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Brasil extiende el programa Bolsa Familia durante la crisis económica

Cuando surgieron las primeras señales de dificultades económicas en el mundo industrializado, se preveía que el “efecto de absorción” aislaría al mundo en desarrollo de la crisis. En la actualidad, resulta claro que la crisis económica es de carácter global y que ningún país es inmune a ella. En Brasil, una medida clave ha sido la extensión de su exitoso programa de transferencia monetaria –Bolsa Familia– a un mayor número de familias pobres. El programa Bolsa Familia fue recientemente el principal tema de discusión durante una reunión especial del Consejo de Administración de la OIT.

Artículo | 20 de marzo de 2009

GINEBRA – Bolsa Familia no es sólo otro programa de transferencia monetaria. Es el más grande del mundo -tiene más de 11 millones de familias beneficiarias- y ha sido imitado en toda América Latina y también en Estados Unidos.

El programa, lanzado en 2003, provee una red de seguridad inestimable a un cuarto de la población de Brasil, al ofrecer apoyo económico como parte de la protección social a un costo equivalente al 0,4 por ciento del PIB del país.

El gobierno de Brasil –que al igual que otros países de América Latina también sufre las consecuencias de la desaceleración de la actividad económica– ha decidido ahora incluir a otras 1,3 millones de familias en el programa.

“Uno de los aspectos más positivos de Bolsa Familia –así como de otros programas de transferencia monetaria– es que al rescatar a millones de personas de la pobreza extrema las transforma en consumidores, y esto ayuda a estimular la economía local y regional”, dijo el Ministro de Desarrollo Social y Lucha contra la Pobreza de Brasil, Patrus Ananias, durante la presentación del programa en la OIT.

La idea es simple, pero tiene sentido desde el punto de vista económico. Dado que las familias de bajos ingresos tienen alta tendencia al consumo, el programa estimula la demanda de alimentos y bienes de consumo básico, que en su mayoría son producidos a nivel local y regional.

Bolsa Familia es quizás el más visible de los programas de transferencia monetaria de Brasil, pero no es el único ni tampoco el primero. Durante los años '90, las estrategias de reforma brasileñas se concentraron en fortalecer el sistema público de distribución de ingresos y en extender la cobertura de la seguridad social.

Esto ha generado una reducción anual de 0,7 puntos entre 2001 y 2007 en el Coeficiente de Gini de Brasil, que se utiliza para medir la desigualdad en la distribución del ingreso. En países como Suecia, los Países Bajos, Canadá y Francia, reducciones constantes en el Coeficiente de Gini durante largos períodos de tiempo han estado asociadas al desarrollo de fuertes estados benefactores.

“El programa Bolsa Familia satisface una demanda ética y moral de protección de los derechos humanos. La construcción de una sociedad más justa debería incorporar programas similares a éste como parte de la estrategia de desarrollo”, dijo Arnaldo de Souza Benedetti, representante del grupo de los trabajadores en la reunión del Consejo de Administración y miembro de la Unión General de Trabajadores de Brasil (UGT).

“Prácticamente todos los países que han logrado erradicar la pobreza extrema han aplicado algún tipo de política de transferencia monetaria. Aun en los países de altos ingresos existen sectores de la población que no pueden garantizar su propia subsistencia a través del trabajo. Abordar esta realidad a través de programas de transferencia monetaria es un paso decisivo hacia la construcción de sociedades más justas”, dijo Dagoberto Lima Godoy, representante de los Empleadores y Asesor Principal de la CNI (Confederación Nacional de la Industria de Brasil), quien también señaló que existen algunos aspectos del programa Bolsa Familia que podrían ser mejorados.

A diferencia de los programas sociales que ofrecen asistencia universal a los pobres, Bolsa Familia establece algunas condiciones para su accesibilidad. El programa provee apoyo económico a las familias que cumplen con algunos requisitos de desarrollo humano, como asistencia a la escuela, suministro de vacunas, vigilancia nutricional y análisis pre y post natales.

Los fundamentos con los cuales fue elaborado el programa se basan en que las familias pobres pueden quedar atrapadas en la pobreza durante generaciones si no tienen acceso a recursos como educación, salud, capital financiero y redes de protección.

“Los niños pobres tiene mayores probabilidades de convertirse en adultos pobres a menos de que se den pasos para mejorar sus capacidades, evitar el trabajo infantil y se les permita superar las barreras sociales y económicas que enfrentan sus padres. La experiencia de Brasil es un estímulo para todos aquellos que trabajamos para la extensión universal de la seguridad social. Es un buen ejemplo de cómo poner en práctica un proceso de inclusión social veloz y masivo a un costo relativamente bajo. Las lecciones del programa Bolsa Familia concuerdan con diversos estudios realizados por la OIT, que demuestran que los países en desarrollo tienen la capacidad de construir un sistema integral, aunque sea básico, de protección social”, dijo Assane Diop, Director Ejecutivo del Sector de Protección Social de la OIT.

“Con su enfoque dirigido al empleo y la protección social, la experiencia brasileña en programas de transferencia monetaria puede ser vista como un fiel ejemplo de un Programa nacional de Trabajo Decente”, agregó Assane Diop.