la Revolución Industrial). El (…) exceso de oferta de mano de obra trajo consigo una disminución del valor del factor trabajo en relación con la mano de obra (devaluó el trabajo humano); dicha consecuencia, junto con la libertad existente para llevar a cabo contrataciones, obtuvo como resultado que o bien se podía elegir entre trabajar, pero aceptando las condiciones pésimas que en la mayoría de los casos se les ofrecían a los empleados, o (bien) se podía caer en una situación de desempleo. (Labella Buitrago, 2015)

¿Quién es el desocupado desde el siglo XVII hasta mediados del siglo XIX? En Inglaterra se lo denomina idle, cuya traducción literal significa “ocioso”. En Francia la desocupación se denomina chômage, que proviene del latín medieval caumare, que significa “tomárselo con calma en el momento del calor diurno” (Pugliese, 2000). El desocupado es, entonces, un ocioso, un vago, alguien que no trabaja porque no quiere, un marginal en la sociedad hasta mediados del siglo XIX.

Dado el diferente nivel de desarrollo de la sociedad industrial en cada país, no es posible establecer cuándo la desocupación pasa a ser relevante a nivel global. Pero sí puede afirmarse que se trata de un problema que empieza a ser visible, aunque su formalización y el intento de cuantificar el fenómeno tendrán que esperar algún tiempo.

A partir de la segunda mitad del siglo XIX, el desempleo comienza a verse como un problema social (consecuencia de la aparición de los movimientos socialistas) porque se empieza a admitir la idea de involuntariedad: no es que las personas no trabajan porque no quieren, sino porque no encuentran trabajo. Es entonces cuando aparece la preocupación por su cuantificación.

Efectivamente, para que se afirme el concepto de desempleo en su acepción moderna es necesario que se verifiquen dos condiciones fundamentales: la primera es que el fenómeno tenga un cierto alcance; la segunda es que este sea visible. (Burnett, 1994)

Así entonces, y hasta el presente, el desocupado deja de ser un marginal para convertirse en un problema social que los países intentan resolver a través de la seguridad social, las bolsas de trabajo, la capacitación focalizada en los trabajadores cesantes y los programas de promoción del empleo juvenil para quienes buscan trabajo por primera vez.

Indicadores para la medición de la desocupación

Para medir la desocupación se necesita, además de una definición conceptual, una definición operativa. Carroll Wright, director del Massachusetts Bureau of Statistics of Labor entre 1873 y 1878, señalaba que “el desempleo es como un elefante: más fácil de reconocer que de definir.” De esta forma, la primera definición operativa se le atribuye por una investigación realizada en 1878, según la cual, para ser desocupado, se requieren tres condiciones: a) no tener trabajo, b) ser adulto sano y c) querer trabajar.

Algunas de estas condiciones son objetivas (no tener trabajo, ser adulto), estar sano se puede interpretar como “apto para trabajar” y la última condición, el deseo de trabajar, tiene un alto grado de subjetividad. ¿Es desocupada también la persona que desea trabajar pero que no puede hacerlo en virtud de sus obligaciones familiares?

La relevancia que tiene la desocupación a comienzos del siglo XX queda de manifiesto desde que el Convenio de la OIT sobre el desempleo, 1919 (núm. 2), convoca a los países a proporcionar información sobre el desempleo y las acciones tomadas o por tomar para combatirlo, con la mayor frecuencia posible. En su artículo 1 establece:

"Todo Miembro que ratifique el presente Convenio comunicará a la Oficina Internacional del Trabajo, a intervalos lo más cortos posible, que no deberán exceder de tres meses, todos los datos estadísticos o de otra clase disponibles sobre el desempleo, comprendida cualquier información relativa a las medidas tomadas o en proyecto, destinadas a luchar contra el desempleo" 

Una norma internacional posterior, el Convenio sobre el desempleo, 1934 (núm. 44), vuelve a abordar el tema, en este caso, para que los países estén obligados a proporcionar a los “desempleados involuntarios” una combinación de indemnizaciones y subsidios.

Los países comenzaron a enviar sus estadísticas de desempleo a la OIT, pero inmediatamente se hizo evidente la dificultad de comparar las cifras, dadas las diferencias en las definiciones utilizadas y en la cobertura geográfica de las encuestas. Es recién en 1948 que la OIT aborda la medición del desempleo como norma estadística internacional, en la Resolución sobre estadísticas de empleo, desempleo y fuerza laboral, en ocasión de la 6ª Conferencia Internacional de Estadísticos del Trabajo (CIET).

