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El nuevo despertar económico de África La política de empleos podría dar un nuevo impulso al crecimiento

GINEBRA (Noticias de la OIT) ­ Después de atravesar por un largo período de crisis económica y disturbios civiles, el África subsahariana está dando signos de recuperación, lo que queda confirmado por las tasas de crecimiento registradas en 33 países de la región, que son superiores a la tasa de crecimiento demográfico, según se señala en un informe reciente preparado por la Oficina Internacional del Trabajo (OIT) y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).

Comunicado de prensa | 8 de diciembre de 1997

GINEBRA (Noticias de la OIT) ­ Después de atravesar por un largo período de crisis económica y disturbios civiles, el África subsahariana está dando signos de recuperación, lo que queda confirmado por las tasas de crecimiento registradas en 33 países de la región, que son superiores a la tasa de crecimiento demográfico, según se señala en un informe reciente preparado por la Oficina Internacional del Trabajo (OIT) y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) (Nota 1) .

El informe señala que aun cuando las perspectivas de reactivación económica podrían ser más auspiciosas si se intensificaran las reformas económicas nacionales y aumentasen las inversiones internacionales, por otra parte es hoy esencial acelerar el aumento de la oferta de empleo y el ritmo de crecimiento económico a fin de mantener el dinamismo económico creciente y la estabilidad política en la región, que se ha convertido en la más pobre del mundo.

El informe concluye que África no tiene otra alternativa que avanzar por una vía de crecimiento sostenido del Producto Interior Bruto (PIB) si quiere evitar seguir siendo marginada de la economía mundial.

En realidad, según el informe, aunque el rendimiento de la mayoría de los países subsaharianos estuvo lejos de ser satisfactorio en los últimos veinte años, los resultados no fueron deficientes en todos ellos, y algunos lograron incluso buenos rendimientos.

La tasa de crecimiento económico general en el África subsahariana pasó del 1,9 por ciento en 1994 al 3,7 por ciento en 1995, último año del que se dispone de cifras estadísticas precisas. Los mejores resultados fueron los registrados por:

Cinco países que obtuvieron tasas de crecimiento medio del PIB superiores al 7 por ciento en el período 1992-1995; tres de ellos (Guinea Ecuatorial, Lesotho y Uganda) crecieron en más del 8 por ciento. El crecimiento de Mozambique y Sudán fue del 7 por ciento.

Otros cinco países (Etiopía, Ghana, Mauricio, Mauritania y Seychelles) registraron tasas de crecimiento medio del 4 al 5 por ciento entre 1992 y 1995.

Ocho países (Benin, Botswana, Cabo Verde, Guinea, Guinea-Bissau, Malí, Namibia y Tanzanía), cuya economía creció entre el 3 y el 4 por ciento durante los últimos cuatro años.

Por otra parte, diecisiete países tuvieron resultados modestos pero positivos (crecimiento entre el 0 y el 3 por ciento). En cambio, ocho países registraron tasas de crecimiento negativas: Angola, Burundi, Camerún, Congo, Gabón, Rwanda, Sierra Leona y Zambia. No se conocen los datos correspondientes a otros cinco países.

Entre los principales factores de este vuelco en la economía africana figuran los siguientes:

Aumento de las inversiones nacionales, que se incrementaron, en promedio, en más del 10 por ciento en ocho países (Angola, Côte-d'Ivoire, Etiopía, Ghana, Kenya, Lesotho, Uganda y Zambia).

Aumento de las inversiones extranjeras directas, que si bien siguen siendo mínimas si se comparan con las inversiones en el resto del mundo, crecieron de todas maneras en más del 100 por ciento en diez países (Botswana, Camerún, Chad, Guinea, Kenya, Lesotho, Mauricio, Mozambique, Uganda y Zambia) y en porcentajes menos elevados en otros países.

El alza de los precios de las materias primas y de los productos agrícolas, como el cacao, el café y el algodón, factor al que se añade la elevación general de la productividad agrícola. Uganda, en particular, logró su autoabastecimiento alimentario y aumentó sus exportaciones de café en los últimos años. Côte d'Ivoire, mayor productor africano de cacao y segundo productor de algodón, aumentó su volumen de producción de ambos géneros. Entre los países donde también se han registrado crecimientos bastante acelerados de la agricultura figuran Benin, Botswana, Ghana, Kenya, Mauricio y Tanzanía.

Aumento de la demanda europea de productos africanos manufacturados, sobre todo en rubros como la ropa de confección de gama baja y precio moderado (camisetas, pantalones vaqueros, pantalones cortos, etc.) que exportan países como Côte d'Ivoire, Kenya y Zimbabwe, pero también de géneros con mayor valor agregado, como artículos de moda y productos manufacturados exportados por Mauricio y Sudáfrica. Los costos laborales unitarios muestran que los productores africanos de ropa tradicional, como las camisas para caballeros, logran competir en las mismas categorías de costos que los productores asiáticos.

