Comisión de la Administración del Trabajo: Sr. GURNEY (trabajador, Reino Unido; Vicepresidente trabajador de la Comisión de la Administración del Trabajo)

Declaración | Genève | 16 de junio de 2011

En primer lugar, quisiera centrarme en el fondo de nuestra discusión en la Comisión y en las conclusiones que hoy presentamos a la Conferencia, además de asegurar al Sr. Mthunzi Mdwaba que seguiremos siendo amigos después de esta intervención.

Nuestra labor en la Comisión de la Administración del Trabajo apunta al corazón mismo de la mi-sión fundamental de la OIT y, como portavoz de los trabajadores, me enorgullece cumplir una modesta función a este respecto. Este es particularmente el caso cuando con una mirada retrospectiva veo el papel que algunos de los gigantes del movimiento sindical británico han desempeñado en esta esfera.

En 1919, Ernest Bevin y Georges Barnes consideraron a la recién creada OIT, en el mundo posterior a la Primera Guerra Mundial, como una herramienta fundamental para establecer los derechos básicos a partir de los cuales podrían desarrollarse los sindicatos. Reconocieron la necesidad fundamental de contar con unos sistemas públicos de administración y de inspección del trabajo sólidos.

Dos decenios y medio después, Clement Attlee, Presidente del Partido Laborista y Viceprimer Mi-nistro de la coalición gubernamental durante la Se-gunda Guerra Mundial, viajó a Filadelfia para participar en la Conferencia de la OIT, porque también él pensaba que era fundamental que la OIT se renovase y preparara para el período posterior al conflicto mundial. De esa Conferencia surgió la Declaración de Filadelfia, que hizo renovado hincapié en la necesidad de establecer una administración y una inspección del trabajo sólidas.

En el siglo XXI, el cometido de la OIT se ha ampliado, pero la necesidad de contar con un fundamento básico para la administración y la inspección del trabajo a fin de garantizar el trabajo decente y la justicia social, junto con unas organizaciones de trabajadores vigorosas, resulta más crucial que nunca, y requiere su urgente fortalecimiento.

Lo que sí ha cambiado, y ésta es una cuestión que tratamos de abordar en nuestra Comisión, es la gran diversidad de la fuerza de trabajo actual en todo el mundo, y mucho nos complace que las conclusiones de la Comisión resulten bien fundadas e inequívocas sobre los puntos esenciales, esto es, que la administración del trabajo y la inspección del trabajo deben abarcar a todos los trabajadores, ya sean de la economía formal o informal; a los que tienen empleos rurales y en la agricultura; a las personas que trabajan en sus hogares y, sobre todo a la luz del nuevo Convenio, a los trabajadores domésticos aunque, teniendo en cuenta las profundamente decepcionantes intervenciones de mis homólogos del Gobierno y de los empleadores británicos durante el debate, pareciera que no todos se han dado cuenta de esto todavía; también deben abarcar a los trabajadores en régimen de subcontratación, los trabaja-dores externalizados, y los contratados en virtud de relaciones triangulares o simuladas; los trabajadores del sector público; los trabajadores migrantes y los que han sido destacados al extranjero; los trabajado-res en las cadenas mundiales de suministro, inclui-dos los de las zonas francas industriales. Esencial-mente, estos regímenes también deberían combatir el trabajo forzoso y el trabajo infantil. Todos los trabajadores tienen derechos y todos necesitan protección.

También reafirmamos los elementos clave de es-tos servicios: se trata de funciones públicas; los ministerios de trabajo deben protagonizar la elaboración de políticas en el marco nacional a fin de asegurar unos enfoques gubernamentales coherentes, que generen un crecimiento con elevado coeficiente de empleo y de trabajo decente; es esencial mantener un diálogo social auténtico, oportuno y real, y la labor tripartita es esencial para garantizar su aplicación efectiva, como también lo son el cumplimiento y las sanciones, en los casos en que resulten necesarias. A pesar de la crisis, y en parte a causa de ella, se necesitan más recursos. Corresponde reiterar entonces que la inversión en empleo público y en los servicios de inspección es exactamente eso, una in-versión, que habrá de dar sus frutos con el tiempo.

