OIT Página de entrada


...ILO LOGO...

Conferencia Internacional del Trabajo
87.reunión, 1 - 17 de junio de 1999

 


 

Alocución del Sr. Juan Somavia, Secretario General de la Conferencia Internacional del Trabajo
1.
o de junio de 1999

El Quiero felicitar al Presidente de la Conferencia, el Ministro Alhaji Muhammad Mumuni por su reciente elección, y saludar al Sr. Rolf Thüsing, presidente del Grupo de los Empleadores y al Sr. Bill Brett, presidente del Grupo de los Trabajadores. Quiero saludar también a las señoras y señores delegados aquí presentes.

Quiero hacer una especial mención de la presencia de la Presidenta del Consejo de Estado de la República y Cantón de Ginebra, Sra. Brunschwig-Graf, del Embajador Gyger, amigo de todos nosotros, del recién electo Alcalde de Ginebra, Sr. P. Muller. Estoy muy contento de que estén aquí con nosotros. Igualmente, nuestro amigo el Sr. Koechlin.

También quiero agradecerle a los colegas del sistema multilateral que están aquí con nosotros y le ruego al Sr. McCarthy que le agradezca a Mary Robinson su presencia al comienzo de la reunión, que se lo agradezco mucho. Igual al Sr. Fortin, al Sr. Schatzer, y al Sr. Kean, que están aquí con nosotros.

Pero sobre todo, bienvenidos a todos ustedes. Hay tantos amigos, tantos conocidos, tanta gente que me ayudó a pensar la OIT, que me ayudó a entender la OIT, que me dio consejos, que me dio orientaciones en el proceso de la campaña y en todo el período de transición después de la campaña.

Por eso mi primera reacción es decirles gracias. Yo estoy aquí gracias a ustedes. Gracias a ese voto tan masivo que tuvieron la gentileza de darme. Como ustedes saben, yo fui elegido con casi el 80 por ciento de los votos en el Consejo de Administración.

Quiero agradecer su confianza, pero también decirles que yo interpreté ese mandato como un mandato para modernizar la OIT. Como un mandato de cambio, para hacer de nuestra institución una institución contemporánea que entiende los problemas de hoy, que los asume con un pensamiento moderno pero que nunca pierde la perspectiva de los valores sobre los cuales fue fundada la OIT.

Y desde marzo de este año he estado dedicado a esta tarea. Mis propuestas de cambio están contenidas en el Programa y Presupuesto para 2000 y 2001 y en la Memoria presentada a la Conferencia.

No creo necesario entrar en un análisis detallado de estos documentos. Ellos están ante ustedes y su discusión en la Conferencia dará a la Oficina las necesarias orientaciones para el futuro. Tan sólo quiero señalarles que el proceso de cambio ya se ha iniciado a partir de las decisiones adoptadas en marzo por el Consejo de Administración.

A este respecto, quiero rendirle un homenaje a mi predecesor, el Sr. Hansenne. Yo viví una experiencia única. Asumí mis funciones el día 4 de marzo y me tocó el día 8 de marzo presentar ante el Consejo de Administración mi propuesta de Programa y Presupuesto. Ustedes comprenden que en una situación normal de cambio en la dirección de un organismo internacional, eso habría sido absolutamente imposible. ¿Por qué fue posible? Fue posible porque yo fui elegido con mucho tiempo de anticipación y pude organizar un equipo de transición bastantes meses antes de asumir mi cargo. Ese equipo de transición contó con todo el respaldo y el apoyo de mi predecesor en materia de funcionarios y equipamiento.

También hubo una decisión del Consejo de Administración, aceptada de muy buen grado por parte del Sr. Hansenne, de que dado el hecho de que al poco tiempo de llegar teníamos que discutir el próximo presupuesto que me tocaría ejecutar, fuera yo quien preparara ese presupuesto con el apoyo de los equipos de la OIT.

