Diez años después: una década de progreso para los pueblos indígenas

El Decenio Internacional de las Poblaciones Indígenas del Mundo de las Naciones Unidas ha propiciado que vuelva a prestarse atención a la grave situación de estos pueblos. Ahora, más de una década después de la adopción del Convenio de la OIT sobre pueblos indígenas y tribales (núm. 169), Trabajo examina los avances alcanzados, así como los problemas que siguen afrontando tales colectivos en el mundo globalizado actual.

GINEBRA - Se estima que la población de los pueblos indígenas del mundo asciende a 350 millones de personas. La mayoría se encuentra marginada en casi todos los aspectos de la vida diaria. La globalización, el aumento de la población mundial y las crecientes demandas de recursos naturales ejercen presión sobre sus tierras tradicionales, y tienen que hacer frente a un aumento de la pobreza, a una salud deficiente y la discriminación. A menudo son objeto de proyectos dirigidos a los más pobres de entre los pobres, que no siempre consiguen dar respuesta a las necesidades e inquietudes específicas de los pueblos indígenas y tribales.

En diciembre de 1993, la Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó la adopción del Decenio Internacional, con el tema "Los pueblos indígenas: partenariado en acción". El propósito del Decenio era reforzar la cooperación internacional encaminada a resolver los problemas afrontados por los pueblos indígenas en áreas como la de los derechos humanos, el medio ambiente, el desarrollo, la educación y la salud.

En 1996, como contribución al Decenio, se estableció el Proyecto para la promoción del Convenio (núm. 169) de la OIT. Persigue dos objetivos principales: promover la adopción y la elaboración de leyes y políticas que incorporen los derechos de los pueblos indígenas y tribales, y dotar a éstos de los medios necesarios para el refuerzo de capacidades.

Convenio núm. 169: una historia

La OIT comenzó a abordar la situación de los denominados "trabajadores nativos" en las colonias europeas en una fecha tan temprana como 1921. Posteriormente, tras la creación de las Naciones Unidas en 1945, la Organización empezó a ocuparse de los pueblos indígenas y tribales en general -no sólo por su capacidad como trabajadores- y tras liderar un programa de desarrollo para los indios andinos, emprendió los trabajos de preparación del Convenio sobre poblaciones indígenas y tribales (núm. 107). Dicho Convenio se convirtió en el primer tratado internacional que se aprobó sobre esta cuestión.

No obstante, con el transcurso de los años, comenzaron a plantearse ciertas inquietudes respecto al Convenio (núm. 107). En él se asume que las poblaciones indígenas y tribales han de integrarse en el conjunto de la sociedad, y que las decisiones relativas al desarrollo atañían más al Estado que a las personas afectadas. Una reunión de expertos convocada en 1986 concluyó que "el enfoque integracionista del Convenio había quedado obsoleto".

En junio de 1989 se adoptó el Convenio sobre pueblos indígenas y tribales (núm. 169). Aunque el Convenio núm. 107 asumía la desaparición gradual de tales pueblos mediante la integración, el Convenio núm. 169 señala como fundamento que las formas de vida de las poblaciones indígenas y tribales debe sobrevivir ahora y en el futuro, y que éstas y sus organizaciones han de participar intensamente en la planificación y la ejecución de los proyectos de desarrollo que les afecten.

Desde su adopción, el Convenio (núm. 169) ha ganado en reconocimiento como el documento de política internacional de referencia en lo que atañe a los pueblos indígenas y tribales. En él se establecen normas internacionales mínimas, cuya finalidad es procurar que gobiernos, organizaciones de pueblos indígenas y tribales y otras ONG participen de un mismo diálogo.

Promoción del Convenio

Con la constitución del Proyecto, un creciente interés por otros proyectos de la OIT sobre los pueblos indígenas y tribales ha convertido a la Organización en uno de los principales órganos de referencia de Naciones Unidas sobre la cuestión de los pueblos indígenas en los ámbitos de la discriminación, el trabajo forzoso e infantil, la educación y los derechos humanos en general.

El Proyecto coopera con gobiernos, organizaciones de empleadores y de trabajadores, ONG y organizaciones de pueblos indígenas y tribales para la consecución de sus objetivos. Se propone elevar la capacidad de estas poblaciones para participar y asumir responsabilidades en los procesos de desarrollo y formulación de políticas que les atañen directamente. A tal efecto, la OIT constituyó recientemente el programa de becas para pueblos indígenas y tribales (llevado a cabo en estrecha colaboración con la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos). Los becarios experimentan de primera mano el funcionamiento de la OIT durante un período de formación de tres meses en la sede principal de la Organización en Ginebra. En la formación adquieren las herramientas necesarias (teóricas y prácticas) para promover y proteger sus derechos cuando regresen a sus respectivas comunidades. La iniciativa brinda además a la OIT una gran oportunidad para ampliar sus conocimientos sobre las poblaciones indígenas.

