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La seguridad y salud en el trabajo en el centro de la respuesta a crisis y emergencias

Dentro de las enseñanzas que nos deja la pandemia, queda en evidencia la necesidad de que los países cuenten con sistemas nacionales de seguridad y salud en el trabajo fuertes y resilientes que permitan hacer frente no sólo a esta crisis, sino también a aquellas que se presenten en el futuro.

Opinión | 28 de abril de 2021
Por Carmen Bueno, Especialista en Seguridad y Salud en el Trabajo, OIT Cono Sur

La pandemia de COVID-19 ha llevado a gobiernos, empleadores, trabajadores a enfrentarse a retos sin precedentes en el mundo del trabajo. Los lugares de trabajo se han convertido en un escenario fundamental en la lucha contra la pandemia, especialmente en el ámbito sanitario, de servicios de emergencia y de actividades esenciales, entre otros. De acuerdo con la OMS, 570.000 personas trabajadoras del sector salud han sufrido el contagio de la enfermedad en la región de las Américas, donde han fallecido 2.500 de ellos.

Además, se han producido brotes de COVID-19 en muchos otros sectores, especialmente en entornos laborales cerrados, con poca separación física entre las personas y escasa ventilación, así como en situaciones en las que se comparten alojamientos o medios de transporte.

Es en este contexto que, en el marco del Día Mundial de la Seguridad y Salud en el Trabajo (SST), la OIT hace un llamado a impulsar las estrategias que fortalecen los sistemas nacionales de seguridad y salud en el trabajo (SST) con el fin de desarrollar resiliencia para hacer frente a las crisis, hoy y en el futuro, aprovechando las experiencias y las enseñanzas extraídas de esta pandemia.

Para tal efecto, será necesario invertir en recursos e infraestructuras de SST, tanto a nivel nacional como a nivel de empresa, e integrarlas en planes generales de preparación y respuesta frente a las crisis, con objeto de velar por la salud de los trabajadores y facilitar la continuidad de la actividad empresarial.

Junto a un marco normativo adecuado de la SST, será necesario contar con un sistema de inspección del trabajo eficaz que garantice el cumplimiento del mismo en el ámbito nacional.

Ello, junto a una sólida institucionalidad, que incluya instancias tripartitas de dialogo social, mecanismos eficientes de recopilación de datos sobre SST, servicios de salud en el trabajo y el establecimiento de sistemas de gestión de SST en las empresas, serán, entre otros, elementos esenciales de los sistemas nacionales de SST que permitirán dar una respuesta oportuna y eficaz a las crisis y emergencias.

Otra enseñanza que nos deja la pandemia es el rol clave que cumplen las normas internacionales del trabajo en materia de SST. Ellas proporcionan directrices sobre la forma de afrontar los retos que presenta una situación como la actual, incluyendo no solo las medidas preventivas frente al virus sino también las necesarias para evitar otros riesgos asociados a la pandemia, como los ergonómicos, los químicos y los psicosociales. A través de estas normas, trabajadores, empleadores y gobiernos podrán fomentar el trabajo seguro y saludable como un componente esencial del trabajo decente, al tiempo que se adaptan a los efectos de la pandemia en el plano socioeconómico.

Aunque la ansiada recuperación económica todavía presenta algunas incógnitas, lo que sí está claro es que, en este proceso, será clave el diálogo social de trabajadores y empleadores en materia de seguridad y salud laboral. En la medida en que los actores sociales puedan encontrar fórmulas consensuadas que, de acuerdo con los lineamientos nacionales e internacionales respondan a las exigencias del cuidado de la salud, se estará facilitando la reactivación productiva y la recuperación económica a la vez que se garantiza la salud de las personas.

Por eso, animamos a los actores tripartitos del mundo del trabajo a “Invertir hoy en Sistemas resilientes de Seguridad y Salud en el Trabajo”.