Día Mundial contra el Trabajo Infantil
Desde el año 2000, durante casi dos décadas, el mundo había realizado progresos constantes en la reducción del trabajo infantil. Pero en los últimos años, los conflictos, las crisis y la pandemia del COVID-19, han sumido a más familias en la pobreza - y han obligado a millones de niños más a recurrir al trabajo infantil. El crecimiento económico no ha sido suficiente, ni mucho menos integrador, para aliviar la presión que sienten demasiadas familias y comunidades y que les hace recurrir al trabajo infantil. En la actualidad, 160 millones de niños siguen trabajando. Es decir, casi uno de cada diez niños en todo el mundo.
Así pues, la situación en relación con el trabajo infantil se hace eco de la percepción de falta de respuestas satisfactorias a los múltiples retos y cambios que afectan al mundo del trabajo. La brecha cada vez mayor entre los compromisos y los logros concretos ha fragilizado la acción, lo que a veces se traduce en desinterés. Más que nunca, es urgente que todos contribuyamos a aportar soluciones a los problemas cotidianos de la gente, y que lo hagamos de una manera más eficaz y coherente.
El trabajo infantil es, posiblemente, el más visible de estos problemas. Está causado por la pobreza y la exclusión, y las perpetua. Priva a los niños de educación y oportunidades y aumenta las probabilidades de que no consigan ingresos decentes y un empleo estable cuando sean adultos.
Es una injusticia que se siente en la mayoría de los casos a nivel de los hogares y las familias: dos tercios del trabajo infantil se produce como miembro familiar auxiliar. Pero frena el crecimiento económico de países enteros y puede relacionarse con el aumento de la desigualdad en muchas partes del mundo. Es una amenaza para la cohesión social y el progreso humano.
La experiencia conjunta en la lucha contra el trabajo infantil a lo largo de las tres últimas décadas ha demostrado que el trabajo infantil puede eliminarse si se abordan sus causas profundas. Las medidas para abordarlas incluyen el establecimiento y la aplicación de un marco jurídico sólido basado en las Normas Internacionales del Trabajo y el diálogo social, la provisión de acceso universal a una educación de buena calidad y a la protección social, así como medidas directas para aliviar la pobreza, la desigualdad y la inseguridad económica, y promover el trabajo decente para los trabajadores adultos.
Un evento paralelo de alto nivel será organizado por la OIT durante la 111ª reunión de la Conferencia Internacional del Trabajo. El debate se centrará en el vínculo entre la justicia social y la erradicación del trabajo infantil. Los ponentes citarán algunos ejemplos de cómo los mandantes de la OIT han cumplido sus compromisos y cómo estos son pasos importantes hacia el aumento de la justicia social.
Así pues, la situación en relación con el trabajo infantil se hace eco de la percepción de falta de respuestas satisfactorias a los múltiples retos y cambios que afectan al mundo del trabajo. La brecha cada vez mayor entre los compromisos y los logros concretos ha fragilizado la acción, lo que a veces se traduce en desinterés. Más que nunca, es urgente que todos contribuyamos a aportar soluciones a los problemas cotidianos de la gente, y que lo hagamos de una manera más eficaz y coherente.
El trabajo infantil es, posiblemente, el más visible de estos problemas. Está causado por la pobreza y la exclusión, y las perpetua. Priva a los niños de educación y oportunidades y aumenta las probabilidades de que no consigan ingresos decentes y un empleo estable cuando sean adultos.
Es una injusticia que se siente en la mayoría de los casos a nivel de los hogares y las familias: dos tercios del trabajo infantil se produce como miembro familiar auxiliar. Pero frena el crecimiento económico de países enteros y puede relacionarse con el aumento de la desigualdad en muchas partes del mundo. Es una amenaza para la cohesión social y el progreso humano.
La experiencia conjunta en la lucha contra el trabajo infantil a lo largo de las tres últimas décadas ha demostrado que el trabajo infantil puede eliminarse si se abordan sus causas profundas. Las medidas para abordarlas incluyen el establecimiento y la aplicación de un marco jurídico sólido basado en las Normas Internacionales del Trabajo y el diálogo social, la provisión de acceso universal a una educación de buena calidad y a la protección social, así como medidas directas para aliviar la pobreza, la desigualdad y la inseguridad económica, y promover el trabajo decente para los trabajadores adultos.
Un evento paralelo de alto nivel será organizado por la OIT durante la 111ª reunión de la Conferencia Internacional del Trabajo. El debate se centrará en el vínculo entre la justicia social y la erradicación del trabajo infantil. Los ponentes citarán algunos ejemplos de cómo los mandantes de la OIT han cumplido sus compromisos y cómo estos son pasos importantes hacia el aumento de la justicia social.