Todo esto, señala una transición extraordinariamente institucional. Permítanme señalarles que lo que hicimos en la OIT es único y constituye un precedente histórico. Demostramos todos juntos una gran capacidad institucional para efectuar una transición ordenada pero efectiva.

Quisiera hacer algunos comentarios iniciales sobre el tema de los objetivos estratégicos.

Como ustedes saben mi primera conclusión respecto de qué proponerle a la Conferencia, a través del Consejo de Administración, fue la idea de focalizar las actividades de la institución en prioridades claras. Propuse la focalización de nuestras actividades en torno a cuatro objetivos estratégicos.

Primero: los principios y derechos en el trabajo. Este es el mandato histórico de la OIT, expresado en sus convenciones. Como me dijo durante mi campaña un amigo latinoamericano: «Juan, no te olvides nunca de que los trabajadores somos la razón de ser de la OIT.» Efectivamente, ésta es una institución que se creó con el objeto de promover la justicia social y la dignidad en el trabajo a través de sus sucesivas convenciones. Es por eso que la Declaración aprobada el año pasado tiene una importancia tan vital y yo la distingo como uno de los objetivos principales en los programas «InFocus» que tenemos que desarrollar para promover en el mundo un standard social básico.

El segundo tema en que la OIT necesita focalizarse es la creación de empleo. A éste lo llamaría el mandato político de la OIT, el mandato que viene de la calle, el mandato que viene de la gente, el mandato que quiere ver a la OIT comprometida con la generación de más y de mejores empleos.

Si uno sale a la calle y pregunta, a través del mundo, ¿qué es la OIT?, mucha gente dirá que no sabe. Pero si uno le dice que ésta es una Organización que tiene entre sus objetivos ayudar a generar más empleo, inmediatamente van a decir: ¡Ah! esta institución me interesa. Después de los derechos humanos fundamentales, el acceso al empleo es probablemente la mayor aspiración de la gente. Tenemos que ser capaces de impulsarlo porque sabemos bien que el empleo es el primer paso para escapar de la pobreza y de la exclusión social. Evidentemente, en el marco tripartito de la OIT, en donde tenemos empleadores y trabajadores, sabemos bien que la creación de empleo pasa por las condiciones favorables para la inversión y la creación de empresas. Los dos temas están íntimamente vinculados.

El tercer objetivo que propuse fue la protección social. Yo a éste lo llamaría el mandato ético de la OIT. La primera realidad que tenemos que constatar es que la gran mayoría del mundo no recibe protección social. Es un concepto ajeno a su vida diaria.

Los sistemas tradicionales de protección social se aplican a un reducido número de ciudadanos del mundo desarrollado y a algunos del mundo en desarrollo que tienen el privilegio de poder acceder a ellos. Pero la gran mayoría de las personas, incluso en el trabajo informal, no conoce lo que es la protección social. Por lo tanto, si nosotros queremos hacer de la protección social un tema vital, real, tenemos que tener la capacidad de ver cuáles son las formas en que efectivamente se puede hacer realidad en el mundo en desarrollo y en los sectores excluidos del mundo desarrollado. Debemos encontrar maneras de extender una protección social razonable hacia aquellos sectores donde hoy no existe. Ello supone idear las fórmulas para expandir la cobertura y ver cuáles son los métodos, los mecanismos, los financiamientos, los sistemas más adecuados para hacerlo.

Pero éste es también un mandato de creatividad. Porque también sabemos que los sistemas clásicos de protección social están sujetos a diversos cuestionamientos y, en consecuencia, debemos ver la manera de mantener los valores que inspiraron su creación, pero preguntarnos también cuáles son las mejores formas modernas de hacer realidad esos valores tradicionales.

En el mundo está surgiendo una concepción más amplia de seguridad. La seguridad de las personas, la seguridad de los individuos, la capacidad de resolver el conjunto de situaciones que hacen que una familia, un grupo humano, una comunidad viva sin temor, sin riesgos. Muchos de los temas de la OIT pueden contribuir a darle un basamento analítico y ayudad a generar esta nueva noción de seguridad más amplia. Una noción de seguridad socioeconómica que yo he llamado la seguridad de la gente.

