Pueblos indígenas y tribales

Más de la mitad de casi 55 millones de personas indígenas en América Latina y el Caribe viven y trabajan en ciudades

Nuevo informe global de OIT incluye datos sobre la región que reflejan exclusión y marginalidad, con pocas posibilidades de acceder a un trabajo decente y un acceso muy deficiente a la educación.

Noticia | 5 de febrero de 2020
Lima – En América Latina y el Caribe hay 54,8 millones de indígenas, lo que equivale a 8,5% de la población y representa la proporción más alta de todas las regiones, de acuerdo con un nuevo informe de OIT que contiene datos para ayudar a “superar la invisibilidad” y contribuir a mejorar la situación de quienes son considerados “pobres entre los pobres”.

El informe de OIT, publicado para el 30 aniversario del Convenio sobre pueblos indígenas y tribales, 1989 (núm. 169), dice que en el mundo hay más de 476 millones de personas indígenas, que equivalen a 6% de la población, quienes enfrentan realidades caracterizadas por la marginación, las desigualdades y el empobrecimiento.

Aunque esta región es la tercera en número absoluto de personas indígenas, la proporción sobre la población total de 8,5% está encima de Asia y el Pacífico (7,3%) o África (6,0%), además de superar el promedio mundial.

Pero el informe también alerta sobre la situación de los indígenas en América Latina y el Caribe: constituyen casi el 30% de las personas en pobreza extrema, la mayor proporción entre todas las regiones.

Alrededor de 28 millones de hombres y 26 millones de mujeres constituyen la población indígena de la región. A diferencia de lo que ocurre en otras regiones más pobladas del mundo, más de la mitad de estas personas, o 52,2%, viven en zonas urbanas, lo cual sube a 59,4% al considerar la proporción de personas indígenas con empleo.

La proporción de mujeres indígenas con empleo en zonas urbanas es aún mayor, de 64,6%, nuevamente por encima de todas las otras regiones, con excepción de América del Norte.

“La región de América Latina y el Caribe es un caso especial”, dice el informe. “En la región se está produciendo una importante transformación, y muchas personas indígenas han migrado de sus territorios tradicionales a zonas urbanas”.

“Esta transformación puede atribuirse a una serie de factores, como los cambios en las aspiraciones, la escasez de oportunidades de empleo en la agricultura, las oportunidades escasas de generación de ingresos, la falta de infraestructuras adecuadas, así como la escasez cada vez mayor de recursos como consecuencia del cambio climático”.

El informe agrega que si bien la migración urbana tiene el potencial de ofrecer una mayor autonomía personal, en particular a las mujeres indígenas, las poblaciones indígenas que viven en zonas urbanas en América Latina y el Caribe “siguen siendo muy vulnerables si se las compara con los residentes urbanos no indígenas”.

Las nuevas cifras incluidas en el informe Aplicación del Convenio sobre pueblos indígenas y tribales núm. 169 de la OIT: Hacia un futuro inclusivo, sostenible y justo indican que algunas desigualdades se originan en brechas en el mundo del trabajo.

En el caso de la informalidad, que habitualmente se asocia con condiciones de empleo precarias, inestabilidad laboral, bajos salarios y falta de protección social, la brecha entre las personas indígenas y las personas no indígenas es mayor en América Latina y el Caribe que en el resto del mundo. La tasa de informalidad entre las personas indígenas es del 82,6%, 31,5 puntos porcentuales mayor que la de las personas no indígenas, estimada en 51,1%.

La informalidad es mayor entre las mujeres indígenas de la región, con una tasa por encima de 85%.

En el caso de los salarios, la brecha también es la más grande registrada por el informe entre todas las regiones, pues el salario de los hombres y mujeres indígenas es 31,2% inferior al de los no indígenas. A nivel global esta brecha es de 18,5%.

Por otra parte, en América Latina y el Caribe las probabilidades de que las personas indígenas tengan un empleo asalariado o a sueldo son 12,4 puntos porcentuales menores que las de sus homólogos no indígenas. Muchas personas indígenas “son comerciantes y productores autónomos, trabajadores por cuenta propia o trabajadores ocasionales o subcontratados, que trabajan a cambio de una remuneración baja”.

La brecha entre los ocupados también se refleja en la educación. El 31,7% de la población ocupada indígena en la región no ha tenido ninguna formación, frente a 12,8% de los no indígenas, y menos de 30% han tenido educación intermedia y avanzada, frente a más de 48% de los no indígenas.

“Las desigualdades que se observan en el mundo del trabajo para las mujeres y los hombres indígenas están teniendo profundas consecuencias en la eliminación de la pobreza entre estos pueblos”, dice el informe.

El documento hace un llamado a desarrollar respuestas institucionales para abordar las brechas, y además a considerar a los pueblos indígenas como actores del desarrollo, en consonancia con lo planteado por el Convenio 169 de OIT, que califica como “un marco básico para crear instituciones inclusivas y superar la exclusión de los pueblos indígenas y tribales de la toma de decisiones públicas que afectan a sus vidas”.

El informe dedica una parte especial a las lecciones sobre la aplicación del Convenio 169 en América Latina, dado que 14 de los 23 países que han ratificado este instrumento internacional de la OIT son de esta región, lo cual ha dado origen a una importante producción normativa y a instituciones encargadas de este tema.

La OIT hace una serie de recomendaciones para adoptar medidas estratégicas destinadas a lograr trabajo decente para mujeres y hombres indígenas, participación de las mujeres indígenas y su empoderamiento económico, así como para mejorar la recopilación, el análisis y la difusión de los datos.