Promover los Convenios y las Recomendaciones de la OIT: la experiencia de las cooperativas

En los últimos años, se ha avanzado enormemente en la mejora de las condiciones de trabajo de los trabajadores de fábricas textiles en Camboya. Un proceso de seguimiento de la OIT ha ayudado a empleados y trabajadores a crear no sólo un entorno de trabajo más seguro, sino unas mejores condiciones de trabajo. El presente artículo muestra cómo el proyecto de la OIT ha generado aumentos de la productividad y ha impulsado la credibilidad de las fábricas ante los compradores internacionales.

(Sihanoukville). En una pequeña choza construida sobre pilotes, Sok Keng ayuda a sus hermanas y hermanos a prepararse para la jornada. Fuera, una lluvia incesante y torrencial ha inundado ya la cocina, una pequeña zona ubicada sobre el suelo de la planta baja, junto al corral de los animales. Ha llegado la estación de las lluvias.

Mientras los aldeanos corren de las chozas a los árboles buscando cobijo, el sonido de una motocicleta a la puerta indica a Sok-Keng que su padre ya está preparado para llevarla a trabajar a la fábrica. Monta alegremente en la motocicleta, la posesión más preciada de la familia, y se aleja a lo largo del camino de grava, transformado ya en un río de lodo.

En esta diminuta aldea, que se ubica en un acantilado situado sobre una cantera de piedra, es posible contemplar los buques descargando mercancía y cargando contenedores en el pintoresco puerto de Sihanoukville. Este tráfico, siempre creciente, indica a la población que la prosperidad se asoma a este tranquilo rincón del planeta. El proceso de globalización transforma esta localidad cada jornada.

Sin embargo, la vida en la aldea sigue caracterizándose por un trabajo agotador en la cantera de piedra o por la labor, acelerada, pero tediosa, en una de las numerosas fábricas textiles que han proliferado en los últimos años. Nadie se queja del trabajo, porque todos saben aquí que la nómina es lo único que les separa de la pobreza.

"Antes era soldado. Después de que me desmovilizaran, me quedé sin trabajo. Entonces me vine a trabajar aquí a la cantera porque no hay otro empleo para mí", relata Malika, sin que se atisbe una sola muestra de emoción en su curtido rostro.

Con una formación escasa y una ausencia de oportunidades, hasta los niños se sienten presionados, en cierto modo, para contribuir al bienestar familiar desempeñando cualquier tipo de actividad generadora de ingresos.

Encontrar un verdadero empleo

Hace tres años, la situación era tan desesperada, que Sok-Keng falsificó sus documentos para poder acceder a un empleo en la fábrica textil local. Confiaba en que su trabajo podría aliviar la pobreza de su familia, además de ayudar a pagar los gastos escolares de sus hermanos.

Sin embargo, apenas había comenzado a trabajar cuando unos inspectores de trabajo que visitaban la fábrica se fijaron en Sok-Keng y procedieron a comprobar sus papeles. Enseguida comprobaron una sencilla realidad: acababa de cumplir 14 años. De acuerdo con la legislación vigente en Camboya, la edad mínima para trabajar asciende a 15 años.

En lugar de multar al empleador y despedir a la joven, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) colaboró con el empleador para impartir a Sok-Keng formación profesional como costurera, cualificación que necesitará en este sector para ser contratada en el futuro. Además, excepcionalmente, el empleador convino en abonar un estipendio para compensar la pérdida de ingresos para la familia.

"La primera vez que vine al Centro de Formación Profesional, tenía miedo. No sabía leer ni escribir. Sin embargo, mi profesor se ocupó de mí, y también mis antiguos amigos: me enseñaron a leer, escribir y coser. Ahora sé hacer trajes", asegura Sok Keng con satisfacción.

Normas sobre ventajas competitivas

Esta estrategia de colaborar con los órganos representativos del Gobierno y de los empleadores ha resultado extremadamente eficaz en Camboya y en este importante sector.

El textil ha pasado de constituir una modesta industria de 120 millones de dólares, a convertirse en un contribuyente primordial en la consecución de ingresos de exportación, con unos ingresos anuales totales superiores actualmente a 1.600 millones de dólares de Estados Unidos. El Acuerdo Bilateral del Textil suscrito por dicho país y Camboya en 1999, que propició el acceso al lucrativo mercado de Estados Unidos, ha fomentado este enorme crecimiento. No obstante, tal acceso se condicionó a la mejora demostrable en la aplicación del derecho y las normas del trabajo.

En la actualidad, Camboya y otros países que dependen en gran medida del textil como fuente fundamental de ingresos encaran un reto de grandes proporciones. El 31 de diciembre de 2004, expiró el Acuerdo Multifibras (AMF) de la Organización Mundial del Comercio (OMS), que había dado lugar a la creación de un sistema de cuotas para regular el comercio de prendas de vestir. Existe una preocupación generalizada respecto a la posibilidad de que se produzcan pérdidas masivas de puestos de trabajo en los países de menor dimensión, mientras que parece probable que la India y China sean los más beneficiados al capitalizar las economías de escala. La repercusión de tal circunstancia es objeto aún de evaluación y, de momento, no se conoce su verdadero alcance.