El cuarto espacio que señalé como importante es el tripartismo y el diálogo social. Yo lo llamaría el mandato organizativo de la OIT. No hay diálogo social influyente sin organizaciones de trabajadores y de empleadores fuertes. No hay tripartismo eficaz sin Ministerios del Trabajo fuertes y sin estructuras modernas de administración del trabajo. Ello es parte de la identidad de lo que tenemos que hacer en el futuro y personalmente creo que hay una enorme cantidad de iniciativas por delante para reforzar a los actores sociales y estoy dispuesto a que la OIT se dirija en esa dirección.

También señalé que los temas del desarrollo y la igualdad de género, la igualdad de la mujer, serán temas transversales en los cuatro objetivos estratégicos.

Todo esto lo sinteticé en la noción de trabajo decente. Estos cuatro objetivos estratégicos están contenidos en ese concepto; asimismo refleja la búsqueda tradicional de la OIT de promover el pleno empleo productivo y libremente elegido.

El segundo cambio que está en proceso consiste en ordenar la formulación de un nuevo presupuesto en base a estos cuatros objetivos estratégicos de la OIT. A ello me referiré en la comisión correspondiente mañana cuando se inicie su discusión.

Como tercer cambio y, a partir de estas decisiones, procedí a crear un equipo de dirección de la Oficina en su conjunto, compuesto por seis directores ejecutivos que yo presido, encargados de conducir cada uno de los cuatro sectores señalados, como asimismo las actividades de apoyo en materia de financiamiento, administración y cooperación técnica.

¿Por qué señalo estos temas de organización y le doy a la vez una enorme importancia a las tareas de supervisión y evaluación, y a la política de personal para lo cual ya he iniciado los contactos con el sindicato del personal? Lo hago porque estoy convencido de que la modernización de la Oficina es un requisito indispensable si queremos aumentar la eficiencia y visibilidad de la OIT y ocupar los espacios que naturalmente le corresponden. Podemos tener más relevancia como institución en el mundo, pero nadie nos vendrá a ofrecer este regalo. Tenemos que ganarlo.

Modernizar la Oficina no se logra sólo con una mejor estructura, se requiere también un estilo diferente. Desgraciadamente en el pasado ha existido uso de poderes burocráticos oscuros en algunos sectores que dañaron la imagen y el espíritu de la institución. He dado instrucciones al equipo ejecutivo para que establezca las instancias necesarias de consulta y diálogo con su personal. Quiero una OIT sana y transparente, con prácticas sanas de gestión y comunicación interna. Quiero una atmósfera de trabajo relajada y creativa, pero a la vez, muy eficiente.

Como ustedes bien saben, nada de esto ocurre de la noche a la mañana, pero quiero declarar ante la Conferencia que la mejora en los métodos de gestión de la casa, tanto en la forma como en el fondo, será un área donde mantendré la presión. Estoy consciente también de que el conjunto de cambios que estamos impulsando traen incertidumbre, razón por la cual he señalado que las nuevas políticas se ejecutarán en un período relativamente breve para una Organización de este tamaño y que se habrán completado en noviembre de este año en la sede con la discusión del nuevo presupuesto para el bienio 2000-2001.

He aprovechado la presencia durante esta Conferencia de los directores regionales, junto a los jefes de los equipos multidisciplinarios que he convocado hacia fines de mes para iniciar el diálogo sobre las estructuras en las regiones y de su interacción con las nuevas estructuras de la Oficina.

Finalmente, creo igualmente importante para la Organización que las relaciones entre la Oficina y el Consejo de Administración sean de cooperación, de colaboración y de partenariado, en donde compartimos un objetivo común superior: la eficacia y la eficiencia en la ejecución de nuestro mandato. Creo profundamente en la consulta y el intercambio informal de ideas y sugerencias con los miembros del Consejo de Administración y continuaré con la práctica que ya he iniciado en esta materia.

