Mensaje del Director General de la Oficina Internacional del Trabajo, con ocasión del Día Mundial de la Seguridad y Salud en el Trabajo

Declaración | Geneva | 26 de abril de 2011

28 de abril de 2011

En este Día recordamos que, cada año, alrededor de 337 millones de personas son víctimas de accidentes del trabajo y más de 2,3 millones de personas mueren debido a accidentes o a enfermedades profesionales. Ya sea en las minas o en las plantas químicas, en las oficinas o en los campos, los accidentes y enfermedades profesionales causan más víctimas, tanto mortales como en términos de discapacidad, que pandemias mundiales como el VIH y el sida o la tuberculosis.

Acontecimientos dramáticos como el accidente nuclear de la central japonesa de Fukushima este año o el accidente minero de Pike River acaecido el pasado año en Nueva Zelandia son objeto de grandes titulares. Sin embargo, la mayoría de los accidentes, enfermedades y muertes relacionados con el trabajo pasan desapercibidos y no se informa de ellos. Los trabajadores y sus familias suelen quedar sin protección ni ayuda para hacerles frente.

Lo más trágico es que muchísimos accidentes, enfermedades y muertes podrían prevenirse con medidas de gestión adecuadas. Es una cuestión de respeto a la dignidad del ser humano mediante el respeto de la dignidad del trabajo; una cuestión que consiste en formular políticas que tengan en cuenta la importancia capital del trabajo de personas que viven en tranquilas comunidades para las sociedades estables y para las economías resilientes.

En la actualidad, la OIT pone de relieve la importancia de los sistemas de gestión de la seguridad y salud en el trabajo como herramientas para garantizar una mejora continua. El éxito en la creación de una cultura preventiva de seguridad y salud sólida dependerá de un compromiso firme, de la colaboración y de la acción concertada por parte de los gobiernos, los empleadores y los trabajadores, así como de todos los interesados; no puede incumbir únicamente a los expertos. Para que las estrategias sean efectivas han de incluir, por ejemplo, la formación de los trabajadores.

Los Convenios núms. 155 y 187, junto con las Directrices de la OIT de 2001, definen los elementos esenciales de un marco promocional para la seguridad y salud en el trabajo y las funciones básicas de todo sistema de gestión.

Las Directrices se han convertido en una herramienta de uso generalizado para la elaboración de normas nacionales y la formulación de programas a escala tanto nacional como empresarial. Muchos países han comenzado a aplicarlas mediante una serie de mecanismos discrecionales o reglamentarios y han formulado estrategias nacionales que integran el enfoque de sistemas de gestión. Hemos proporcionado asistencia técnica sobre la aplicación de las Directrices y nuestro Centro Internacional de Formación de Turín está asimismo ofreciendo cursos al respecto. Dada la importancia de la prevención, así como las limitaciones en cuanto a los recursos tanto financieros como humanos de muchos países, la seguridad y salud en el trabajo es un ámbito esencial para las nuevas iniciativas de cooperación, en particular las iniciativas de cooperación Sur-Sur y triangular.

No podemos perder de vista a quienes trabajan en la economía informal. Una formación participativa adecuada, junto con actividades de sensibilización y medidas de bajo costo basadas en enfoques y buenas prácticas de desarrollo local pueden salvar vidas y contribuir a mejorar los entornos laborales en el sector informal.

La experiencia de los últimos años muestra que las medidas de prevención adoptadas han servido para reducir los riesgos y peligros tradicionales. Sin embargo, persisten muchos de ellos, o bien aparecen otros. Las nuevas tecnologías y las nuevas formas de organización del trabajo conllevan nuevos desafíos. Los riesgos asociados con los productos químicos y las biotecnologías están aumentando, al igual que los riesgos psicosociales que entrañan para los trabajadores las presiones que impone la vida laboral, exacerbadas en tiempos de crisis económica. Esta compleja situación tiene un efecto adverso en las vidas de hombres y mujeres, así como costos tanto en términos sanitarios como de desempeño económico.

La seguridad y salud en el trabajo (SST) debe formar parte integrante de las estrategias para fomentar el empleo productivo y el trabajo decente. Ello requerirá lograr el equilibrio correcto entre enfoques discrecionales y obligatorios en función de las necesidades y las prácticas locales. Pero, por encima de todo, la seguridad y salud en el trabajo debe convertirse en un reflejo adquirido por todos.

Hoy recordamos la razón de ser de la OIT, consagrada en su Constitución. Tiene que ver con condiciones de trabajo que “entrañan tal grado de injusticia, miseria y privaciones para gran número de seres humanos, que el descontento causado constituye una amenaza para la paz y armonía universales”, y con la urgencia de “mejorar dichas condiciones, por ejemplo, en lo concerniente a (...) protección del trabajador contra las enfermedades, sean o no profesionales, y contra los accidentes del trabajo (...)”.

Ante el movimiento social que agita el mundo árabe en la actualidad, estos preceptos fundadores resuenan aún con más fuerza. En este Día dedicado a la seguridad y salud en el trabajo, es oportuno recordar hasta qué punto el Programa de Trabajo Decente de la OIT, en su totalidad, es central para construir sociedades pacíficas.

En este Día mundial, movilicémonos, tanto en nuestros países como en el plano internacional, para garantizar un entorno laboral seguro y saludable para todos, dando la máxima prioridad al principio de prevención.

Se trata de una cuestión de respeto a la dignidad humana y de la dignidad del trabajo. Se trata de garantizar que el trabajo decente para todos forme parte del marco para un crecimiento sostenible.