A la espera en Correntes: Trabajo forzoso en Brasil

En una pequeña y polvorienta localidad del Estado de Piaui, en Brasil, denominada Correntes, los "escravos", o esclavos de nuestros días, engrosan las sombrías filas del trabajo forzoso. En este informe, la OIT muestra cómo caen en una trampa de deuda y coerción, así como las acciones que ha emprendido, en colaboración con el Gobierno de Brasil, para abordar la grave situación de estas personas.

CORRENTES, Brasil - Jorge lleva ya cinco días esperando para trabajar, y cada día que pasa le cuesta dinero. Y a los otros 20 hombres que esperan para lograr un puesto en el que, según les han dicho, les pagaran bien, también les cuesta dinero.

La larga espera en esta pequeña y polvorienta localidad del Estado de Piaui les va a resultar cara. Cada día que transcurre, se acrecienta una deuda que les obligará ilegalmente a realizar un trabajo agotador.

Se trata de los "escravos", o esclavos, de Correntes, personas golpeadas por la pobreza que se han visto atrapadas sin darse cuenta en un ciclo de manipulación. En su mayoría, son analfabetos y no saben contar, y sus destrezas son escasas. También son modestos, y a menudo creen en realidad que tienen que pagar una deuda.

El trabajo forzoso afecta a unos 30.000 - 40.000 hombres, mujeres y niños en el Brasil actual, de acuerdo con las cifras citadas por los medios de comunicación nacionales. El número exacto se desconoce a causa de lo remoto de la ubicación de estas localidades y de la ilegalidad de los trabajos desempeñados.

Este tipo de labor puede adoptar numerosas formas. Puede ser estacional, o prolongarse durante muchos años. Sus víctimas caen con frecuencia en la misma trampa una y otra vez.

"Después de huir de la última "fazenda" (hacienda), no podía creer que esto pudiera sucederme de nuevo", señala Guilherme Pedro al referirse a su trabajo cuidando ganado. "¡Pero ocurrió, y por tercera vez!"

De acuerdo con un estudio del gobierno, casi el 40% de las víctimas se encuentra en la situación de Guilherme, que recuperó su libertad sólo para volver de nuevo al campo como trabajador forzoso.

Servidumbre por deudas

Invariablemente, el trabajo forzoso en Brasil conlleva la servidumbre por deudas, una variedad que suele utilizar en regiones agrarias remotas. Los trabajadores incurren en una deuda, en ocasiones en forma de pequeños anticipos, o inconscientemente a través de alojamientos, suministros o desplazamientos, como en el caso de los hombres que esperan en Correntes, comiendo pollo y bebiendo cerveza, incluso antes de comenzar a trabajar.

Los reclutadores, conocidos como "Gatos", no tienen reparos en aprovecharse de la vulnerabilidad de los pobres y los desempleados. Según las últimas estimaciones, en el nordeste de Brasil, donde se recluta a la mayoría de los trabajadores forzosos, el 49% de la población se clasifica como "pobre". En su búsqueda de trabajo, muchos están dispuestos a aceptar cualquier oferta, con la esperanza de escapar de la pobreza, el hambre y la inactividad.

Los Gatos visitan los pequeños pueblos y aldeas a la busca de víctimas adecuadas para asumir tareas pesadas. Se trata casi siempre de personal pobre y escasamente formado, a los que seducen con facilidad mediante la promesa de un empleo estable y una buena remuneración.

Los trabajadores se desplazan a continuación a un lugar de recogida, normalmente en otro Estado ubicado a cientos de kilómetros de distancia de sus hogares. De allí son trasladados a una fazenda, pero sólo después de varios días, e incluso semanas, de espera. Mientras aguardan en dormitorios destartalados, acumulan constantemente una deuda. Cuando la factura del alojamiento y la manutención es costeada por el supervisor de la hacienda, el trabajador queda obligado a cumplir un prolongado período de prestación laboral.

De algún modo, su deuda nunca puede satisfacerse. En estos lugares remotos, los terratenientes dirigen las tiendas en las que se vende comida, bebida y otros artículos a precios exagerados. A los trabajadores se les dice que no se preocupen por el precio, y el gerente del establecimiento dispone del único registro de sus compras. Cuando culmina su labor, el terrateniente les entrega una factura exorbitante.

Muchos de los centros de trabajo se ubican en las áreas subdesarrolladas del Amazonas, en el remoto y "lejano occidente", como se denomina a estas regiones al borde de la selva.

