Preguntas y respuestas sobre la prevención de las enfermedades profesionales

Analísis | ILO HQ Geneva | 23 de abril de 2013

Día Mundial de la Seguridad y la Salud en el Trabajo

28 de abril 2013

Las enfermedades profesionales o relacionadas con el trabajo ocasionan sufrimientos y pérdidas enormes en el mundo del trabajo. Sin embargo, permanecen en gran parte desconocidas si se comparan con los accidentes en el trabajo, aún cuando matan seis veces más personas cada año. Además, la naturaleza de las enfermedades profesionales está cambiando con rapidez: algunas muy conocidas, como la neumoconiosis, siguen estando muy extendidas, mientras que otras son relativamente nuevas, como los trastornos mentales y musculoesqueléticos, que están aumentando. Entrevista con Seiji Machida, Director de Safework.

Las enfermedades profesionales son enfermedades contraídas como consecuencia de una exposición a los factores de riesgo originados por el trabajo. El reconocimiento del origen profesional de una enfermedad, a nivel individual, requiere que sea establecida la relación de causalidad entre la enfermedad y la exposición del trabajador a ciertos agentes peligrosos en el lugar de trabajo. Por lo general, esta relación se establece sobre la base datos clínicos y patológicos, la historia profesional (anamnesis) y el análisis del trabajo, de la identificación y la evaluación de los riesgos profesionales, así como de la verificación de la exposición. Cuando una enfermedad es clínicamente diagnosticada y se establece una relación de causalidad, entonces la enfermedad es reconocida como profesional.

Alrededor de 2,34 millones de personas mueren cada año a causa de accidentes o enfermedades relacionadas con el trabajo. De estas, la gran mayoría – cerca de 2,02 millones – mueren a causa de una gran variedad de enfermedades profesionales. Esto significa que 5.500 de las 6.300 muertes relacionadas con el trabajo que se estima ocurren cada día son causadas por diversos tipos de enfermedades profesionales. La OIT estima que cada año ocurren 160 millones de casos de enfermedades relacionadas con el trabajo.

Millones de trabajadores siguen estando expuestos a la neumoconiosis (en especial la silicosis, la neumoconiosis de los trabajadores del carbón y la asbestosis) debido a la exposición a la sílice, al carbón, al asbesto y a otros polvos minerales en la minería, las canteras, la construcción y otros procesos industriales.

La neumoconiosis tiene largos períodos de latencia y con frecuencia no es diagnosticada ni notificada. Las enfermedades asociadas (enfermedad pulmonar obstructiva crónica, la sílice-tuberculosis, el cáncer relacionado con la sílice y el asbesto), en muchos casos causan una discapacidad permanente o la muerte prematura.

Las enfermedades relacionadas con el amianto son otro ejemplo e incluyen la asbestosis, el cáncer y la mesotelioma de pulmón. En general, demoran entre 10 y 40 años en manifestarse después de la exposición. Por lo tanto, aún en los países donde ya está en vigor la prohibición del uso de asbesto, las personas seguirán desarrollando estas enfermedades a lo largo de las próximas décadas.

A pesar de que el suso de asbesto está prohibido en más de 50 países, incluyendo todos los países miembros de la UE, cada año se producen 2 millones de toneladas métricas de asbesto. En la actualidad, el asbesto es utilizado principalmente en el mundo en desarrollo donde la capacidad de prevención, el control de la salud y los mecanismos de indemnización son insuficientes, y estas enfermedades no son mal reconocidas y pocas veces son notificadas.

Los riesgos emergentes incluyen las malas condiciones ergonómicas, la exposición a radiaciones electromagnéticas, y los riesgos psicosociales. El estrés relacionado con el trabajo y sus consecuencias para la salud también se han convertido en motivo de gran preocupación, en particular después de la crisis y recesión económica. Las empresas cada vez más deben hacer frente a la intimidación, al acoso psicológico, moral y sexual y a otras formas de violencia. Los trabajadores pueden asumir conductas poco saludables como el abuso de alcohol o de drogas, en el intento de combatir el estrés. Se han descubierto relaciones entre el estrés y los problemas musculoesqueléticos, y las enfermedades cardiovasculares y digestivas.

