Ondeando a través de la Historia: cómo la OIT obtuvo finalmente una bandera oficial

Cuando el Papa visitó Ginebra en 1971, la Oficina no pudo desplegar su bandera con el logotipo tripartito distintivo de la Organización. La razón fue que la enseña resultaba inapropiada para lo que equivalía a una visita de Estado. En realidad, la bandera no gozaba de estatus oficial y, por tanto, no existía legalmente.

Aunque la bandera de la OIT se había utilizado durante décadas, su presencia era meramente “decorativa”, según se afirmaba en una carta fechada en 1977 y dirigida por la Organización al Flag Research Center de Estados Unidos, en la que se añadía que “la OIT carece de bandera… la hemos empleado con fines meramente decorativos en salas de reunión en diversas ocasiones, pero no puede utilizarse en el exterior, dado que no se han emprendido las acciones pertinentes para su aprobación”.

La bandera de la OIT se diseñó y fabricó con ocasión del 50º aniversario de la Organización en 1969, pero no había sido registrada debidamente. Pocos trabajadores de la OIT, e incluso menos personas ajenas a ésta, sabían que lo que la mayoría consideraba como bandera oficial de la Organización, en la que figuraba el logotipo tripartito aprobado por el entonces Director General David A. Morse en 1967, sobre un fondo azul claro, no gozaba de reconocimiento oficial. Como consecuencia, no podía desplegarse en reuniones oficiales y estaba sometida a otras condiciones restrictivas. Tal situación empezó a cambiar ese año, en el que la OIT avanzó en el proceso de aprobación oficial.

¿Por qué ha sido la bandera de la OIT un mero "elemento decorativo" durante tantos años? La cuestión se remonta a la fundación de las Naciones Unidas en 1945, cuando se disuadió a la OIT y a otros órganos especializados sobre la adopción de sus propias banderas oficiales argumentando que una proliferación de enseñas menoscabaría la idea de que el conjunto de tales entidades especializadas debería contemplarse como parte del sistema general de las Naciones Unidas. Pero los tiempos cambian. Con los años, otros órganos de Naciones Unidas han adoptado sus propias banderas para demostrar su posición singular en el conjunto de la organización. La aprobación en junio de una resolución por parte de la Conferencia Internacional del Trabajo que legalizaba la bandera, garantiza que la OIT no es una excepción. La bandera de la Organización, perdido ya su carácter meramente decorativo, ocupa ahora el lugar que legítimamente le corresponde junto a las enseñas de otros organismos que representan a las Naciones Unidas en la actualidad.