La mejora de la capacidad empresarial de los productores africanos y el aumento de la productividad de la mano de obra. El informe de la OIT cita datos que demuestran los progresos en estos campos registrados en Botswana, Lesotho, Côte d'Ivoire, Ghana, Kenya, Malawi, Mauricio, Mozambique y Uganda.

La mayor atención que la comunidad internacional ha prestado al desarrollo africano desde la celebración de la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Social organizada por las Naciones Unidas (Copenhague, 1995), así como desde que comenzaron a aplicarse la Iniciativa Especial de las Naciones Unidas para África y varias iniciativas gubernamentales, en particular la decisión del Gobierno de los Estados Unidos de establecer el programa denominado «Partnership for Growth in Africa».

El principal autor del informe, el economista Samir Radwan, declaró que la nueva tendencia de los resultados económicos africanos marca un nuevo comienzo para el desarrollo económico del continente, a condición de que se adopten y apliquen consecuentemente las políticas adecuadas. El Sr. Radwan dijo que los legisladores y los responsables políticos deberían preocuparse esencialmente de estimular a las nuevas empresas del sector privado, sobre todo las de pequeñas dimensiones, que ocupan a mano de obra abundante, y de capacitar a dichas empresas para que puedan crecer, innovar e incursionar en nuevos mercados, inclusive los de exportación.

El informe de la OIT aboga por una reducción de la deuda externa de los 29 países de bajos ingresos más endeudados de la región. En la actualidad, el servicio de la deuda representa cerca del 4 por ciento del PIB global de la región, cifra que según la OIT habría que reducir a la mitad a fin de liberar recursos que se destinarían a nuevas inversiones productivas.

África sigue agobiada por grandes problemas

En su informe, la OIT reconoce que el cambio de rumbo experimentado por la economía africana es aún incipiente y extremadamente frágil. Entre los posibles obstáculos, el informe cita el desarrollo de empleo productivo, que no ha crecido con la misma rapidez que el aumento de la oferta de mano de obra.

Entre 1978 y 1994, la fuerza de trabajo de los países subsaharianos creció según un ritmo constante del 3 por ciento anual. Ello dio origen, sea a la baja, sea al estancamiento del empleo asalariado, a la reducción de los salarios en valor real y al deterioro de las condiciones de vida y de trabajo en toda la región.

Según estimaciones de Naciones Unidas, el África subsahariana es la única región del mundo en que se prevé un aumento de la proporción de habitantes que se encuentran por debajo del umbral de pobreza, que pasará del 48 por ciento en la actualidad a más del 50 por ciento en el año 2000. La mitad de la población de la región subsiste hoy con menos de 1 dólar de EE.UU. por persona al día.

Tan sólo uno de cada diez trabajadores de la región ocupa un empleo regular y asalariado en los sectores modernos de la manufactura y los servicios. Muchos trabajadores, especialmente las mujeres, trabajan por su cuenta; su remuneración es reducida y por lo general no se declara a las autoridades competentes. En un contexto de pobreza generalizada, prolifera el trabajo infantil: se estima que en el África subsahariana ejercen una actividad laboral cerca de 16 millones de niños en la categoría de edad de 10 a 14 años.

Cerca del 75 por ciento de la mano de obra de la región (es decir, unos 314 millones de hombres y mujeres, o del 9 por ciento de la fuerza de trabajo mundial) ejerce una actividad laboral al margen de la economía declarada, por lo general en la agricultura de subsistencia o en ocupaciones «informales» mal remuneradas, como la manufactura de pequeña escala, la venta callejera y la prestación de pequeños servicios.

Las tasas oficiales de desempleo urbano se han duplicado en los últimos 15 años, ubicándose por encima del 20 por ciento; se prevé que se acerquen al 30 por ciento a fines del presente decenio. El desempleo oculto supera en la práctica el 50 por ciento de la fuerza de trabajo. Mientras, se mantiene el crecimiento demográfico, tanto en las zonas urbanas como en las rurales. El informe hace hincapié en que, con arreglo a las tendencias demográficas actuales observadas en África, desde ahora hasta el año 2010 habrá una media de 8,7 millones de nuevos solicitantes de empleo cada año.

La OIT insiste en que muchos países de la región pueden salir de las condiciones de pobreza que han heredado, y en que la recuperación que comienza debería utilizarse como una plataforma desde la cual se apliquen y promuevan las políticas adecuadas.

La estrategia reposa en las siguientes líneas de fuerza:

Búsqueda del crecimiento ­ El informe de la OIT preconiza intensificar el proceso de reforma económica y superar la preocupación actual de llevar a cabo el «ajuste estructural», que suele permitir la estabilización, pero a costa de la contracción de la economía. Desde inicios de los años ochenta, en 25 países subsaharianos se han aplicado medidas de ajuste estructural, proceso que tiene por fin recuperar el equilibrio macroeconómico gracias a la reducción del gasto público y a la liberalización del comercio y de las políticas de fijación de precios. En vista de las condiciones de extrema pobreza y escasez predominantes en la región, la OIT subraya en su informe que es urgente aumentar las inversiones y mejorar su distribución entre los distintos sectores y proyectos. La realización de este doble objetivo debería ser la labor primordial de las políticas económicas en África.