Si es prolongado, el estrés relacionado con el trabajo puede contribuir con el desarrollo de trastornos mentales, y hasta llevar a las personas al extremo del suicidio. Todos estos nuevos riesgos están surgiendo sin que existan medidas adecuadas para controlar los cambios tecnológicos, sociales y organizativos en el lugar de trabajo debido a la rápida globalización.

Las enfermedades profesionales imponen costos enormes. Empobrecen a los trabajadores y a sus familias, reducen la capacidad de trabajo e incrementan drásticamente los gastos en salud. La OIT estima que los accidentes y enfermedades profesionales producen una pérdida anual de 4 por ciento del producto interno bruto (PIB), lo cual equivale a 2,8 billones (millones de millones) de dólares, en costos directos e indirectos de los accidentes y enfermedades profesionales.

Las cifras oficiales parecen indicar que los casos de enfermedades profesionales están aumentando. No obstante, el incremento en las estadísticas de las enfermedades profesionales no necesariamente implica un aumento real de los casos. Los números más altos podrían ser el resultado de diversos factores positivos como: mejores sistemas de registro y notificación, mejor control de la salud, mecanismos de reconocimiento e indemnización, una mayor comprensión de las enfermedades profesionales por parte de empleadores y trabajadores, una definición más amplia de las enfermedades profesionales, así como a cambios en los procesos y organización del trabajo. Y a la manifestación de enfermedades que tienen largos períodos de latencia.

Las enfermedades profesionales son calificadas como epidemia oculta porque, en primer lugar, las enfermedades profesionales o relacionadas con el trabajo permanecen en gran parte invisibles en comparación con los accidentes profesionales, aún cuando causan muchas más víctimas. Existen dos razones principales para esto: los síntomas de las enfermedades profesionales, a diferencia de los accidentes laborales, pueden aparecer meses o hasta años después de la exposición al peligro; y las enfermedades profesionales son ampliamente subdeclaradas. A nivel mundial, más de la mitad de los países aún no recopilan estadísticas adecuadas sobre las enfermedades profesionales y los datos disponibles se refieren sobre todo a los accidentes y muertes. Además, sólo pocos países recogen datos desagregados por sexo, esto limita la identificación de accidentes o enfermedades profesionales que afectan específicamente a los hombres y las mujeres, y obstaculiza la elaboración de medidas específicas y eficaces para todos.

Existen diversos factores. Las estadísticas oficiales nacionales se basan en los datos de las notificaciones de accidentes y enfermedades profesionales. Muchos países tienen sistemas de seguridad social que incluyen regímenes de prestaciones por accidentes en el trabajo. Sin embargo, la cobertura está limitada a los trabajadores en la economía formal y, aún allí, la atribución efectiva de los beneficios con frecuencia es deficiente.

La situación de las enfermedades profesionales es aún más complicada: en la mayoría de los países, está cubierta sólo una mínima parte de los casos actuales, lo cual refleja los desafíos de definirlas, reconocerlas y notificarlas. Otros factores que pueden obstaculizar la recolección de datos comprenden los largos períodos de latencia que caracterizan a las enfermedades profesionales, la falta de médicos formados para diagnosticarlas, la creciente movilidad de trabajadores en empleos con diversos niveles de exposición y, en algunos países, la repartición de la responsabilidad de la seguridad y salud en el trabajo entre los ministerios de Trabajo y los de Salud y las instituciones de seguridad social.