¿Es entonces nuestra misión básica en la actualidad diferente de la que concibieron los fundadores de la OIT? ¿Ha cambiado el mandato de la OIT? La respuesta es negativa. Pero las circunstancias en las que trabajamos están evolucionando y la OIT debe adaptarse al cambio. Las administraciones del trabajo y las inspecciones del trabajo siguen situándose entre las misiones fundamentales de la OIT; sin embargo, esto debe reafirmarse nuevamente y debe serlo en términos de recursos y de personal, tanto en el seno de la OIT como a nivel nacional, y a este respecto quisiera hacer un llamamiento especial a los gobiernos que brindan apoyo voluntario adicional a la OIT para que no dejen de lado la importancia de esta esfera; desafortunadamente, esto es algo respecto de lo cual hemos visto una retracción en el Reino Unido, con el retiro de apoyo financiero con-junto adicional a esta Organización.

La inspección y administración del trabajo siguen siendo temas fundamentales para la OIT, sin embargo, esto debe reafirmarse en términos de recursos y personal, dentro de la OIT y en los países. En este sentido, quisiera hacer un especial llamado a los gobiernos que proporcionan respaldo voluntario adicional a la OIT para que no olviden la importancia de este ámbito. En este contexto, es una lástima que el Reino Unido haya dejado de aportar fondos adicionales a esta Organización.

En la sección final de las conclusiones planteamos una serie de propuestas que la Oficina ha de aplicar con el apoyo de nosotros los mandantes. No las voy a enumerar todas, pero son concretas y necesarias. Algunas de las más importantes son las siguientes: dar prioridad, como propuso mi colega empleador, a la promoción de la ratificación y la aplicación del Convenio sobre la inspección del trabajo, 1947 (núm. 81) y del Protocolo de 1995 relativo al Convenio sobre la inspección del trabajo, 1947 (núm. 81); llevar a cabo investigaciones y acopio de datos más exhaustivos sobre la inspección del trabajo, que abarquen en particular las estrategias para garantizar la cobertura a todos los trabajadores mediante las inspecciones, y también hicimos un llamamiento para hacer investigaciones sobre el cumplimiento de estas investigaciones con el apoyo gubernamental.

Solicitamos la celebración de reuniones tripartitas sobre iniciativas privadas de auditoría porque nos preocupa seriamente que el crecimiento de estas iniciativas socave la inspección del trabajo de carácter público.

Pedimos a la Oficina que elaborara estrategias para promover la aplicación y el cumplimiento de la legislación del trabajo en el caso de los trabajadores del sector público, que muy a menudo están excluidos de la misma, así como en el caso de los trabaja-dores de la economía informal, las economías rurales, las zonas francas industriales y los trabajadores domésticos.

Pedimos también una labor activa de «diálogo tripartito nacional», que esperamos se realice a través de comisiones especiales que aborden los retos del cumplimiento de la legislación laboral en las nuevas modalidades de empleo y que acaten las disposiciones de la Recomendación sobre la relación de trabajo, 2006 (núm. 198) para determinar cuáles son los trabajadores que deberían estar amparados por la legislación laboral.

Pedimos que se haga mayor hincapié en el papel que desempeñan las oficinas regionales de la OIT en la promoción de la administración del trabajo y la inspección del trabajo, algo que es fundamental para la promoción de esta labor y para garantizar los recursos financieros necesarios para llevarla a cabo.

Las prioridades de los Programas de Trabajo Decente por País deberían incluir la necesidad de sistemas de inspección mejorados y eficaces.

Sabemos que no podemos seguir pidiendo a la OIT que realice actividades con menos recursos, pero este ámbito de trabajo, como dije al principio, no es sólo parte de la contribución de la labor de la OIT, sino que, por orden de importancia, se sitúa después de la elaboración de normas como el cimiento mismo en el que se basa todo el trabajo de esta casa.