"Viajamos en barco y a pie durante 15 días para llegar a la fazenda donde sabíamos que se utilizaban a trabajadores forzosos", señala un fiscal federal al recordar su última redada. "Resultaba casi imposible llegar a su emplazamiento."

Incluso fuera del lejano occidente, las familias de los trabajadores forzosos sufren.

"Pasaba hambre con mis hijos, preocupada por [mi marido] allí. Tuve que mendigar comida. Y supliqué para conseguir algún trabajo diario. Así es como sobreviví", relata una mujer con los ojos llenos de lágrimas.

Respuesta a las dificultades

Estos trabajadores forzosos son las víctimas ocultas de un fenómeno de alcance mundial que afecta a millones de personas, tanto en los países en desarrollo, como en los desarrollados. No obstante, en todo el mundo, gobiernos, organizaciones de empleadores y de trabajadores y diversos grupos de la sociedad civil comienzan a afrontar el problema con el apoyo de la comunidad internacional.

Bajo el liderazgo de su nuevo Presidente, Ignace Lula da Silva, Brasil ha tomado conciencia de la realidad del trabajo forzoso, y se ha comprometido formalmente a erradicar este tipo de práctica. En el marco de una audaz iniciativa, denominada "Plano Nacional Para a Erradicaçao do Trabalho Escravo", se ha puesto en marcha un planteamiento basado en la acción de varias entidades y encaminado a eliminar el trabajo forzoso.

El plan insta a que se aumenten las redadas de los inspectores en los ranchos, empresas de explotación forestal y minas que arrastran a las personas al trabajo en régimen de servidumbre. Estos equipos de inspección, denominados "escuadrones móviles", investigan y realizan un seguimiento del trabajo forzoso basándose en la información facilitada por los trabajadores que han conseguido escapar. La mayoría de los rescates han tenido lugar en los Estados de Bahia y Mato Grosso. En una reciente redada efectuada en el primero de dichos Estados, 850 trabajadores fueron liberados en la mayor operación de estas características realizada hasta la fecha. Los escuadrones móviles han liberado con éxito a 2.306 y 4.779 trabajadores esclavizados en 2002 y 2003, respectivamente.

El gobierno también ha tomado medidas para elevar las multas y las penas a los delincuentes, así como para promulgar la legislación que permita la incautación de las empresas y las propiedades en las que se recurre al trabajo forzoso. Estos activos incautados podrán utilizarse para indemnizar a los trabajadores forzosos, así como para sufragar los costes de erradicación de esta práctica.

Una alianza de amplia base facilita información sobre las pautas y los emplazamientos de los trabajadores forzosos a organismos de la Administración y organizaciones internacionales. Esta forma de colaboración, en la que participan particulares, asociaciones de trabajadores, comunidades locales, ONG s y la iglesia, potencia nuestro conocimiento del problema y sus causas. Instituciones de prestigio como, la Comisión Pastoral de la Tierra, ofrecen una ayuda esencial a los trabajadores liberados, en lo que se refiere a alojamiento, manutención y asistencia médica.

La sensibilización respecto a la práctica del trabajo forzoso constituye otro reto de primera magnitud. A través de organizaciones como la Confederação Nacional dos Trabalhadores na Agricultura, los trabajadores reciben formación sobre el modo de reconocer y evitar posibles situaciones conducentes al trabajo forzoso.

Los sindicatos locales facilitan información a los trabajadores acerca de destinos laborales, y les alertan respecto a posibles abusos. Asimismo, se les entregan números y sitios de contacto, para que los utilicen en caso de que necesiten huir de un trabajo forzoso.

En colaboración con el gobierno de Brasil, la OIT ha puesto en marcha un proyecto de cooperación técnica denominado Lucha contra el trabajo forzoso en Brasil. Con la financiación del Departamento de Trabajo de Estados Unidos, el proyecto presta su apoyo a iniciativas nacionales como la de la creación de los equipos móviles de inspección del gobierno, y pone en marcha además actividades de sensibilización, rehabilitación y prevención. Se ha emprendido una campaña nacional dirigida a los trabajadores rurales y sus familias, y destinada a ayudarles a evitar la caída en la trampa del trabajo forzoso. Las asociaciones con otros interlocutores destacados, como los medios de comunicación, contribuyen asimismo a garantizar una amplia divulgación de la política nacional y de la información sobre esta práctica abusiva en Brasil.

El camino que queda

La compleja naturaleza de la contratación de trabajo forzoso y lo remoto de los emplazamientos donde se practica han obstaculizado los esfuerzos dedicados a su erradicación. Con una cuarta parte de la población que sobrevive con menos de 2 dólares diarios, la miseria seguirá potenciando la vulnerabilidad respecto al trabajo forzoso.