De acuerdo con la Resolución de dicha Conferencia:

El número total de personas desempleadas debe incluir a todas las personas, capaces de tomar un trabajo si se les ofrece, que están sin trabajo en un día determinado y han permanecido sin trabajo y buscando trabajar por un período mínimo especificado que no exceda una semana.
La definición introduce dos nuevos elementos (en relación con la definición de Wright): a) la condición de búsqueda de trabajo y b) el concepto de “período de referencia”: una semana sin trabajar y buscando trabajo.

No hay en la Resolución una referencia explícita a la tasa de desocupación, pero de las consideraciones que se hacen respecto de ciertos “grupos”, se puede interpretar que la tasa se debe calcular como cociente del número de personas desocupadas sobre la fuerza de trabajo (aquellas que están ocupadas más las desocupadas). Se admite entonces que la fuerza de trabajo se puede restringir a la “fuerza de trabajo civil”, lo cual se explica por el momento histórico en que se adopta la Resolución, es decir, a tres años de haber finalizado la Segunda Guerra Mundial.

La segunda vez que la OIT aborda la medición del desempleo es en la 8ª CIET, cuando se adopta la Resolución sobre estadísticas del empleo, del desempleo y la fuerza de trabajo de 1954. Los países han acumulado experiencia en la medición de la fuerza de trabajo y la desocupación, y la Conferencia opta por incorporar dicha experiencia en una definición que contribuya a la comparabilidad.

En la definición de la 8ª CIET, los desocupados son personas en edad de trabajar, sin empleo, que están disponibles para trabajar y que han buscado durante un breve período de tiempo, preferentemente una semana. Se excluyen quienes no han realizado acciones de búsqueda (con excepción de los “iniciadores”).

La OIT vuelve a revisar los conceptos de fuerza de trabajo y sus componentes en la Resolución sobre estadísticas de la población económicamente activa, del empleo, del desempleo y del subempleo de 1982. Para definir a las personas desocupadas, esta Resolución mantiene básicamente las condiciones enumeradas en la Resolución de 1954, aunque agrega que se exceptúa de la condición de búsqueda aquellas situaciones en que los medios convencionales de búsqueda de empleo son insuficientes, en que el mercado laboral está bastante desorganizado o es de alcance limitado, en que la absorción de la mano de obra es, en el momento considerado, inadecuada, o en que la fuerza de trabajo está compuesta principalmente por personas con empleo independiente.

Esta última excepción, al dejar de lado la condición de búsqueda de trabajo como consecuencia de las condiciones adversas del mercado (o de la inexistencia de un mercado de trabajo), dio origen a lo que se conoce en la literatura como “desocupación ampliada” o “desocupación flexibilizada”. Al publicarse en algunos países las dos tasas, la convencional y la flexibilizada, se generaron problemas con la interpretación de los indicadores. Además, cuando los países optaron por una u otra de las definiciones, la comparación internacional se volvió muy difícil o imposible. Este es el motivo por el cual en la siguiente revisión se abandonó la opción de flexibilización.

La tasa de desocupación en su versión actual

La última actualización del marco conceptual de la fuerza de trabajo se realizó en la 19ª CIET con la Resolución sobre las estadísticas del trabajo, la ocupación y la subutilización de la fuerza de trabajo de 2013.

Se introducen, con el nuevo marco conceptual, cambios relevantes que afectan tanto al numerador como al denominador de la tasa de desocupación:

- La definición de persona ocupada es ahora más restrictiva y abarca solamente a quienes están en edad de trabajar y que lo hacen a cambio de remuneración o beneficios (ganancias empresarias), es decir, no se consideran personas ocupadas a aquellas que trabajan principalmente para el consumo propio. Tampoco se consideran ocupados a quienes trabajan como aprendices o pasantes sin remuneración, ni a los trabajadores voluntarios.

- Algunas de estas personas, que en el marco anterior se podían incluir como ocupados, ahora se clasifican como desocupados o individuos fuera de la fuerza de trabajo.

En la última actualización de las normas internacionales de las estadísticas del trabajo, una persona es desocupada si cumple las siguientes condiciones:

a) No ser persona ocupada (con la definición restringida) en el período de referencia.
b) Tener la edad para trabajar.
c) Estar disponible para trabajar (en el período de referencia de la ocupación y con la opción de extender el período dos semanas hacia adelante).
d) Haber buscado trabajo.

