¿Cómo cosechar trabajo decente en el sector cafetero colombiano?

En el Día Nacional del Campesino en Colombia, la OIT destaca la labor de los recolectores cafeteros, así como los retos y oportunidades de esta cadena de suministro para promover trabajo decente en el campo.

Noticia | 3 de junio de 2022
Bogotá - El mercado del café es uno de los más importantes para la economía colombiana. Para el 2020, aportó el 15,5 % del total de las exportaciones del país, después del petróleo y el carbón.

Este es un sector clave en la generación de empleo en el país. Según el Ministerio de Agricultura, genera más de 2,5 millones de empleos directos e indirectos, y la recolección es la labor con mayor demanda de trabajadores.

A pesar de la capacidad de cambio y adaptación a las condiciones actuales de esta cadena de suministro, persisten grandes retos en materia de trabajo decente que convocan al compromiso de todos los actores involucrados. Este compromiso debe apuntar a garantizar circunstancias económicas y sociales para que productores y recolectores mejoren la productividad y las condiciones de trabajo en lo que respecta a ingresos, protección social, seguridad y salud en el trabajo y derechos fundamentales del trabajo.

Por medio del proyecto “Cadenas de Suministro Sostenibles para Reconstruir Mejor”, la OIT, con apoyo de la Unión Europea, ha analizado los retos del sector según las condiciones del mercado internacional del café y de su producción en Colombia, con el objetivo de desarrollar una serie de orientaciones que permitan trazar una hoja de ruta de trabajo decente y productividad.

Entre los diversos retos, el alto porcentaje de trabajo informal de los recolectores, con contratos pactados de forma verbal con pago a destajo o por jornal, es el síntoma más destacado del déficit de trabajo decente en el sector, según la OIT. Superar este desafío pasa por incentivar un cambio institucional y cultural que posicione los derechos fundamentales del trabajo, subsidie mayores intervenciones y estudios en esta materia, aumente la participación y representación de los trabajadores recolectores en la mejora de las condiciones de trabajo y promueva un desarrollo rural productivo e inclusivo centrado en las personas y resiliente frente al cambio climático.

Por otro lado, se destacan retos relevantes en materia de escolaridad y habilidades de los productores y recolectores, sobre quienes persiste un nivel educativo bajo. Se sabe que solo el 2% de hombres y 4% de mujeres cursaron estudios técnicos o universitarios, siendo la básica primaria, el nivel educativo predominante, según estudios de la OIT. Para ello, la certificación por competencias y el reconocimiento de estas en la educación formal y normal puede ser clave para la innovación, inclusión laboral y tecnificación del sector.

Finalmente, la OIT destaca la importancia del diálogo social tripartito que garantice la efectiva articulación entre actores para proponer e implementar programas de trabajo decente, reconociendo la capacidad de los compradores (multinacionales, empresas y países) y de las instituciones del Estado para influir en la conducta de los productores y trabajadores. Una influencia que es ejercida habitualmente por los mecanismos propios del mercado con certificaciones y verificaciones, pero que debe engranar con la legislación laboral colombiana, así como con los convenios y recomendaciones internacionales de la OIT en materia de trabajo decente y sostenibilidad.