Reestructuración de los incentivos ­ En su informe, la OIT indica que la asignación de las inversiones, tanto públicas como privadas, es deficiente, y que las inversiones en capital humano con beneficios potenciales son ínfimas o inexistentes (en especial en educación y atención sanitaria). Los mercados de capital, cuyo funcionamiento es mediocre, suelen centrarse en inversiones improductivas, y no atienden las necesidades efectivas de la economía y de la inmensa mayoría de la población. La OIT recalca que hace falta mejorar los mercados de capitales introduciendo reformas institucionales, acentuando la reglamentación del sector bancario, abriendo programas crediticios para grupos beneficiarios especiales (como las mujeres, los empresarios del sector informal y los pequeños agricultores) y aumentando la oferta de capitales para empresas de riesgo compartido.

Movilización de los recursos nacionales ­ La OIT advierte que, no obstante el repunte de los resultados económicos, es poco probable que aumenten en forma considerable las corrientes de inversiones hacia los países subsaharianos, dados los niveles altos de endeudamiento público, el bajo nivel de ahorro nacional y la escasez de oportunidades para hacer inversiones rentables. Se necesita, pues, una estrategia de ajuste articulada sobre la base de inversiones públicas, en las que el componente de gasto público en todos los niveles se oriente en la medida de lo posible hacia la inversión en recursos humanos, físicos y naturales. En las circunstancias actuales de los países subsaharianos, las inversiones patrocinadas por el Estado en esferas como el transporte, los servicios de distribución de energía y agua y el alcantarillado, la formación profesional, la salud y la nutrición, y la investigación agropecuaria aplicada podrían estimular la productividad y convertirse en un factor complementario de las inversiones del sector privado.

Desarrollo de la capacidad a nivel regional y nacional ­ El informe propone la creación de instituciones especiales encargadas de la generación de empleo: fondos regionales de capacitación, centros de fomento de las pequeñas y medianas empresas (PYME) y sistemas de información sobre el mercado de trabajo. Los fondos de capacitación, financiados por donantes y por el sector privado, deberían tener por objetivo elevar la productividad de los trabajadores africanos. Los centros de fomento de las PYME deberían servir para coordinar la asistencia técnica y la difusión de información sobre estrategias de desarrollo empresarial. Los sistemas de información sobre el mercado de trabajo deberían mejorar las bases de datos en que se basará la formulación de políticas.

Aumento de la productividad agrícola ­ Casi todos los países subsaharianos son fundamentalmente rurales, y la economía agrícola necesita de diversos cambios de fondo. En primer lugar, hay que abandonar el sistema tradicional según el cual el Estado impone precios artificialmente bajos a los productos de consumo esencial como el pan y el arroz, práctica que favorece a los habitantes urbanos pero que mantiene a los agricultores en la pobreza. En segundo lugar, se debe diversificar la producción, pasando de la dependencia de productos básicos de gran escala a géneros con mayor potencial exportador, como las flores cortadas, las frutas tropicales y las legumbres y hortalizas. Una tercera necesidad es la reforma agraria. La tierra es el recurso por excelencia de las zonas rurales subsaharianas, y el acceso a su propiedad está sumamente restringido. Las tierras suelen estar monopolizadas por los grandes propietarios, que por lo general las explotan en forma poco eficiente, ya sea dejándolas improductivas o utilizándolas con fines especulativos. En cambio, es un hecho probado que los pequeños propietarios contratan más mano de obra y son más productivos por unidad de superficie.

Incremento de la asistencia y reducción de la deuda ­ Habida cuenta de las dificultades de la región subsahariana, los países de la misma seguirán necesitando una corriente considerable de recursos extranjeros tanto financieros como técnicos, que por ahora no resulta posible costear con el producto de las exportaciones o con la inversión privada extranjera. La región depende enormemente de la asistencia internacional. En 1994, el África subsahariana recibió el 32 por ciento del total de la asistencia oficial destinada a los países menos adelantados (PMA), más del quíntuple de la asistencia brindada a Asia meridional. El problema de la región reside en que sólo captó el 3 por ciento de todas las corrientes de capital privado hacia los PMA. Es poco probable que dicho porcentaje aumente mientras no se hayan rectificado en forma decisiva todas las tendencias económicas de la región.

Nota 1:
Jobs for Africa. A policy Framework for an Employment-Intensive Growth Strategy. Report of the ILO/UNDP Programme on Employment Generation and Poverty Reduction (sólo en inglés y francés). Ginebra, agosto de 1997. ISBN 92-2-110877-5.