En cualquier caso, en Camboya se tiene la sensación de que el país puede seguir siendo competitivo sin dejar de respetar las normas laborales. Camboya, además de atenerse a lo dispuesto en la Declaración de la OIT sobre los principios y derechos fundamentales en el trabajo, esté implementando los cambios recientemente anunciados por su Primer Ministro, Hun Sen, destinados a organizar la burocracia y reducir la corrupción.

La OIT presta su asistencia mediante diversos proyectos de cooperación técnica, financiados con cargo a los fondos facilitados por el Departamento de Trabajo de Estados Unidos (USDOL), y encaminados a ayudar a las fábricas camboyanas a competir eficazmente en un mercado mundial, en el que no sólo se ejerce una intensa presión por parte de los consumidores para obtener artículos de calidad, sino que existe también preocupación por el trato que reciben los trabajadores que elaboran tales productos. Desde el inicio de dichos proyectos, varios compradores internacionales han regresado a Camboya, y se ha registrado asimismo un aumento general de los pedidos.

Soun Ratana, encargado de velar por el cumplimiento de la normativa en una de las fábricas que colaboran con la OIT, cree que los cambios han beneficiado a la actividad empresarial. "Me complace que los compradores sepan de nosotros a través de la OIT. Ahora recibo muchos más pedidos de nuestros productos por correo electrónico."

Hasta la dirección de la fábrica se muestra agradablemente sorprendida por los resultados. "Hay que considerar la cuestión desde dos puntos de vista. En primer lugar, hacemos lo correcto. Tratamos de mejorar su estilo de vida. Por otra parte, si adoptamos una perspectiva estrictamente económica, nuestra productividad se ha elevado", asegura el Director de una de las fábricas participantes en el programa de la OIT.

El Gobierno ha exigido que todas las fábricas que se dedican a la exportación de bienes de Camboya formen parte del proyecto en virtud del cuál las empresas convienen en conceder a los supervisores de la OIT acceso pleno a las instalaciones de los centros de trabajo, con independencia de que la visita se anuncie o no. Los supervisores conversan libremente con representantes sindicales y trabajadores, tanto dentro como fuera de las fábricas, así como con los directivos. Examinan aspectos que van desde los niveles de ruido y temperatura o la retribución de las horas extras, a la utilización de trabajo infantil y las conculcaciones de la libertad sindical.

En los últimos años, se ha avanzado enormemente, y se han registrado mejoras en casi todas las fábricas. El proceso de seguimiento no sólo parece ayudar a empleadores y trabajadores a conseguir un entorno de trabajo más seguro con mejores condiciones de trabajo, sino que ha demostrado además que tales cambios pueden incrementar la productividad e impulsar la credibilidad de las fábricas camboyanas antes los compradores internacionales.

Recientemente, los supervisores han informado al Gobierno de que el trabajo infantil es prácticamente inexistente en las fábricas que participan en el programa. Para un sector que emplea a más de 200.000 trabajadores y genera el 80% de las exportaciones del país, se trata de un logro admirable.

"Normalmente, en nuestra labor de seguimiento nos encontramos con problemas relativos a las condiciones de trabajo y, en ocasiones, ciertos casos de trabajo infantil. Durante nuestras investigaciones en los dos últimos años sólo nos hemos encontrado tres casos de trabajo infantil, que no se consideraron graves. En general, se trata de falsificación de documentos para que los niños puedan trabajar", relata Chea Sophal, Asistente del Programa y Supervisor de Fábricas al servicio de la OIT.

Camboya colabora estrechamente con los organismos y los donantes internacionales para impulsar el desarrollo de estrategias competitivas y hacer frente a la creciente competencia existente en el sector del textil. El país hace frente a importantes retos para el crecimiento, como una educación escasa y un déficit de cualificaciones, especialmente en las áreas rurales asoladas por la pobreza, que adolecen de una falta casi total de infraestructuras básicas.

La solidez de la industria textil, así como el aumento del número de turistas que visiten Camboya, resultarán esenciales para que el país consiga desarrollar un sector privado capaz de crear empleo suficiente para abordar el desequilibrio demográfico que padece. En los próximos diez años, con un 60% de los habitantes del país menores de 20 años de edad, un gran número de personas pasará a formar parte de la población activa.

Para Sok Keng, que ya ha cumplido los 17, la vida ofrece múltiples posibilidades. Actualmente trabaja a tiempo completo en una nueva fábrica que elabora manteles y servilletas para el mercado occidental. Su trabajo, muy solicitado debido a que el salario y las prestaciones son mejores que en otros empleos locales, le permite albergar esperanzas.

A Sok Keng le brillan los ojos al asegurar que, "en el futuro, cuando me case, tendré hijos. Quiero que aprendan otras cosas aparte de coser".