En cuanto a los períodos de referencia, para la ocupación se propone una semana o 7 días y, para la búsqueda, 4 semanas o un mes.
En cuanto a las excepciones, se mantiene a los “iniciadores” como desocupados y se agregan dos casos referidos a personas no ocupadas participantes en cursos de formación y reentrenamiento, o que realizaron actividades para migrar al extranjero con la finalidad de trabajar.

Obsérvese que en estos dos últimos casos para ser desocupado no se exige ni el requisito de búsqueda ni la condición de estar disponible.

En resumen, de acuerdo con las recomendaciones internacionales más recientes, una persona se considera desocupada si se cumplen las condiciones a) y b) y alguna de las condiciones c) que se enumeran a continuación:

a) Estar en edad de trabajar.
b) No estar ocupado.
c1) Estar disponible y haber buscado trabajo (a cambio de remuneración o ganancias).
c2) Estar disponible y no haber buscado trabajo porque ya encontró uno que empezará pronto.
c3) Estar participando de cursos de formación y reentrenamiento con una oferta de trabajo para empezar en un período posterior corto.
c4) Estar esperando una oportunidad para partir al exterior a trabajar.

¿Es la desocupación el principal problema del mercado de trabajo?

La tasa de desocupación es un indicador de la subutilización de la oferta en el mercado de trabajo. Refleja la incapacidad de una economía de generar los puestos de trabajo para todas las personas que quieren trabajar, pero que no lo están haciendo, aunque están disponibles y buscando trabajo activamente. Se considera un indicador de la efectividad de la economía para absorber su fuerza laboral y del desempeño del mercado de trabajo.

La tasa de desocupación pone en relación a quienes están sin trabajar, pero disponibles (tienen tiempo para trabajar) y buscando trabajo, con el total de la fuerza de trabajo. Desde el punto de vista de las personas, la desocupación es una parte de la brecha entre la oferta y la demanda del mercado de trabajo. Desde el punto de vista de las empresas, la otra parte de la brecha está dada por las vacantes que la demanda no logra cubrir.

Sin embargo, personas desocupadas y puestos vacantes no son los únicos problemas en el funcionamiento del mercado de trabajo.
Los desocupados son personas que no consiguen trabajar, ni siquiera una hora. Entre las ocupadas, hay quienes trabajan las horas que desean, pero también se encuentran aquellas que trabajan menos de las horas que desean (y menos de las horas consideradas “normales”). Quienes tienen disponibilidad para trabajar más horas se denominan subocupados por insuficiencia de tiempo de trabajo, y en algunas economías conforman un contingente más importante que los desocupados.

Otro grupo relevante, que pone en evidencia un desempeño ineficiente del mercado de trabajo, es el de aquellos que han estado buscando trabajo por un tiempo prolongado sin encontrarlo. Cuando esas personas están disponibles para trabajar y han estado buscando por más de un año, son una parte de los que la 19ª CIET denomina desocupados de larga duración. Cuando dichas personas dejaron de buscar porque se cansaron o porque creyeron que no podrían encontrar trabajo, entonces quedan fuera de la fuerza de trabajo bajo la denominación de trabajadores desalentados. Este grupo se vuelve relevante en períodos prolongados de recesión económica.

Las personas desocupadas, las subocupadas por insuficiencia de tiempo de trabajo y la fuerza de trabajo potencial (de los cuales los desalentados son una parte) son tres subconjuntos de quienes están en edad de trabajar que la Resolución de la 19ª CIET toma en cuenta para definir un conjunto restringido de cuatro indicadores de subutilización de la fuerza de trabajo, a los efectos de evaluar el desempeño del mercado de trabajo desde el lado de la oferta.

La respuesta a la pregunta ¿Es la desocupación el principal problema del mercado de trabajo? estaría incompleta si no se hiciera referencia a la informalidad como un problema que se ha mostrado resiliente y que afecta casi a la mitad de las personas ocupadas en América Latina y el Caribe.

Referencias bibliográficas
  • Burnett, J. (1994). Idle hands. The Experience of Unemployment, 1790-1990, Londres, Routledge.
  • Labella Buitrago, N. (2015). “Los desequilibrios del mundo actual”, Universidad de Jaén, Centro de Estudios de Posgrado.
  • Pugliese, E. (2000). “Qué es el desempleo”, en Política y Sociedad, Nº 34.