Muchos gobiernos y organizaciones de empleadores y trabajadores están prestando mayor atención a la prevención de las enfermedades profesionales. El número cada vez mayor de ratificaciones de los convenios de la OIT es un buen indicador del compromiso creciente para hacer frente a las enfermedades profesionales. Un estudio general relativo al Convenio núm. 155 realizado por la OIT en 2009, reveló que un número significativo de países, en particular en el mundo en desarrollo, estaba actualizando sus políticas nacionales en materia de SST así como mejorando sus sistemas de reglamentación y de aplicación que son fundamentales para la prevención de las enfermedades profesionales. Sin embargo, la prevención no tiene el grado de prioridad que merece la amplitud y la gravedad de la epidemia de las enfermedades profesionales.

El fortalecimiento del sistema nacional de SST es crítico para la implementación efectiva de las políticas y de los programas nacionales de prevención de las enfermedades profesionales. Este tipo de sistema debería comprender leyes y normativas, sistemas de inspección de SST eficaces y, donde es pertinente, acuerdos colectivos que incorporen la prevención de las enfermedades profesionales. También es necesaria la colaboración entre los ministerios de Trabajo, los ministerios de Salud y los organismos de seguridad social que cubran los accidentes y las enfermedades profesionales. A nivel de empresa, esto incluye la cooperación entre la gerencia, los trabajadores y sus representantes para garantizar la aplicación de las medidas de SST; el establecimiento de servicios de salud en el trabajo; mecanismos adecuados para la colección y el análisis de los datos sobre enfermedades profesionales; información y formación en materia de SST.

La participación activa de las organizaciones de empleadores y trabajadores es indispensable para el desarrollo de políticas y programas nacionales de prevención de las enfermedades profesionales. Los empleadores tienen el deber de prevenir las enfermedades profesionales al adoptar medidas de prevención y protección a través de la evaluación y el control de los riesgos en el trabajo. Los gerentes, los supervisores, los especialistas en SST, los trabajadores, los representantes de la seguridad y salud y los sindicatos, todos tienen importantes papeles que desempeñar a través del diálogo social y la participación. La incorporación de cláusulas relativas a la SST en los acuerdos basados en la negociación colectiva es también un medio eficaz para mejorar la SST en el lugar de trabajo. Los trabajadores y sus organizaciones tienen el derecho de estas involucrados en todos los niveles de la formulación, supervisión e implementación de las políticas y programas de prevención. Las organizaciones de empleadores y trabajadores también desempeñan un papel activo en la formación.

El Convenio sobre seguridad y salud de los trabajadores, 1981 (núm, 155), el Convenio sobre los servicios de salud en el trabajo, 1985 (núm. 161) y el Convenio sobre el marco promocional para la seguridad y salud en el trabajo, 2006 (núm. 187), ofrecen orientación para consolidar los sistemas nacionales de SST, las estrategias y los programas de prevención.

La mayoría de los Estados miembros de la OIT ha firmado el Programa de Trabajo Decente y están implementando Programas por país, muchos de los cuales hacen hincapié en la necesidad de mejorar la seguridad y salud en el trabajo. Para apoyarlos en este ámbito, la OIT ha desarrollado numerosas herramientas técnicas a fin de reforzar los sistemas de vigilancia sanitaria nacionales y mejorar los criterios de diagnosis, las condiciones de trabajo y el registro y notificación de las enfermedades profesionales a través de medidas de prevención y de control.

La lucha contra las enfermedades profesionales ha llegado a un punto crítico. A medida que crece la concienciación, también aumenta la necesidad de una acción más urgente y enérgica para evaluar la dimensión del desafío que representan las enfermedades profesionales y para impedir sus consecuencias. Es necesario un “paradigma de la prevención” mundial que se concentre en las enfermedades profesionales y no sólo en los accidentes. La prevención es la clave, ya que es más eficaz y menos costosa que el tratamiento y la rehabilitación. Permite proteger la vida y los medios de subsistencia de los trabajadores y de sus familias y contribuye con el desarrollo económico y social. Este es el momento de lanzar una nueva iniciativa a escala mundial y de intensificar las respuestas nacionales e internacionales a la epidemia de las enfermedades profesionales para proteger la salud y la vida de los trabajadores.