Todo lo anterior tiene un solo objetivo: estar en mejores condiciones para abordar los desafíos a que se enfrenta la OIT a pocos meses del próximo siglo. Estoy convencido de que no basta sólo con que definamos las orientaciones estratégicas. Para ser creíbles, debemos asegurarnos de tener una casa organizada, ordenada, clara y transparente que sigue los objetivos estratégicos que nos hemos fijado.

El desafío más importante es ser capaces de identificar el papel que nos corresponde en el nuevo mundo de la economía global y la posguerra fría. Es una evidencia que la preocupación por las consecuencias sociales de la mundialización están creciendo en todos los países. Sabemos que una proyección mecánica de las actuales tendencias no va a resolver los problemas de incertidumbre e inseguridad que afectan a tantas personas y familias a través del mundo. Sabemos también que las soluciones no son evidentes, que no se han encontrado todavía y que mientras tanto el reloj de la inseguridad humana sigue adelante.

Permítanme efectuar algunos comentarios generales que engloban las propuestas de mi Memoria.

En primer lugar, creo que la OIT debe dotarse de los medios para contribuir a desarrollar un nuevo paradigma que combine la comprensión de los efectos sociales de las políticas macroeconómicas, la comprensión de las implicaciones económicas de las políticas sociales y el impacto de ambas sobre el crecimiento, la inversión, y la creación de empresas y trabajo decente.

Creo que la contribución analítica más importante que podemos ofrecer es ayudar a tener una visión más integrada de los fenómenos de ajuste a la economía global que todos estamos viviendo. Debemos combinar el análisis económico y el social a partir de los valores universales que la OIT encarna. Una nueva capacidad analítica integrada nos permitiría superar las deficiencias de hoy, en donde el sistema multilateral, por su organización exclusivamente temática, se organiza tema por tema: lo financiero, lo monetario, la salud, la educación, la cultura, lo social. Esta organización temática continúa ofreciendo soluciones sectoriales a problemas globales e integrados. Persistir en esta vía nos llenará de frustración en el futuro. Es una evidencia analítica y política de que no hay soluciones sectoriales a problemas integrados. Creo que estamos particularmente bien ubicados como OIT para hacer una contribución en esta materia, precisamente por nuestra composición tripartita que nos acerca tanto a la realidad económica como social.

El segundo punto que quisiera indicar es que si la economía global no comienza a extender progresivamente sus beneficios hacia sectores crecientes de la población, corre el riesgo de perder su legitimidad a los ojos de la gente.

Creo que la economía social de mercado es una conquista de este fin de siglo, que la iniciativa privada tiene una extraordinaria capacidad para generar riqueza y que la economía abierta a la competencia es más eficiente que las economías cerradas. Pero creo igualmente que si sus ventajas no se distribuyen de manera equitativa, su credibilidad va a ser cada vez más cuestionada políticamente. Y eso lo estamos comenzando a ver.

La OIT debe ser capaz de proponer políticas que combinen e integren la eficiencia económica con la eficiencia social. Debemos tener conciencia de que hay límites éticos y políticos a la pobreza, el desempleo y la exclusión social.

En tercer lugar, para enfrentar esta realidad, necesitamos un tripartismo cohesionado, creativo, dialogante, un verdadero tripartismo del futuro. Un tripartismo que inventa soluciones nuevas, que es capaz de dar conducción y claridad en medio de la confusión, que se atreve a innovar, que no le tiene miedo a la imaginación y que hace del diálogo social una práctica normal de nuestra sociedad.

Hay otro tripartismo, un tripartismo temeroso, repetitivo y anclado en el pasado que mira a la OIT con tres listas de demandas incompatibles entre sí: es el tripartismo con vocación de irrelevancia que nunca tendrá influencia en el mundo fuera de nuestras salas de reuniones.

