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Un futuro del trabajo mejor se construye ecológicamente

La naturaleza puede ofrecer algunas de las mejores ocasiones de crear empleo y estimular las economías protegiendo al planeta al mismo tiempo.

Opinión | 12 de octubre de 2020
Maikel Lieuw-Kie-Song, Especialista técnico, Departamento de Política de Empleo de la OIT y Vanessa Pérez Cirera, Segunda responsable, Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) - Prácticas mundiales de clima y energía
La propagación de la pandemia de COVID-19 ha puesto de relieve del modo más dramático y trágico la fragilidad de los cimientos –naturales y artificiales– de nuestro mundo.

Ha evidenciado el impacto devastador del aumento a escala mundial de enfermedades transmitidas de animales a humanos, enfermedades vinculadas a la degradación del medio ambiente y a prácticas agrícolas insostenibles que han provocado una disminución promedio de las poblaciones silvestres en el mundo equivalente a dos tercios desde 1970 debido al cambio de uso del suelo.

Por su parte, el derrumbe de las economías y la consiguiente pérdida de cientos de millones de empleos y medios de sustento han revelado las imperfecciones inherentes a la estructura económica de nuestras sociedades.

En el punto máximo del confinamiento en todo el mundo, tuvimos la visión asombrosa de unos cielos límpidos y sin contaminación gracias a la caída de las emisiones de gases de efecto invernadero debida a la ausencia de coches en las calles y las ciudades, y al cierre de fábricas y comercios. Esa drástica reducción fue equivalente a la que se necesitaría cada año para alcanzar las metas del Acuerdo de París sobre el Cambio Climático.

Juntos, todos estos factores envían un mensaje crucial: debemos restablecer nuestra relación trunca con la naturaleza. La ecuación es sencilla: sin un planeta sano, no puede haber economías sanas.

© Axel Fassio / CIFOR
Hay una lección decisiva que hemos aprendido de esta pandemia: lo que afecta a un país o una región, nos afecta a todos. Lo mismo cabe afirmar sobre la relación entre las personas y la naturaleza. Lo que le hacemos a ella nos lo hacemos a nosotros mismos.

Cuando los responsables de las decisiones financieras se reúnan esta semana en las reuniones anuales del FMI y el Banco Mundial, la atención debe centrarse no solo en las medidas urgentes que se necesitan para relanzar las economías, sino también en cómo hacerlo para sanar esa relación rota.

Empleos, economías y naturaleza

Los 1.600 millones de trabajadores en peligro inminente de perder sus medios de vida a causa de la pandemia necesitan un empleo. Y no cualquier empleo: un trabajo decente y productivo, que reporte unos ingresos justos, seguridad en el lugar de trabajo y protección social para sí y para su familia.

Ahora bien, estos empleos y los cientos de millones de otros empleos que estimulan las economías en el mundo no pueden existir a expensas de la naturaleza ni del planeta de los que dependemos. Más de la mitad del PIB mundial, el equivalente a 44 billones de dólares de los Estados Unidos, es moderada o sumamente dependiente de la naturaleza, y a nivel mundial, 1200 millones de puestos de trabajo dependen directamente de servicios de los ecosistemas.

En la recuperación, los gobiernos y el sector privado están ante una alternativa: seguir invirtiendo billones en mantener industrias anticuadas y contaminantes que no proporcionan seguridad en el empleo a largo plazo, tales como las que funcionan con combustibles fósiles, o aprovechar la oportunidad de invertir en la reconversión laboral de los trabajadores y la creación de los nuevos puestos de trabajo verdes en sectores enfocados al desarrollo con bajas emisiones de carbono, que reviertan la degradación ambiental y restablezcan la funcionalidad del ecosistema.

En última instancia, un futuro del trabajo mejor se construye ecológicamente.

Afortunadamente, algunas de las mejores posibilidades para estimular la recuperación económica y la creación de empleo radican en los sectores “verdes”. Por ejemplo, trabajar por la solución del cambio climático podría generar 65 millones de nuevos empleos en industrias con bajas emisiones de carbono de aquí a 2030. Cada millón de dólares invertido en energías renovables podría crear 7,5 millones de puestos de trabajo (FTE o equivalente a tiempo completo) frente a los 2,7 millones de empleos que crearía la misma inversión en proyectos basados en combustibles fósiles; la producción de energía eléctrica mediante paneles solares arroja el mayor índice de empleo por unidad de energía producida, además de tratarse de instalaciones de construcción rápida y convenientes para las comunidades rurales.

Además, las soluciones basadas en la naturaleza que aprovechan los ecosistemas para solucionar problemas cruciales para la sociedad pueden crear empleo y contribuir a la seguridad alimentaria, a la reducción de desastres y a la regeneración urbana, y también ayudan a abordar la crisis del clima. Un nuevo informe de WWF y la OIT (solo en inglés) compila evidencia internacional sobre la forma en que las soluciones basadas en la naturaleza pueden impulsar una recuperación más sostenible, y también una recuperación intensiva en empleo.

En África, por ejemplo, 21 países y organizaciones internacionales tienen en marcha el Proyecto la Gran Muralla Verde, con el que se aspira a restablecer 100 millones de hectáreas de tierra y detener el avance del Desierto del Sahara. La finalidad de esta iniciativa conjunta es proporcionar seguridad alimentaria a 20 millones de personas, crear 350.000 puestos de trabajo, y eliminar 250 millones de toneladas de carbono de la atmósfera. En Alemania, el Emscher Landscape Park, un proyecto de bosques urbanos y de restauración del ecosistema en 19 ciudades del país, hasta el momento ha creado más de 100.000 empleos. Hay muchos más ejemplos de la forma en que pueden crearse empleos mediante inversiones en obras ecológicas, el restablecimiento del ecosistema y la infraestructura natural sostenible, como bosques y humedales costeros.

Un nuevo pacto por la naturaleza y las personas

La inacción continuada frente a la pérdida de la naturaleza seguirá perturbando las cadenas de suministro, amenazando la seguridad alimentaria y los medios de vida en el mundo, y costará a la economía mundial al menos 479.000 millones de dólares al año, 10 billones de dólares de los Estados Unidos para 2050. Son cuantías que los responsables de las decisiones financieras no pueden ignorar.

Hace pocas semanas, más de 70 líderes mundiales simbolizaron su nueva relación con la naturaleza suscribiendo el Compromiso con la Naturaleza (Pledge for Nature), y se propusieron dar marcha atrás en la pérdida de biodiversidad para 2030. Los responsables de las decisiones financieras tienen la ocasión de establecer los marcos normativos y asignar los recursos financieros que permitan poner en marcha el cambio de sistema económico necesario para concretar este anhelo mundial – un nuevo pacto por la naturaleza y las personas (New Deal for Nature and People) que valore, proteja y restablezca la naturaleza, y que salvaguarde la salud y los medios de vida de los seres humanos.

No debemos volver a invertir en sectores y tecnologías que plantean riesgos para la salud de los trabajadores y del planeta y para nuestro futuro a largo plazo. La nueva “economía positiva de la naturaleza” debe y puede proporcionar desarrollo económico y empleos, y al mismo tiempo revertir la pérdida de naturaleza y restaurar gran parte de lo que se ha perdido.

Por Vanessa Pérez Cirera, Segunda responsable, Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) - Prácticas mundiales de clima y energía y Maikel Lieuw-Kie-Song, Especialista técnico, Departamento de Política de Empleo de la OIT