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La OIT alerta sobre posible aumento del trabajo infantil en África

De persistir las actuales condiciones económicas y las tendencias sociales predominantes, por lo menos un millón de niños podrían engrosar cada año las filas ya pletóricas de la enorme población activa infantil del continente africano, advierte con inquietud la Oficina Internacional del Trabajo en un informe presentado a una reunión tripartita de gobiernos, empleadores y trabajadores en Kampala, Uganda. En dicho documento, que lleva por título Child Labour in Africa – Targeting the Intolerable, la OIT señala que si bien se están desplegando diversas iniciativas para reducir y eliminar el trabajo infantil en algunos sectores económicos, éstas siguen siendo aisladas y "los indicadores de la pobreza, el crecimiento demográfico y la educación siguen pintando un panorama potencialmente muy negativo en cuanto a la evolución futura del trabajo infantil en África".

Comunicado de prensa | 4 de febrero de 1998

GINEBRA (Noticias de la OIT) – De persistir las actuales condiciones económicas y las tendencias sociales predominantes, por lo menos un millón de niños podrían engrosar cada año las filas ya pletóricas de la enorme población activa infantil del continente africano, advierte con inquietud la Oficina Internacional del Trabajo en un informe presentado a una reunión tripartita de gobiernos, empleadores y trabajadores en Kampala, Uganda. En dicho documento, que lleva por título Child Labour in Africa – Targeting the Intolerable (Nota 1) , la OIT señala que si bien se están desplegando diversas iniciativas para reducir y eliminar el trabajo infantil en algunos sectores económicos, éstas siguen siendo aisladas y "los indicadores de la pobreza, el crecimiento demográfico y la educación siguen pintando un panorama potencialmente muy negativo en cuanto a la evolución futura del trabajo infantil en África".

La OIT estima que el número de niños económicamente activos en este continente pudiera experimentar un gran aumento, pasando de 80 millones en la actualidad a más de 100 millones en el año 2015, como consecuencia de la explosión demográfica registrada por los sectores más desfavorecidos de la población y de los niveles insuficientes de crecimiento económico en gran parte de África.

En el marco de las actividades que la comunidad internacional está emprendiendo para encontrar salidas al problema de los trabajadores infantiles, la OIT ha organizado, conjuntamente con la Organización para la Unidad Africana (OUA), una conferencia que se desarrollará en Kampala del 5 al 7 de febrero. En ella se congregarán representantes de las organizaciones de trabajadores y de empleadores y de los gobiernos de 22 Estados africanos (Nota 2) , con el objeto de formular y poner en práctica políticas nacionales que permitan reducir y eliminar el trabajo infantil.

Aun cuando el trabajo infantil es un fenómeno que afecta a todas las regiones del mundo, el problema se sitúa fundamentalmente en los países en desarrollo. África registra desde ya las tasas más elevadas, con cerca de 41 por ciento del total de la categoría de edad entre 5 y 14 años incorporada a la vida económica (21 por ciento en Asia y 17 por ciento en América Latina). La OIT indica que a nivel mundial, y sin distinguir entre países de diferente nivel de desarrollo económico, trabajan más de 250 millones de niños, encontrándose la más alta concentración en Asia.

Las tasas de participación infantil en la fuerza de trabajo son más elevadas en los países de África subsahariana, donde casi la mitad de los niños en la categoría de edad de 10-14 años tienen una actividad laboral. Según estimaciones, en Benin trabaja el 27 por ciento de los niños, en Burkina Faso, el 51 por ciento, y en Burundi, el 49 por ciento. En Kenya, Etiopía, Níger y Uganda las tasas estimadas del trabajo infantil fluctúan entre 40 y 46 por ciento. En Malí, tal proporción es de 54 por ciento. En Côte d'Ivoire, Nigeria y Zimbabwe, fluctúa entre 20 y 30 por ciento (véase el cuadro).