No se trata de ocultar las naturales divergencias de intereses que existen. Se trata de resaltar las evidentes convergencias de intereses que son superiores. Se trata de buscar acuerdos y soluciones razonables, entendimientos novedosos, propuestas innovadoras que, sin embargo, sean sensatas.

Yo quiero para la OIT un tripartismo ganador, con vocación de éxito, con seguridad en sí mismo. Un tripartismo que mirado desde fuera de la OIT infunda respeto y recoja admiración. No me cabe duda de que ustedes son capaces de lograrlo y de que quieren lograrlo. La Oficina está a vuestro servicio para lograrlo.

En cuarto lugar, un buen ejemplo a mi juicio de lo que acabo de decir es el Convenio propuesto sobre la abolición de las peores formas de trabajo infantil. Creo que va a ser posible ponerse de acuerdo sobre estas formas aberrantes de trabajo infantil. Va a significar una contribución extraordinaria al mundo de hoy.

Es evidente que el tema del trabajo infantil en general es un tema complejo vinculado al desarrollo, al trabajo de los padres y las posibilidades de educación. A pesar de los obstáculos, la OIT, a través del programa IPEC, está tratando en general y con éxito de reducir el trabajo infantil.

Pero lo que podemos hacer con este nuevo Convenio es otra cosa. Se trata de acordar que hay formas moralmente aberrantes de trabajo infantil y que ninguna familia, en ninguna parte del mundo, querría ver a sus hijos sometidos a esta posibilidad. Son situaciones objetivas que no dependen de los problemas de desarrollo, de visiones culturales o de tradiciones espirituales. Situaciones en que cualquier niño en cualquier parte del mundo le pediría a sus padres que no les permitan caer en esa trampa. Si nos ponemos de acuerdo sobre este Convenio, vamos a haber dado un paso extraordinario, porque le vamos a haber dado al tema del trabajo infantil una base de consenso global, un área de consenso mundial, en donde no hay desacuerdos acerca del deseo de erradicar las peores formas de trabajo infantil.

En un mundo sin causas, cuando vemos tan difícil que haya causas globales, causas que nos tocan el corazón y a la razón que nos impulsan a actuar y que estimulan nuestra voluntad. ¿Por qué no ofrecer la causa de erradicar las peores formas de trabajo infantil como una causa global, una causa que nos galvanice como personas y como comunidad internacional? Una causa que la OIT propone al mundo para unificarnos y donde seamos capaces de comenzar a actuar con celeridad, de inmediato, al día siguiente de aprobar el Convenio. Este es el gran desafío que tenemos en esta Conferencia.

En quinto lugar, ustedes también van a discutir sobre cooperación técnica. Es un área en donde podemos desarrollar el tripartismo creativo, porque no hay ninguna duda de que éste es uno de los grandes temas de la OIT. Los cuatro objetivos estratégicos terminan plasmándose en políticas de cooperación con cada una de las regiones en sus diversidad de problemas. Ustedes saben bien que yo le he dado a la cooperación técnica una enorme importancia. He presentado un informe al respecto, por lo que no me voy a extender. Quiero, sin embargo, señalar también el significado político que le doy a que nos pongamos de acuerdo para asegurar una muy fuerte estructura de cooperación técnica y del consecuente apoyo extrapresupuestario.

Sexto. Tengo que asumir el hecho de que soy la primera persona del mundo en desarrollo que es elegida para dirigir la OIT. Necesariamente tendré una particular sensibilidad por los temas del desarrollo que están presentes en todas nuestras actividades. No se trata sólo de los cuatro objetivos estratégicos, existen también especificidades de desarrollo propias del Grupo de los Trabajadores, del Grupo de los Empleadores, y obviamente del Grupo Gubernamental. Es un tema que marca y caracteriza la realidad de hoy y sin el cual no podemos hacer un análisis adecuado para llevar adelante nuestro mandato y nuestra responsabilidad.

