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Conferencia Internacional del Trabajo
87.reunión, 1 - 17 de junio de 1999

 


 

Alocución del Sr. Muhammad Mumuni, Presidente de la 86.a reunión de la Conferencia Internacional del Trabajo
1.
o de junio de 1999

Me invaden el honor, la humildad y el placer al manifestar mi gratitud al Grupo Tripartito Africano y a los demás Grupos gubernamentales por haber presentado mi candidatura para presidir la 87.ª reunión de la Conferencia Internacional del Trabajo, y también al Grupo de los Empleadores y al Grupo de los Trabajadores por haber respaldado mi candidatura. El Presidente, el Gobierno y el pueblo de Ghana se suman a mis palabras, y les transmito a ustedes su saludo más cordial.

Este gran honor se concede a mi país y a Africa, pero sobre mí recae la responsabilidad correspondiente. Soy consciente de la magnitud de mi tarea al frente de la 87.ª reunión de la Conferencia Internacional del Trabajo, pero confío en que, con su apoyo, cooperación y comprensión constantes, nuestras aspiraciones compartidas se habrán concretado al término de la reunión.

Aprovecho esta oportunidad para manifestar mi gratitud a mi distinguido predecesor, el Sr. Jean-Jacques Oechslin, por su labor al frente de la 86.ª reunión de la Conferencia Internacional del Trabajo, que supo presidir con tanto talento, maestría y eficacia. Reconociendo los notables logros del anterior Director General, el Sr. Michel Hansenne, tengo el privilegio de dar la bienvenida al nuevo Director General, Sr. Juan Somavia, y de transmitirle nuestros mejores deseos para que tenga un mandato provechoso al conducir a esta Organización dentro del próximo milenio.

Al ser la 87.ª la última reunión de la Conferencia en el siglo XX, despierta grandes expectativas para la causa de la justicia social cuando la humanidad se dispone a entrar en el próximo milenio. A esta reunión le incumbe la responsabilidad de hacer fructificar las esperanzas de la comunidad internacional a fin de que puedan lograrse avances decisivos en áreas tan importantes como el trabajo infantil, la protección de la maternidad y el papel de la OIT en la cooperación técnica. Con respecto al trabajo infantil, esta reunión debería permitir a nuestra Organización rebasar la fase de consultas prolongadas, sobre todo entre los gobiernos, y lograr, en torno a unos proyectos de convenios y de recomendación, un consenso que sirva de orientación para los Estados Miembros al aplicar el convenio.

Por consiguiente, creo que no serviría a nuestro interés común el prolongar la discusión sobre esta importante cuestión. Nuestra meta es la formulación de medidas destinadas a proteger los derechos del niño y, de este modo, preparar a la posteridad para asumir los retos del futuro. Esta aspiración sólo podrá lograrse si todos están dispuestos a mostrar flexibilidad, sensibilidad para con el parecer de los demás y voluntad para alcanzar un pronto consenso en torno a todos los problemas. Es más probable que sea mediante compromisos razonables, y no con divergencias irreconciliables, como podamos dar con una postura común que dé cabida a todos los matices de opinión y contribuya así a la formulación de estrategias idóneas para la erradicación del trabajo infantil.

En esta coyuntura crucial de la historia, centrada en la necesidad de orden y de estabilidad social, y en un momento en que parece haberse iniciado un proceso de redefinición de las funciones de las instituciones internacionales, se espera de la Organización Internacional del Trabajo, el organismo especializado más antiguo del sistema de las Naciones Unidas, que reafirme las filosofías y principios básicos que subyacen tras el tripartismo de la Organización. La ola de promoción de los derechos humanos fundamentales debería enriquecer el programa de acción de la OIT y fortalecer la determinación del tripartismo en la persecución de sus objetivos y aspiraciones. Se insta a las instituciones internacionales competentes a cooperar con los gobiernos y con los demás mandantes tripartitos de la Organización en pos de los objetivos de la OIT.

Aunque nunca se alentaría a la OIT a traspasar los límites de su competencia, sí cabe esperar que mantenga su liderazgo y un control tenaz sobre las normas y los problemas de índole laboral, y que prosiga con vigor creciente su objetivo principal y primordial de promoción de la justicia social. Con este fin no deberían ahorrarse esfuerzos para asegurarse de que se utiliza la Declaración de la OIT relativa a los principios y derechos fundamentales en el trabajo para poner de relieve las normas y principios laborales fundamentales relativos a la libertad sindical, al trabajo forzoso, al trabajo infantil, así como a la igualdad de oportunidades sin discriminación por razón de sexo, raza o religión. Cualquier intento, por sutil o refinado que fuera, de valerse de la Declaración con fines comerciales proteccionistas punitivos u otros propósitos encubiertos socavaría la credibilidad de la Organización.

Como consecuencia de las reformas económicas, políticas, estructurales y de actitud sin precedentes introducidas en esta comunidad mundial en plena evolución y que cuenta con nuevos protagonistas y factores, es imperativo que la OIT aborde la cuestión de las repercusiones sociales de la mundialización y de la liberalización, dado que se reconoce en general que las repercusiones de estos fenómenos sobre el crecimiento económico y el desarrollo no son todas positivas.

Además este paisaje que comienza a configurarse, plagado de problemas económicos y sociales, se ve agravado por el aumento generalizado del desempleo y un aumento de la abyecta pobreza, en particular en el mundo en desarrollo, que hace muy difícil que la mayoría de la población mundial alcance un nivel de vida decoroso. Al disminuir los recursos que se destinan a los países necesitados, la OIT tal vez desee replantearse su cooperación técnica a fin de incrementar y diversificar la promoción del trabajo decente, sobre todo en las comunidades menos favorecidas del mundo, y seguir comprometida con su mandato. La Organización debería demostrar renovados bríos al tratar de crear condiciones propicias para la libertad y la dignidad, la seguridad económica y la igualdad de oportunidades.

Resulta desconcertante que, apenas transcurridos cuatro años desde la conmemoración del 50.º aniversario de las Naciones Unidas, organismo creado para el mantenimiento de la paz y la seguridad, el mundo parezca seguir en pos de las sombras de la paz. No es necesario recalcar que la paz se convertirá en realidad cuando no quede lugar para los infortunios de la injusticia, pues ésta genera resistencia y desemboca en conflictos, convirtiéndose en el virus causante de la mayoría de los conflictos y malentendidos. Por consiguiente, esta reunión debería orientarse con arreglo a un profundo sentido de la responsabilidad y equidad en sus deliberaciones, para permitirnos a todos seguir trazando colectivamente el rumbo de la justicia social como factor indispensable para el crecimiento económico sostenible, el desarrollo, el orden social, la estabilidad, la armonía y la paz.

Por último, concluyo esta intervención firmemente convencido de que podré contar con la cooperación y la sensatez de las delegaciones, y de que todos podemos esperar unas deliberaciones francas y constructivas que faciliten la creación de un consenso. Al celebrarse los 80 años de existencia de esta Organización, formulemos todos nuestros votos para que esta reunión se convierta en un hito en la mejora de la calidad de vida dentro del marco de la justicia social.


Para mayor información, dirigirse al Servicio de Relaciones Oficiales (REL OFF) al Tel: +41.22.799.7732 or Fax: +41.22.799.8944 o por correo electrónico: RELOFF@ilo.org


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