Turismo sostenible e inclusivo
Para la OIT, el turismo es una de las industrias con mejores posibilidades para la recuperación
Según datos del INDEC, las principales actividades del turismo aportaron en promedio el 2 por ciento del PBI y el 3 por ciento del empleo entre 2004 y 2019. Un estudio de la OIT indica que, considerando todas las ramas del sector, el índice se eleva al 9,2 por ciento del total de los empleos del país.
(Buenos Aires, OIT Argentina) — Un nuevo estudio de la Oficina de País de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) para la Argentina indica que el turismo es una de las industrias con mejores posibilidades de recuperación y con más capacidad de aportar trabajo decente durante la post pandemia.
A pesar de que, entre 1991 y 2020, el turismo fue uno de los sectores más dinámicos de la economía del país, fue uno de los más afectados por la crisis causada por la COVID-19. De hecho, el empleo descendió a niveles similares a los de la década del 90. El impacto fue más moderado en el espectro asalariado registrado, debido a las medidas de política pública desplegadas para sostener al trabajo, con una mejor cobertura sobre la porción formal.
El nuevo estudio, elaborado por la consultora Sofía Rojo Brizuela para la OIT Argentina, presenta un relevamiento de datos actualizados a noviembre de 2021. Allí se indica que los recursos públicos orientados como créditos a tasas subsidiadas pueden ser “una oportunidad para financiar inversiones, mejorar la competitividad y promover el desarrollo productivo del sector”.
El documento explica que, a pesar de los desniveles en las condiciones laborales de las diferentes ramas del sector, hay características comunes. Por ejemplo, que el empleo en este sector es predominantemente informal, con una elevada participación de mujeres y jóvenes y con déficits de trabajo decente, destacando ítems como ingresos inferiores al salario mínimo, vital y móvil, e inestabilidad, entre otros.
“El paquete de medidas de protección aplicado desde el gobierno fue muy amplio, pero estuvo principalmente focalizado en sostener al empleo y a las empresas en el sector formal”, advierte el estudio. En esa línea, agrega: “Estas medidas orientadas principalmente a subsidiar salarios no han sido suficientes para cubrir el resto de los costos fijos (muchas veces elevados) que tienen los establecimientos”.
Entre los datos más llamativos de la investigación, sobresale que las mujeres representan el 30 por ciento del empleo del sector, que a su vez exhibe una elevada segmentación: las mujeres ocupan el 50 por ciento de las actividades de alojamiento y sólo el 10 por ciento en transporte. La participación de las mujeres en 2003 era del 27 por ciento.
Sobre la distribución, se verifica un crecimiento similar al que se dio entre 2003 y 2016 en el resto de las actividades laborales a nivel nacional, con una expansión equilibrada a nivel regional —a excepción de Cuyo, que duplicó el promedio— y con un marcado proceso de formalización, superior al que alcanzó el AMBA, en las regiones que al inicio de la década de 2000 presentaban informalidad más severa.
Luego, en el período 2016-2019, el empleo en el sector de turismo registró importantes asimetrías regionales: se incrementó en la región Norte, Patagonia y Centro; se contrajo un 4 por ciento en la provincia de Buenos Aires y creció de manera moderada en el AMBA y el Litoral.
El trabajo estadístico destaca la efectividad de políticas de promoción, como el aumento de los fines de semana largos —que incrementó los viajes, redujo la estacionalidad y la proporción de trabajadores y trabajadoras con contratos cortos— y otras como las facilidades para mejorar la infraestructura y la institucionalidad de los puntos turísticos, muchas veces a nivel de municipios.
El peso del turismo doméstico explica la importancia de la economía interna y de las políticas que desalientan los viajes al exterior. El estudio de la OIT destaca también acciones para la gestión de calidad, como la formación profesional y los esfuerzos por incrementar vuelos de bajo costo.
La capacidad de reconvertir los contextos de crisis globales en oportunidades, el desarrollo de la institucionalidad con la Ley Nacional del Turismo y la preocupación de la política pública a partir de la crisis de 2020, explican en parte este fenómeno. Por otra parte, el estudio menciona que el empleo en el sector presenta mayores déficits de trabajo decente que el promedio general.
La falta de desarrollo institucional en los niveles municipales, el escaso tratamiento de la cuestión ambiental y la fragilidad financiera que provocó la crisis en los distintos actores son variables que afectan en este sentido.
En cuanto a las amenazas, la investigación advierte que la evolución de la pandemia puede restringir nuevamente el turismo; que un contexto fiscal más restrictivo podría limitar los recursos hacia el sector; que la falta de conectividad, entre otros aspectos vinculados con la competitividad, podría ser un obstáculo para la recuperación.
