Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza

El costo real de la pobreza extrema

Declaración del Director General de la OIT, Guy Ryder, con ocasión del Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza.

Declaración | 17 de octubre de 2016
© Tim Shields
La pobreza extrema sigue afectando las vidas de mil millones de personas en todo el mundo. Aunque el trabajo debería ser la mejor vía para escapar de la pobreza, 327 millones de trabajadoras y trabajadores viven en la pobreza extrema y otros 967 millones viven en una situación de pobreza moderada o cerca del umbral de pobreza.

Estas cifras, por muy inaceptables que sean, no reflejan el profundo costo humano de la pobreza, que impide satisfacer las necesidades más fundamentales. La pobreza atenta contra la dignidad de las personas y aumenta su vulnerabilidad ante el hambre, las enfermedades físicas y mentales, las violaciones de derechos humanos y la exclusión.

De allí la importancia de que este año el tema elegido para el Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza sea: De la humillación y la exclusión a la participación: Poner fin a la pobreza en todas sus formas.

La humillación y la exclusión son factores de pobreza, pero también son consecuencia de ella. La discriminación, ya sea por motivos de género, origen étnico, orientación sexual u otras razones, puede dar lugar a la exclusión y limita las posibilidades de salir de la pobreza.

Los fenómenos naturales extremos y los conflictos pueden perturbar de forma repentina las vidas de los habitantes de las zonas afectadas y hacerlos más vulnerables a la exclusión y a la pobreza.

Todos tenemos el derecho de participar en la sociedad y disfrutar de la dignidad que conlleva esta participación. El acceso a oportunidades de trabajo decente para todos es el medio más eficaz para aumentar la participación, sacar a la gente de la pobreza, reducir las desigualdades e impulsar el desarrollo económico.

Solo mediante una mejora deliberada de la calidad del empleo para aquellos que ya tienen un puesto de trabajo lograremos reducir de forma duradera el número de trabajadores pobres.

También es necesario establecer sistemas de apoyo adecuados para que nadie se quede atrás. Por eso, la OIT y el Banco Mundial han lanzado la Alianza mundial para la protección social universal, cuya finalidad es ayudar a los países a llegar a todos los grupos más pobres y vulnerables de la población a través de medidas para garantizar la seguridad de los ingresos, y para apoyar a todas las personas cuando lo necesiten, a lo largo de toda su vida.

La gente cuestiona cada vez más la capacidad de las instituciones y de los actores del sector público para proporcionar respuestas, e incluso ponen en duda la sinceridad y legitimidad de sus iniciativas. Se necesitan nuevos enfoques y respuestas sencillas. Sin embargo, algunos de estos nuevos enfoques y de estas propuestas son contrarios a los valores de la democracia, los derechos humanos, la tolerancia y la solidaridad.

No existe una respuesta fácil, pero estoy convencido de que la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible nos dará la oportunidad de invertir la tendencia y poner rumbo hacia la justicia social en el mundo. Lo que está en juego es tan importante que su puesta en marcha nos concierne a todos. Es decir que se convierte en una empresa colectiva de la que nadie debe quedar excluido y en la que todos participen de forma equitativa.

La OIT, a través de sus siete iniciativas para el centenario, y en particular de la iniciativa para poner fin a la pobreza, está concentrando sus esfuerzos con el propósito de lograr que los gobiernos y las organizaciones de empleadores y de trabajadores dispongan de herramientas que les ayuden a crear un futuro sostenible e inclusivo.

Si estamos realmente decididos a poner en práctica la Agenda 2030 y queremos poner fin a la lacra de la pobreza que se perpetúa generación tras generación, ocupándonos de sus causas y a sus consecuencias, entonces debemos lograr un futuro en el que el trabajo decente y la protección social estén al alcance de todos.