Seguridad en el trabajo para los jóvenes

Alrededor de 73 millones de niños de 5 a 17 años realizan trabajos que afectan su estado físico, psicosocial y moral. Ciertos trabajos realizados por adolescentes podrían ser considerados legales si existiera un mínimo riesgo o si los jóvenes estuvieran bien preparados y protegidos de los peligros. Pero, ¿cómo se pueden reducir a un nivel aceptable los riesgos que enfrentan los jóvenes? ¿Qué necesitan saber los empleadores, padres, responsables de la formulación de políticas, y los mismos jóvenes para poder trabajar en un ambiente seguro?

Seguridad en el trabajo para los jóvenes es una iniciativa de la OIT dedicada a fomentar la seguridad de los niños menores de 18 años que se encuentran trabajando legalmente. Aún cuando estos jóvenes han alcanzado la edad mínima para trabajar (en general, 14 o 15 años), todavía se considera “trabajo infantil”, según los Convenios núm. 138 y núm. 182, si el trabajo que realizan es peligroso. Esto se debe a que los jóvenes todavía están en una etapa de rápido crecimiento y desarrollo, tienen menos experiencia y son más vulnerables a ser explotados; por lo tanto es probable que se lastimen o que se enfermen más que los adultos trabajadores debido a la ocupación que desempeñan.

Para los niños en edad escolar, es decir, que aún no han alcanzado la edad mínima para trabajar, la respuesta es clara: necesitan ser retirados del peligro y del trabajo lo más pronto posible. Para los niños mayores, es decir, aquellos jóvenes que han superado la edad mínima, existen dos maneras de abordar el problema: retirarlos del trabajo o eliminar los riesgos. Pero como los riesgos no se pueden eliminar por completo, en general nos referimos a una "reducción de riesgos" o "protección" para los jóvenes trabajadores.

Los jóvenes entre 14 y 18 años representan un interés común tanto para el empleo juvenil como para los esfuerzos por combatir el trabajo infantil. Se trata de un importante grupo de edad, pues abarca la transición que va de la escuela al trabajo, o de una educación escolar a una formación profesional. Es durante estos años que se fundan las bases para obtener un trabajo decente en la vida adulta. El hecho de realizar trabajos peligrosos en la adolescencia puede crear grandes barreras, educativas, físicas, psicológicas y sociales, lo que reduce las posibilidades para los jóvenes de competir exitosamente por buenos trabajos en el futuro. Este es uno de los vínculos principales que une al trabajo infantil y al empleo juvenil.