Es necesario entender las distintas especificidades regionales y subregionales, así como la especificidad de los países de Europa Central y del Este que están en transición o la especificidad de los países que entran en crisis por impacto del sistema financiero internacional o de la fuerza de la naturaleza. Hay que apoyar la capacidad de una OIT refinada, sensible, capaz de entender las diferencias, capaz de tener la delicadeza para entender la forma en que un mismo problema se puede manifestar de maneras diferentes en distintas sociedades. Me parece absolutamente indispensable desarrollar esa capacidad institucional. Yo creo importante «sentir» la cultura del desarrollo. Quienes hemos vivido el problema sabemos que no se entienden los problemas del desarrollo cuando se miran con una visión mecánica y cuando se proponen soluciones simplemente porque funcionaron en otros países. Necesitamos una riqueza en la mirada, capacidad de diferenciación, entendimiento de diferentes especificidades para responder a problemas reales y no proponer «soluciones hechas». Pero también quiero señalar que la OIT es un organismo universal. La OIT está al servicio de todos sus países Miembros y de todos sus mandantes, sean del mundo desarrollado o del tercer mundo. Es muy importante continuar con nuestra capacidad de análisis de los problemas sociales del mundo desarrollado. Es un elemento absolutamente clave desde mi perspectiva. En una reciente conversación con la Sra. Aubry, Ministra del Trabajo y de la Solidaridad de Francia, ésta me señaló la importancia de que la OIT coopere en la reflexión sobre los nuevos problemas sociales de las sociedades industriales en materia de horas de trabajo, nuevas inseguridades, desempleo estructural y otras cuestiones.

Yo creo que en todos los países están ocurriendo fenómenos económicos y sociales con los que tenemos que lidiar día a día, pero que están marcando un proceso a más largo plazo, para el cual necesitamos una reflexión que sea más integradora, más global, que la vincule con fenómenos que están ocurriendo en otras partes del mundo.

Séptimo punto. Vivimos en el mundo de la competencia. Hay organizaciones privadas y públicas que están comenzando a ofrecer los mismos productos que la OIT. En un mercado abierto es fundamental que comprendamos que cuando eso ocurre, nuestra respuesta no puede ser «¿por qué se están metiendo ustedes en este tema si sólo nosotros tenemos un mandato para ello?» Uno no defiende los mandatos de esa manera. Uno defiende el mandato con la capacidad de competencia, con la calidad, con la utilidad que otros perciben en lo que uno está haciendo. Uno defiende los mandatos porque la gente quiere venir a la OIT a recibir ayuda, cooperación, sugerencias de políticas, porque se dan cuenta de que nuestras ideas están más cercanas a sus necesidades, ya sea de los empleadores, de los trabajadores o de los gobiernos. La calidad de lo que hagamos es esencial para la subsistencia de esta Organización. Y esto lo quiero decir con la franqueza más absoluta.

La calidad de nuestro trabajo en la Oficina, la calidad de nuestra labor en la Conferencia, la calidad de nuestro trabajo en el Consejo de Administración, la calidad de nuestro trabajo en general es lo que va a definir la influencia de esta institución.

Yo creo que este tema es absolutamente esencial. Debo decirles, con mucha franqueza, que he pasado los últimos nueve años en los altos niveles del sistema multilateral y la OIT no ha estado presente de la manera que debiera haber estado. Yo impulsé la Cumbre Mundial para el Desarrollo Social, pero sin duda, fue una iniciativa que debiera haber surgido de la OIT. Doy ese ejemplo porque lo viví.

Desde mi punto de vista no sólo tenemos que estar al día, sino también ser perceptivos, viendo lo que está ocurriendo, aprovechando oportunidades, pensando en nuevos derroteros, cuando ello es conveniente.