Pasamos ahora a los agradecimientos obligatorios pero muy sinceros. En primer lugar, doy las gracias a los trabajadores que han participado en nuestro grupo y que nos han aportado todos sus conocimientos y experiencia, en particular los colegas que participaron en el Grupo de Redacción.

Conforme vamos avanzando con el repaso de las labores de la Conferencia, debemos examinar cómo aprovechar al máximo el tiempo de interacción entre los grupos, y en particular en el caso del Grupo de Redacción.

Para mí ha sido un privilegio ser su portavoz. Esta labor habría sido imposible sin la ayuda de la Sra. Lene Olsen y del Sr. Mohammed Mwamadzingo, de ACTRAV, la secretaria de nuestro grupo, Sra. Esther Busser. Muchas gracias a todos ustedes.

A los gobiernos, muchas gracias por los numerosos ejemplos de buenas prácticas, a pesar de que como muchos miembros del Grupo de los Trabaja-dores comentaron, la realidad que se experimenta sobre el terreno contrasta con la realidad que se ha presentado durante nuestras reuniones.

Pero sabemos que la mayoría de los participantes son representantes y funcionarios muy diligentes que hacen todo lo que pueden con recursos muy limitados en sus países. Espero que estas conclusiones se empleen para reforzar su postura y su papel.

Al Grupo de los Empleadores, muchas gracias por su contribución constructiva. Sigo sin saber por qué hay tanta oposición a la idea de que la negociación colectiva alienta la administración del trabajo, cuando es derecho fundamental, y no voy a enzarzarme aquí nuevamente en un discurso sobre la importancia de la Recomendación sobre la relación de trabajo, 2006 (núm. 198). Así que Mthunzi, aunque no estábamos de acuerdo en todo — a mí me pre-ocuparía si hubiésemos estado de acuerdo en todo —, fue un verdadero placer trabajar con usted. Creo que hemos encontrado un buen camino para superar nuestras diferencias.

Gracias también al personal de la Oficina, a los intérpretes que tuvieron que padecer mi acento londinense, y a los técnicos. Como me dijo un colega, la reunión de la Conferencia es el momento en el que la Oficina trabaja mejor, pero nosotros, los de-legados, sólo vemos la punta del iceberg de este trabajo, la rapidez y la eficacia con la que se preparan los documentos y el nivel de pericia logística para que todo salga adelante es verdaderamente magnífico.

En cuanto a las cuestiones de procedimiento, debo añadir que manifestamos nuestra preocupación acerca de la necesidad de garantizar que durante el proceso de redacción se atiendan las necesidades de los tres idiomas de trabajo de la OIT, a fin de asegurar la participación plena de nuestras delegaciones. Creo que es algo que tenemos que ver cuando examinemos las labores de la Conferencia y del Consejo de Administración.

Muchas gracias a la Sra. Gundla Kvam, nuestra Presidenta. Está claro que los presidentes de las comisiones deben ser elegidos entre una amplia gama de gobiernos. Creo que Noruega debería estar muy orgullosa de la eficacia — y aquí le hago una venia algunos colegas gubernamentales de la UE — y la eficiencia con las que la Sra. Kvam se aseguró la obtención de estos resultados. Todos podemos aprender de la forma en la que dirigió las labores de nuestra Comisión.

La tarea que tenemos por delante — nosotros los mandantes y la Oficina — consiste en cerciorarnos de seguir trabajando con estas conclusiones, no limitarnos a darnos palmaditas en la espalda y felicitarnos por el trabajo bien hecho, y hacer todos los esfuerzos posibles para promover estas conclusiones como fundamentos de nuestra labor en la OIT para alcanzar el trabajo decente para todos y cumplir con el mandato de quienes la fundaron en el año 1919.

Así que, colegas, encomio la labor de esta Comisión y el informe.