Con relación a las oportunidades, la publicación resalta que la crisis condujo a que se desarrollen innovaciones, nuevos productos y se incorpore tecnologías. Asimismo, las dificultades para viajar al exterior mejoran el turismo doméstico, mientras que el contexto de crisis es una oportunidad para revisar la sostenibilidad ambiental, ya que los protocolos sanitarios pueden ayudar también a mejorar los protocolos de seguridad en el trabajo en general.
A pesar de que, entre 1991 y 2020, el turismo fue uno de los sectores más dinámicos de la economía del país, fue uno de los más afectados por la crisis causada por la COVID-19. De hecho, el empleo descendió a niveles similares a los de la década del 90. El impacto fue más moderado en el espectro asalariado registrado, debido a las medidas de política pública desplegadas para sostener al trabajo, con una mejor cobertura sobre la porción formal.
El nuevo estudio, elaborado por la consultora Sofía Rojo Brizuela para la OIT Argentina, presenta un relevamiento de datos actualizados a noviembre de 2021. Allí se indica que los recursos públicos orientados como créditos a tasas subsidiadas pueden ser “una oportunidad para financiar inversiones, mejorar la competitividad y promover el desarrollo productivo del sector”.
El documento explica que, a pesar de los desniveles en las condiciones laborales de las diferentes ramas del sector, hay características comunes. Por ejemplo, que el empleo en este sector es predominantemente informal, con una elevada participación de mujeres y jóvenes y con déficits de trabajo decente, destacando ítems como ingresos inferiores al salario mínimo, vital y móvil, e inestabilidad, entre otros.
“El paquete de medidas de protección aplicado desde el gobierno fue muy amplio, pero estuvo principalmente focalizado en sostener al empleo y a las empresas en el sector formal”, advierte el estudio. En esa línea, agrega: “Estas medidas orientadas principalmente a subsidiar salarios no han sido suficientes para cubrir el resto de los costos fijos (muchas veces elevados) que tienen los establecimientos”.
Entre los datos más llamativos de la investigación, sobresale que las mujeres representan el 30 por ciento del empleo del sector, que a su vez exhibe una elevada segmentación: las mujeres ocupan el 50 por ciento de las actividades de alojamiento y sólo el 10 por ciento en transporte. La participación de las mujeres en 2003 era del 27 por ciento.
Sobre la distribución, se verifica un crecimiento similar al que se dio entre 2003 y 2016 en el resto de las actividades laborales a nivel nacional, con una expansión equilibrada a nivel regional —a excepción de Cuyo, que duplicó el promedio— y con un marcado proceso de formalización, superior al que alcanzó el AMBA, en las regiones que al inicio de la década de 2000 presentaban informalidad más severa.
Luego, en el período 2016-2019, el empleo en el sector de turismo registró importantes asimetrías regionales: se incrementó en la región Norte, Patagonia y Centro; se contrajo un 4 por ciento en la provincia de Buenos Aires y creció de manera moderada en el AMBA y el Litoral.
El trabajo estadístico destaca la efectividad de políticas de promoción, como el aumento de los fines de semana largos —que incrementó los viajes, redujo la estacionalidad y la proporción de trabajadores y trabajadoras con contratos cortos— y otras como las facilidades para mejorar la infraestructura y la institucionalidad de los puntos turísticos, muchas veces a nivel de municipios.
El peso del turismo doméstico explica la importancia de la economía interna y de las políticas que desalientan los viajes al exterior. El estudio de la OIT destaca también acciones para la gestión de calidad, como la formación profesional y los esfuerzos por incrementar vuelos de bajo costo.
Entre fortalezas, oportunidades y amenazas
El estudio destaca que, en los últimos 30 años, el empleo en el turismo creció más que el promedio del país y mejoró los índices de trabajo decente.La capacidad de reconvertir los contextos de crisis globales en oportunidades, el desarrollo de la institucionalidad con la Ley Nacional del Turismo y la preocupación de la política pública a partir de la crisis de 2020, explican en parte este fenómeno. Por otra parte, el estudio menciona que el empleo en el sector presenta mayores déficits de trabajo decente que el promedio general.
La falta de desarrollo institucional en los niveles municipales, el escaso tratamiento de la cuestión ambiental y la fragilidad financiera que provocó la crisis en los distintos actores son variables que afectan en este sentido.
En cuanto a las amenazas, la investigación advierte que la evolución de la pandemia puede restringir nuevamente el turismo; que un contexto fiscal más restrictivo podría limitar los recursos hacia el sector; que la falta de conectividad, entre otros aspectos vinculados con la competitividad, podría ser un obstáculo para la recuperación.
Con relación a las oportunidades, la publicación resalta que la crisis condujo a que se desarrollen innovaciones, nuevos productos y se incorpore tecnologías. Asimismo, las dificultades para viajar al exterior mejoran el turismo doméstico, mientras que el contexto de crisis es una oportunidad para revisar la sostenibilidad ambiental, ya que los protocolos sanitarios pueden ayudar también a mejorar los protocolos de seguridad en el trabajo en general.