Aún más difícil de superar es la percepción general de que los terratenientes disponen de impunidad. Los trabajadores forzosos liberados suelen temer por su vida, ya que los terratenientes son adinerados y cuentan con amigos en puestos relevantes. Al denunciarles ante las autoridades, corren el riesgo de sufrir represalias. Incluso los fiscales y otros funcionarios públicos han sido objeto de amenazas de muerte.

El 28 de enero de 2004, cuatro funcionarios del Ministerio de Trabajo se vieron sorprendidos en una emboscada y fueron abatidos en un tiroteo que, en opinión de las autoridades, está relacionado con el descubrimiento de prácticas esclavistas en una región agraria dominada por las grandes explotaciones de soja y situada a unos 140 kilómetros de la capital, Brasilia. Los funcionarios suelen desplazarse junto con personal armado de la policía federal. No obstante, como se trataba de una inspección rutinaria, las víctimas no iban escoltados por policías.

Este trágico suceso ha elevado el volumen de las voces que solicitan la aprobación de una enmienda constitucional que, de prosperar, permitirá la confiscación de las tierras en las que se detecte la práctica de la esclavitud. El proyecto de ley ha recibido ya la aprobación del Senado, pero debido a la presión ejercida por el grupo de los terratenientes rurales, sigue pendiente su votación en la Cámara de Representantes.

El Presidente del Tribunal Superior do Trabalho, Francisco Fausto, alude al trabajo forzoso como "una vergüenza para la humanidad" que debe ser erradicada. "Seguimos necesitando leyes más rigurosas. Alguien que no respeta los derechos humanos y conculca la dignidad de las personas debe ser objeto de un castigo más severo. Es una guerra que debemos ganar."


El Programa de Acción Especial para Combatir el Trabajo Forzoso, de la OIT, celebra el Año Internacional de las Naciones Unidas para Conmemorar la Lucha contra la Esclavitud y su Abolición con un impulso especial para colocar el trabajo forzoso en primera línea de los programas de formulación de políticas.

El Año Internacional "contribuirá a impulsar un refuerzo de las actividades", señala Roger Plant, jefe del Programa de Acción Especial de la OIT para Combatir el Trabajo Forzoso (SAP-FL). El Programa ha previsto diversas actividades públicas en 2004, que darán lugar a la publicación del segundo Informe Global del Director General sobre Trabajo Forzoso en 2005. Se ha avanzado mucho en la elaboración de una estimación de ámbito mundial sobre la dimensión actual del problema, la primera de este tipo emprendida por la OIT.

SAP-FL se creó en 2002, en el marco del seguimiento promocional de la Declaración de la OIT relativa a los Principios y Derechos Fundamentales en el Trabajo de 1998. El programa ocupa una posición de vanguardia en la promoción de las actividades de la OIT contra el trabajo forzoso, dotando a éstas de una mayor visibilidad externa y coherencia interna. Asiste a los Estados miembros, organizaciones de empleadores y de trabajadores y otros interlocutores de la sociedad civil en sus esfuerzos por erradicar el trabajo forzoso en todas las regiones del mundo y en todas sus formas, ya sea como resultado del tráfico de seres humanos, de regímenes de servidumbre, de prácticas de contratación coercitivas o de la imposición del Estado.

De acuerdo con el Sr. Plant, de las normas y principios fundamentales del trabajo contemplados en la Declaración, los relativos al trabajo forzoso son los que han recibido hasta el momento el menor grado de atención. "Esta falta de consideración se produce a pesar de la urgencia del problema, y de la aparición de nuevas formas de trabajo forzoso en un mundo globalizado como el actual."

SAP-FL ha respondido otorgando prioridad a la investigación y a las tareas de sensibilización. Se han emprendido estudios pormenorizados sobre las causas y características del trabajo forzoso en África, Asia, América y Europa, y se han celebrado seminarios en lugares que van desde Hanoi a Islamabad, pasando por Lima o La Paz.

Estas actividades han preparado el terreno para la puesta en marcha de proyectos de cooperación técnica específicos, cuya ejecución ha comenzado ya, o lo hará en breve, en el sur y el sudeste de Asia, África occidental y Europa. Asimismo, se llevan a cabo importantes tareas de asesoramiento a gobiernos en materia de legislación y formulación de políticas, por ejemplo, en lo que respecta al tratamiento del trabajo forzoso en las nuevas leyes contra el tráfico de personas.