La OIT lleva a cabo actualmente una revisión del papel que ha desempeñado en el avance hacia la consecución de los objetivos del Decenio, así como de la repercusión del Convenio (núm. 169) y de las actividades de cooperación técnica. A pesar de los obvios logros del Decenio, sigue quedando un largo camino por recorrer, y resulta fundamental que continúen los trabajos destinados a promover y proteger los derechos de las poblaciones indígenas y tribales en todo el mundo.


"Después del programa como becario, mi intención es poner en marcha en mi comunidad actividades destinadas a desarrollar principios y directrices que permitan conciliar los derechos indígenas con las iniciativas de conservación."
- Nobirabo Musafiri, becario, pigmeo Batwa, República Democrática del Congo


"Ahora dispongo de los conocimientos, las herramientas y los contactos necesarios para reforzar mi trabajo y apoyar a mi comunidad y mi país, defendiendo nuestra diversidad cultural, conocimientos tradicionales y sistemas de creencias, así como nuestra organización y desarrollo igualitario."
- Victoria Garcia Ajucum, becaria Maya-K'iche', Guatemala

Nativos americanos Apostando por el éxito: los pros y los contras de la iniciativa empresarial

Los nativos americanos (pueblos indígenas de Estados Unidos) viven a menudo en condiciones de pobreza y falta de esperanza en reservas establecidas por la administración federal o en centros urbanos. Ahora, nuevas empresas brindan la esperanza de una vida mejor. Entre ellas se encuentran las casas de apuestas y las actividades turísticas. La periodista Savita Iyer examina la medida en que los nativos americanos se han beneficiado de estas iniciativas empresariales, así como las razones por las que se requiere más y mejor educación para encauzar su rumbo.

Actualmente, los nativos americanos afrontan una inmensa pobreza y un creciente desempleo. La vida en las reservas donde viven muchos de ellos es dura y, además de la pobreza, han de hacer frente a tasas de desempleo del 50 al 80%, así como a condiciones que engendran desmoralización, abuso de ciertas drogas, violencia y delincuencia.

El desplazamiento a centros urbanos en las décadas de 1950 y 1960 no contribuyó a que las cosas mejoraran. C. Matthew Snipp, sociólogo de la Universidad de Stanford, señala que "básicamente, [la reubicación] dio lugar a que un grupo de personas de cualificaciones relativamente escasas fuera a parar a grandes ciudades, donde se encontraban completamente fuera de lugar".

A pesar de todo, algunas comunidades de nativos americanos han encontrado nuevas fuentes de ingresos en la empresa privada. La Ley de Autodeterminación y Educación Indias de 1975, que otorgaba mayor autonomía a los gobiernos tribales para gestionar sus asuntos, animó a muchas tribus a recurrir a la iniciativa empresarial privada. Entre los negocios emprendidos figuran los aparcamientos de camiones y la fabricación y venta de productos de tabaco. Actualmente, el juego se ha convertido en el más lucrativo.

La parte del sector controlada por nativos americanos genera 16.000 millones de dólares, lo que representa el 36% de los ingresos de las empresas dedicadas al juego a escala nacional. El éxito de casinos como el Foxwoods, ubicado en Connecticut y propiedad de las tribus mashuntucket pequot, o el Mohegan Sun, en manos de la tribu mohegan, ha sido fundamental para crear nuevos puestos de trabajo para los miembros de las tribus y elevar los ingresos disponibles para asistencia sanitaria, educación y otras iniciativas empresariales.

En California, donde los ingresos de las empresas indias dedicadas al juego ascendieron a unos 5.000 millones de dólares el pasado año, los casinos generan empleo en un mercado de trabajo que, si no fuera por este tipo de actividad, se encontraría deprimido, no sólo para los nativos americanos, sino también para otras minorías. El auge del sector continúa en un contexto en el que las tribus amplían las ofertas de los casinos e inauguran hoteles, complejos turísticos y balnearios.

De todos modos, los problemas persisten. A pesar de las normas estrictas respecto al modo de emplear los ingresos del juego y de las desgravaciones fiscales, esta actividad no ha sido la panacea para el desempleo y la pobreza. La ubicación remota de numerosas tribus y sus empresas de juego no permite acceder a una base de clientes amplia, y los beneficios derivados de los ingresos de este negocio no se caracterizan por una amplia distribución, ya que sólo unas pocas empresas (19%) obtienen el 70% de los ingresos generados por el conjunto de entidades del sector en manos de nativos americanos.

Jerry Lamb, miembro de la tribu gros ventre de Montana y Director Ejecutivo de American Indian Business Leaders, AIBL (Asociación de directivos empresariales indios americanos) señala que la empresa privada puede ser la única vía de futuro. Desarrollar nuevas fuentes de ingreso no es fácil, asegura Lamb, pero puede ser la única manera de generar simultáneamente ingresos y empleo. Lamb cree además que la única vía para que los nativos americanos sigan ampliando sus oportunidades de negocio consiste en impartir más y mejor formación. Lamb señala que: "queremos que nuestros miembros reciban una buena educación y adquieran cualificaciones sólidas para dirigir los negocios y procurar el progreso de nuestras tribus, sin descuidar el fomento de nuestra herencia cultural y la conservación de nuestra comunidad".