Los factores de mayor incidencia en el aumento del trabajo infantil son el rápido crecimiento demográfico, el deterioro de las condiciones de vida y la incapacidad del sistema de enseñanza para acoger a todos los niños en edad escolar e impartirles una formación adecuada.

De entre las regiones en desarrollo, África registra la tasa más alta de mano de obra infantil femenina, con cerca de 37 por ciento. Esta proporción es de 20 por ciento en Asia y 11 por ciento en América Latina. Según la OIT, aunque las estadísticas revelan que tres de cada cinco niños trabajadores son varones, la proporción real de niñas pudiera ser muy superior, ya que las actividades domésticas o afines tienden a ser subestimadas en los registros oficiales.

La obligación de cumplir tareas domésticas es la principal razón indicada por cerca de un tercio de los menores que no asisten a la escuela. Estos no han sido nunca matriculados en un establecimiento o se han visto obligados a dejar de estudiar para ocuparse de labores domésticas a tiempo completo. Si en las estadísticas de la ocupación se tomaran en cuenta estos trabajos, la proporción de niñas ocupadas sería seguramente superior a la de los niños

Los datos relativos a la enseñanza primaria, otro indicador importante del trabajo infantil, muestran que si bien en África se ha registrado un aumento de las matrículas, también se ha incrementado el número absoluto de los niños en edad escolar primaria (6-11 años) no matriculados, que con un aumento de 2 millones entre 1990 y 1995, totaliza cerca de 40 millones, dos tercios de los cuales son chicas.

Según la OIT, a pesar de que la opinión pública mundial presta una gran atención a la situación de los niños de los países en desarrollo que trabajan en las industrias de la exportación (por ejemplo, textiles, tapices y calzado), el trabajo infantil no está muy extendido en el sector exportador, exceptuando a las plantaciones de algunos países.

El trabajo infantil es un fenómeno mayoritariamente rural, pues hasta un 70 por ciento de los niños que trabajan lo hacen en la agricultura. La base económica de casi todos los países africanos, sobre todo en la región subsahariana, sigue siendo fundamentalmente agropecuaria.

"De confirmarse la presente tendencia en el África subsahariana, cada año por lo menos 400.000 niños entre 6 y 11 años de edad se sumarán a los que no asisten a la escuela, y probablemente pasarán a formar parte de la reserva de mano de obra infantil", prosigue el informe. A estos se deben añadir los que tratan de combinar el trabajo y la escuela, con lo que se llega a 1 millón de nuevos trabajadores infantiles que ingresarán anualmente al mercado de trabajo durante los próximos 10 a 15 años.

El informe de la OIT reconoce que la idea de "trabajo adecuado" varía considerablemente según los países, pero insiste en la necesidad de establecer una distinción clara "entre las obligaciones familiares normales, por una parte, y las tareas que constituyen formas de explotación y abuso, por la otra".

La OIT advierte que "hacer hincapié en el respeto de las prácticas tradicionales, minimizando los peligros potenciales que entraña el trabajo infantil, puede conducir a ignorar las verdaderas dimensiones del problema del trabajo infantil". Al respecto, subraya la importancia de que "las sociedades y las familias tomen conciencia de los peligros inherentes al trabajo de los niños y reconozcan que lo que ocurre en el contexto familiar y de la formación profesional no puede sustraerse a la aplicación de los instrumentos jurídicos en materia de trabajo infantil".

De conformidad con las normas internacionales del trabajo, queda prohibida toda ocupación que suponga la explotación y el abuso de los niños: ahora bien, este fenómeno se está generalizando en toda África.

Por ejemplo, en el servicio doméstico - fuente de trabajo importante para los niños - las posibilidades de explotación de la mano de obra son múltiples. Aunque se dispone de pocos datos congruentes sobre las condiciones de vida y de trabajo del trabajador doméstico, lo que se explica por la índole no declarada de la actividad, el informe de la OIT cita casos inquietantes que ponen de manifiesto la práctica generalizada de abusos físicos, mentales o sexuales contra las chicas que trabajan en hogares ajenos. Las secuelas de los sufrimientos experimentados por las niñas durante largas jornadas de servidumbre y privaciones son, entre otros, "el ensimismamiento y la regresión, el envejecimiento prematuro, la depresión y la pérdida de la autoestima".