Les quiero dar un ejemplo reciente: en cuanto comenzó la última etapa de la tragedia en Kosovo, me di cuenta de que en algún momento la parte militar iba a terminar, y le pedí a la Oficina que me preparara un plan para ver qué podríamos hacer en Kosovo cuando se restableciese la paz. Coincidió que, cuando terminamos un primer diseño, el Secretario General de Naciones Unidas le pidió a los organismos pertinentes del sistema que acompañara a su enviado a Kosovo en una misión humanitaria que incluía una prospectiva sobre las futuras necesidades. La OIT estaba en condiciones de hacerlo. ¿Por qué doy este ejemplo? Porque creo que lo esencial es ser perceptivos ante lo que está pasando. Los ritmos y los tiempos de hoy son cortos, los problemas son instantáneos. Vivimos en un mundo de inmediatez y uno no puede decir que en dos años más vamos a colocar en la agenda de nuestros debates este tema candente que es tan importante.

Por eso, quiero traer a colación el tema de la competencia. Tiene que ver con el futuro de nuestra Organización en general, como institución. Tenemos que desarrollar la conciencia de que la calidad, la excelencia y la utilidad de nuestro producto, así como los métodos y el ritmo de trabajo van a ser cruciales para nuestro éxito. Por lo demás, mientras mejores seamos en la competencia, más interés habrá en cooperar con nosotros. Y ustedes saben bien que yo soy un fuerte proponente de que la OIT tenga mucha más colaboración con el sistema de Naciones Unidas y los organismos de Bretton Woods.

Permítanme terminar señalándoles algo que me parece indispensable porque forma parte de lo que yo llevo adentro. Yo creo que las instituciones como las personas tienen valores. La OIT es una institución fundada en los valores de la justicia social y la promoción de la dignidad en el trabajo. Yo me siento profundamente identificado con ese objetivo. Yo creo que la vida sin valores pierde su sentido, que los ideales son la espina dorsal de nuestro espíritu y que la convicción es la energía que impulsa las sociedades y que nos impulsa a nosotros como seres humanos. Las distintas culturas y tradiciones espirituales nos inspiran a todos valores superiores. Siento profundamente la necesidad de entender los problemas a través de los ojos de la gente. Creo que el mundo necesita una mirada más sensible hacia el otro, hacia el diferente, hacia el excluido.

Al mismo tiempo, creo que tenemos que actuar con realismo.

El idealismo por sí solo, sin organización, sin estructura de acción, se queda en formulaciones; pero el idealismo que va unido a la capacidad de actuar, a la capacidad de generar consensos, a la capacidad de producir acuerdos, es un idealismo que puede afectar positivamente la realidad. Si lo tuviera que ilustrar con una imagen, diría que tenemos que unir la mano de lo posible con la mano de la esperanza, tenemos que unir la mano de lo realizable con la mano de lo necesario, tenemos que ser capaces de juntar esas dos realidades. Pero hay que saber siempre que cada vez que se proponga una idea nueva alguien va a decir que es imposible, y sabemos que lo que hoy parece imposible, mañana será posible. Sabemos que hoy están ocurriendo cosas en el mundo que 30 años atrás parecían irrealizables y, sin embargo, ahí están.

Termino, en consecuencia, señalando que yo creo que nuestra tarea, esta tarea de unir lo posible con la esperanza, nos impone una dirección: que hagamos todos los esfuerzos necesarios para reducir el período de espera, entre lo que hoy se considera imposible y lo que mañana demostrará ser posible. Siempre habrá dificultades, cuestionamientos, dudas, pero la esencia, la fuerza, la justificación de este tripartismo cohesionado y creativo será su capacidad para reducir el tiempo de espera entre lo posible y la esperanza.


Para mayor información, dirigirse al Servicio de Relaciones Oficiales (REL OFF) al Tel: +41.22.799.7732 or Fax: +41.22.799.8944 o por correo electrónico: RELOFF@ilo.org


Copyright © 1999 Organización Internacional del Trabajo (OIT)
Descargo de responsabilidad
webinfo@ilo.org
Esta página fue creada por HK y aprobada por RH. Última actualización: 3 de junio de 1999.