Trabajadores migrantes en República Dominicana hacen contribución clave al desarrollo del país

La más reciente ficha técnica elaborada por la OIT muestra el perfil social y laboral de las personas migrantes que trabajan en la República Dominicana, mayoritariamente provenientes de Haití y Venezuela, siendo la Construcción, el Comercio, la Agropecuaria y Hoteles, bares y restaurantes los sectores donde más destaca su participación laboral.

Noticia | 5 de mayo de 2022
SAN JOSE (OIT Noticias) – La República Dominicana se caracteriza por ser un país tanto de origen como de destino de migrantes. Históricamente, el mayor flujo de trabajadores migrantes que recibe proviene de Haití, nación con el que comparte la isla. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) lanzó una nueva ficha técnica sobre Migración Laboral y Movilidad, en la cual se plantea una serie de datos sobre las características de la población migrante en esta nación.

De acuerdo con la Segunda Encuesta Nacional de Inmigrantes de la República Dominicana elaborada en 2017 (ENI-2017), son 497.825 las personas migrantes haitianas que viven en el país, representando más del 70 por ciento del total de trabajadores migrantes en el territorio. Estos se concentran principalmente en los sectores económicos de Agropecuaria (33,8 por ciento), Construcción (26,3 por ciento), Comercio (16,3 por ciento), y Hoteles, bares y restaurantes, que incluye alojamiento y servicios de alimentación (5,5 por ciento).

Por otro lado, en los últimos años, especialmente desde 2015, se ha incrementado la migración de venezolanos a la República Dominicana alcanzando unas 115.000 personas, según los datos más recientes ofrecidos por la Dirección General de Migración (DGM-RD) en el 2021. Esta población participa principalmente en los sectores de Hoteles, bares y restaurantes (20 por ciento), Comercio (19 por ciento), Construcción (10 por ciento) y Educación (8 por ciento), según una encuesta realizada como base para el Estudio Promoción de Medios de Vida para personas venezolanas en República Dominicana publicado por la OIT, el Instituto Nacional de Migración (INM-RD) y ACNUR en 2020.

Además, dicha investigación evidenció que más del 60 por ciento de la población que vive en el país cuenta con educación superior y especialización profesionales, dentro de esas áreas destacan: Administración (39 por ciento), Pedagogía y Educación (16 por ciento), y Medicina y Ciencias de la Salud (10 por ciento).

Precisamente, los sectores, principalmente Construcción, Comercio, Agropecuaria y Hoteles, bares y restaurantes no solo representan actividades económicas que brindan oportunidades laborales para un gran número de personas migrantes, sino que son grandes dinamizadores del empleo y que realizan grandes aportes al PIB del país.

Datos ofrecidos por el Banco Central de la República Dominicana en el 2020 muestran que estos sectores económicos aportaron al PIB un 32,9 por ciento de manera conjunta, y en detalle Construcción (12,2 por ciento), Comercio (10,6 por ciento), Agropecuaria (6,0 por ciento) y Hoteles, bares y restaurantes (4,1 por ciento).

Además de la ya reiterada relevancia de estos sectores en los indicadores de crecimiento del país, se vislumbran también como un eje central en los planes de desarrollo nacional en el corto, mediano y largo plazo, que apuntan a priorizar el turismo como parte de la estrategia país para dinamizar el empleo y promover la recuperación económica post COVID-19, especialmente en las zonas rurales.

“Esa estrategia de dinamización del turismo impactará de manera inequívoca en el encadenamiento de los procesos productivos y de desarrollo local, que inician con la construcción de infraestructuras hoteleras y residenciales, y la necesidad de incrementar la producción de alimentos y elaboración de bienes para satisfacer la proyectada demanda”, detalló Katherine Martínez de OIT en República Dominicana.

A pesar de que la actual y potencial participación de las personas migrantes evidencia su aporte a la economía nacional, una gran proporción de estos trabajadores laboran en situación de informalidad laboral y tienen un estatus migratorio irregular, lo que limita seriamente sus posibilidades de pasar de la informalidad a la formalidad y por ende de contar con garantías laborales reconocidas como fundamentales, como lo es su afiliación a la seguridad social y los beneficios que derivan de esta, tales como un limitado acceso a servicios de calidad en salud, protección por riesgos laborales y recibir una pensión al final de su vida laboral.

“El migrante se enfrenta a la adaptación social, económica y cultural. La integración social es un reto porque en República Dominicana el costo de la vida es alto. Es complicado. El perfil más bajo de los migrantes venezolanos aquí es un bachiller. Hay licenciados, magísteres, doctores”. José Gregorio Gómez, 50 años, migrante venezolano que vive en República Dominicana.

Estos elementos sugieren que puede sostenerse y agravarse una desigualdad estructural entre los trabajadores migrantes y los nacionales, si los factores que inciden en esta exclusión en derechos no son atendidos por medio de políticas y estrategias eficaces y sostenibles que procuren ampliar la cobertura de protección social a todos los trabajadores.

Otro indicador que destaca es la diferencia no solo entre migrantes y nacionales, sino entre hombres y mujeres migrantes, considerando que las mujeres tienen una menor participación laboral, son quienes poseen las tasas más altas de inactividad y desocupación; y tienden a ocuparse en el Comercio, Turismo y Trabajo Doméstico, donde generalmente perciben ingresos por debajo del promedio nacional. De acuerdo con la ENI-2017, en los migrantes hombres nacidos en Haití se evidencia una tasa de participación en la fuerza del trabajo que asciende a 91,2 por ciento, mientras que, en el caso de las mujeres, ese índice solo alcanza el 52,1 por ciento.

“Las mujeres han sido las más afectadas en el mercado de trabajo dominicano a causa de la crisis generada por la pandemia; en primer lugar porque se vinculan característicamente a los sectores económicos que resultaron más impactados, tales como el de Hoteles, bares y restaurantes (58,1 por ciento) y Comercio (39,7 por ciento), previéndose una mayor expulsión laboral de la población femenina, y en segundo lugar, por el notable incremento en las labores domésticas y de cuidados que recaen principalmente en las mujeres (76,2 por ciento), tal como lo muestra el Informe Panorama Laboral 2020 de la OIT”, detalló Noortje Denkers, especialista de Migración Laboral y Movilidad de OIT para América Central, Haití, Panamá y República Dominicana.

Se esperaría que partiendo del reconocimiento de la contribución que hacen las personas trabajadoras migrantes a la economía dominicana se adopten políticas públicas orientadas a mejorar sus condiciones laborales y su integración socioeconómica al país, y así potenciar las competencias y habilidades que ponen al servicio del mercado laboral, generando oportunidades de trabajado decente para todas las personas, priorizando el enfoque de género.