La reunión tripartita de Kampala ha previsto ocuparse de estos así como de otros abusos que sufren los niños, incluidas algunas prácticas intolerables como el trabajo en condiciones peligrosas (por ejemplo, la minería y las fábricas), la explotación sexual, la prostitución y la pornografía, la servidumbre por deudas y el tráfico de niños. La reunión forma parte de una serie de eventos (que incluye recientes conferencias en Amsterdam, Oslo y Bangkok) encaminados a suscitar una movilización internacional contra el trabajo infantil y apoyo para los proyectos de nuevas normas internacionales (un convenio y una recomendación) que coarten las formas extremas de trabajo de los niños, los que se discutirán en Ginebra durante la próxima reunión de la Conferencia Internacional del Trabajo, en junio de 1998.

Desde comienzos de los años 1990, un gran número de países han adoptado políticas y programas nacionales de vasto alcance en la materia, y los países africanos han sido activos participantes en los debates en curso. Varios países africanos (Benin, Egipto, Kenya, Senegal y Tanzanía) figuran entre los primeros integrantes del Programa Internacional para la Erradicación del Trabajo Infantil (IPEC), ambiciosa iniciativa puesta en marcha por la OIT en 1992.

Nueve otros países africanos se preparan para incorporarse al IPEC: Burkina Faso, Etiopía, Guinea, Madagascar, Malí, Sudáfrica, Uganda, Zambia y Zimbabwe. Varios países, entre ellos Camerún y Zimbabwe, están elaborando sus propias estrategias nacionales para luchar contra el trabajo infantil.

El informe de la OIT insiste en que, a la luz de las proporciones alcanzadas por el trabajo infantil, es cada vez más urgente tomar medidas concretas. Hay muy poca documentación sobre el alcance y la naturaleza de los peligros a que están expuestos los niños trabajadores en África, y es preciso prestar sin demora una atención especial a algunos sectores que reclaman acciones inmediatas. Habrá que adoptar medidas preventivas si se quiere evitar las graves consecuencias sociales que, de lo contrario, entrañará el aumento previsto de la mano de obra infantil.

Fuente: Estimaciones calculadas a partir de Población económicamente activa, 1950-2010, cuarta edición. OIT, Ginebra, diciembre de 1996.

Nota 1:
Child Labour in Africa – Targeting the Intolerable. Reunión regional tripartita africana sobre trabajo infantil. Kampala, Uganda, 5-7 de febrero de 1998. Oficina Internacional del Trabajo, Ginebra (sólo en inglés y francés).

Nota 2:
Benin, Burkina Faso, Camerún, Côte d'Ivoire, Egipto, Etiopía, Ghana, Guinea, Kenya, Madagascar, Malí, Mauricio, Mozambique, Níger, Nigeria, Senegal, Sudáfrica, República Unida de Tanzanía, Túnez, Zambia, Zimbabwe, y Uganda.

País
Niños que trabajan

(en porcentaje)

Benin 27.5
Burkina Faso 51.1
Burundi 49.0
Cabo Verde 14.2
Camerún 25.3
República Centroafricana 31.2
Comoras 39.3
Côte d'Ivoire 20.5
Egipto 11.2
Eritrea 39.6
Etiopía 42.3
Ghana 13.3
Guinea 34.0
Kenya 41.3
Madagascar 35.8
Malawi 35.2
Malí 54.5
Mauricio 3.0
Mozambique 33.8
Namibia 21.7
Níger 45.2
Nigeria 25.8
Senegal 31.4
Swaziland 13.7
Tanzania (República Unida de) 39.5
Uganda 45.3
Zambia 16.3
Zimbabwe 29.4