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“El cambio comienza en tu mente”: De qué manera Tsehay Berhane encontró una alternativa a la migración

Los migrantes – en su mayoría mujeres – representan más de 80 por ciento de los trabajadores domésticos en los Estados Árabes, el porcentaje más alto a nivel mundial.

Reportaje | 7 de mayo de 2018
Tsehay Berhane, ex trabajadora doméstica migrante
ADDIS ABEBA (OIT Noticias) – Tsehay Berhane1, 31 años, es la orgullosa propietaria de dos salones de belleza en la capital de Etiopia. Ella está constantemente en movimiento, busca toallas para doblar, rulos para arreglar y desperdicios para echar.

Ella es una de las cerca de 1.400 ex trabajadoras domésticas migrantes formadas en el marco de un programa de la OIT dirigido a la reintegración de los que regresan a su país de origen, financiado por la UE.

Sin embargo, su sonrisa radiante oculta la terrible experiencia que vivió cuando decidió migrar para trabajar en Beirut hace 14 años. “Decidí partir cuando todavía cursaba la secundaria. En esa época, la mayoría de mis amigas se fue a trabajar a los países Árabes. Quise seguir su ejemplo y ayudar a mi familia”, explicó.

Una agencia puso en contacto la muchacha de 17 años con una familia que la contrató como trabajadora doméstica. Poco a poco comenzó a comprender algunas palabras en árabe y terminó hablando bien el idioma. A medida que desarrolló sus competencias y aprendió a cocinar, su salario aumentó, de 100 dólares a 300 dólares mensuales. Así pudo hacer realidad el sueño de ayudar a su familia, enviando a casa todo lo que podía ahorrar.

Cuando se agravó el conflicto entre Israel y Líbano, obligando a muchas personas a desplazarse, las cosas también cambiaron para Tsehay Berhane. Tuvo que dejar a la familia para la cual había trabajado durante cinco años y regresar a Etiopia. Viajó a Siria en autobús ya que el aeropuerto de Beirut estaba expuesto a los bombardeos. Junto a muchos otros, pasó tres noches en la frontera siria antes de poder regresar a su país de origen.

De regreso a Etiopia, se quedó con su familia durante dos meses antes de decidir migrar para trabajar otra vez. Encontró un agente que la envió a Dubái donde trabajó para una familia numerosa.

“Cada vez que sacaba la basura, veía a otras trabajadoras domésticas etíopes. Me llamaban desde los edificios y me decían que tenían hambre. Empaquetaba la comida que sobraba y la escondía entre los desperdicios para dársela a ellas. Como sus empleadores las encerraban en las casas, les pedí que me lanzaran una cuerda a la cual amarrar la bolsa de comida. Ellas halaban la cuerda y agarraban la comida”, contó. Un año después, exhausta por la carga de trabajo, Tsehay Berhane dejó a sus empleadores.

Ella se unió a otras trabajadoras domésticas etíopes quienes también habían logrado huir de sus empleadores y vivían en apartamentos alquilados por una compatriota etíope, cada una pagaba su parte del alquiler. Con el tiempo, encontró un nuevo empleo mejor remunerado, hasta disfrutaba de un tiempo de descanso cada dos semanas.

Su único problema era tener que jugar al escondite con la policía, ya que sus documentos ya no estaban en regla. Una vez que tuvo la posibilidad de alquilar su propio apartamento, comenzó a recibir mujeres etíopes que no tenían ningún lugar adonde ir. Al final, Tsehay Berhane tenía a 60 mujeres viviendo bajo su techo. Dejó su empleo de trabajadora doméstica, vivía de su ingreso como “casera” y ayudaba a sus inquilinas a buscar trabajo.

“Las acompañaba a las entrevistas con los potenciales empleadores y fingía ser un agente. Les decía que estaría pendiente en caso surgiera algún problema”, contó. Esta situación se mantuvo así durante tres años, hasta que la policía allanó la casa y arrestó a Tsehay Berhane y a otras 20 migrantes etíopes que vivían con ella.

“Las mujeres que esa noche estaban trabajando se salvaron. Al resto de nosotras nos llevaron a la cárcel”. Cuando fue liberada, decidió regresar a Etiopia de una vez por todas. Al llegar al aeropuerto de Addis Abeba, no tenía nada más que la ropa que llevaba puesta. Tuvo que pedirle a su familia que le pagara el taxi que la fue a buscar al aeropuerto.

El punto crítico

De regreso a casa, se enteró de un programa de formación de la OIT que ofrecía apoyo a los migrantes de regreso a su país de origen, a través de una ONG local, llamada Empleo autónomo para las mujeres (WISE en inglés). La formación formaba parte de un programa más amplio de la OIT financiado por la Unión Europea2. “Al principio, la formación no me parecía muy útil. Algunas de las amigas que se habían inscrito conmigo abandonaron la formación e intentaron ir a Sudán. Por desgracia, el autobús donde viajaban tuvo un accidente y ellas perdieron la vida”. Después de una pausa, continuó: “No tomé en serio a los formadores cuando decían que cualquier progreso depende de nuestro modo de pensar. Pero seguí con la formación profesional y la creación de empresas”.

Ella se inscribió en otro curso de formación en peluquería y finalmente abrió un pequeño salón de belleza. No mucho después, Tsehay Berhane ganó dos concursos de iniciativa empresarial y creatividad organizados por un proyecto patrocinado por la OIT e invirtió el dinero del premio en su empresa. Hoy día, ella es propietaria de dos peluquerías y emplea a cuatro personas. El próximo paso para esta ambiciosa joven emprendedora es pedir un préstamo y abrir una panadería.

“Ellos tenían razón, el cambio comienza en tu mente. Nada es comparable con trabajar en el propio país. Ahora puedo ahorrar dinero y sé hacia donde me dirijo”.

Según Aida Awel, Asesora técnica principal, la evaluación final independiente de la primera fase del programa, que ahora entró en la segunda fase, puso de manifiesto un número de logros importantes:

“El programa no sólo cambió la mentalidad y la percepción de los funcionarios del gobierno y de las comunidades. Entre otros resultados, ha contribuido a reforzar las medidas contra la trata de personas, establecer contratos de empleo formales para los trabajadores migrantes, crear seis centros de recursos para los migrantes los cuales ayudan a los potenciales migrantes a tomar decisiones informadas sobre si migrar o no, y desarrollar un Sistema de gestión en línea de los datos sobre migrantes etíopes que ayudará a administrar mejor los registros de los trabajadores que dejan el país y de los que regresan.

Tsehay Berhane es una de los 1.062 migrantes que han regresado y ganan un ingreso gracias al trabajo autónomo, originalmente el programa estaba dirigido a 1.397 migrantes de regreso del Oriente Medio y Sudán.



1 El nombre fue modificado para proteger la identidad de la trabajadora migrante.
2 Desarrollo de un marco tripartito para el apoyo y la protección de las trabajadoras domésticas migrantes de Etiopia en los Estados del Consejo de Cooperación del Golfo, Líbano y Sudán.