La Agenda de Trabajo Decente - Mirar hacia atrás, mirar hacia delante: un consenso cada vez mayor

Hace diez años, el 15 de junio de 1999, Amartya Sen, ganador del premio Nobel, pronunció un discurso en la 87ª Sesión de la Conferencia Internacional del Trabajo en el que comentó el innovador informe del Director General de la OIT, Juan Somavia, titulado Trabajo decente. El presente artículo presenta algunos extractos del discurso, junto con las opiniones de otros destacados líderes y pensadores sobre el concepto de trabajo decente de la OIT.

GINEBRA, junio de 1999 – Vivimos un momento crucial de la historia de los trabajadores del mundo, porque la primera ola de la globalización está por terminar y podemos empezar a ver un cuadro pormenorizado e integral de los problemas que plantea y las oportunidades que brinda…

Es también un momento histórico para la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en su condición de guardiana de los derechos de los trabajadores dentro del sistema de las Naciones Unidas. Su nuevo Director General, el primero que no procede de un país industrializado, se ha propuesto que la Organización acometa un esfuerzo concertado para procurar trabajo decente a todas las mujeres y los hombres que lo buscan en todo el mundo...

La primera característica importante de este programa visionario de la OIT es que formula un objetivo general: se trata de «promover oportunidades para que los hombres y las mujeres puedan conseguir un trabajo decente y productivo en condiciones de libertad, equidad, seguridad y dignidad humana». Es, sin duda, un objetivo de gran calado, puesto que abarca a todos los trabajadores, sea cual sea el modo y el sector en que trabajen: el trabajo asalariado, por cuenta propia y a domicilio. La OIT se propone actuar frente al hecho terrible de que abunden tanto en el mundo «las personas que trabajan demasiado y las que están desempleadas».

Esta universalidad de cobertura, y esta concepción vasta y global de los objetivos supone una clara alternativa a actuar sólo en interés de algunos grupos de trabajadores... claro está, que la universalidad implica hacer frente a muchas cuestiones difíciles que no tienen por qué surgir si únicamente se atiende a colectividades más restringidas, como la de los trabajadores del sector organizado (dejando fuera al sector no organizado) o la de todos los asalariados (dejando fuera a los trabajadores a domicilio) o, incluso, la de todas las personas que están ocupadas (dejando fuera a los desempleados)... Los trabajadores se dividen en grupos diferentes con sus propios problemas y preocupaciones, y la OIT debe prestar atención simultáneamente a las aspiraciones de todos ellos...

La segunda característica conceptual que debe subrayarse es la idea de los derechos... el marco comienza con reconocer ciertos derechos básicos, legislados o no, como parte de una sociedad decente. Las consecuencias prácticas de este reconocimiento pueden ir más allá de nuevas leyes o de otros tipos de actuaciones sociales, políticas y económicas... Esto está en línea con el planteamiento general de la política práctica basada en los derechos que está extendiéndose cada día más en el ámbito de las Naciones Unidas...

Otra característica de este planteamiento es que sitúa las condiciones de contratación y de trabajo dentro de un amplio marco económico, político y social, que no sólo abarca la legislación y la práctica laborales, sino también, por ejemplo, la necesidad de una sociedad abierta y la promoción del diálogo social. Claro está que las vidas de la población trabajadora se ven directamente afectadas por las normas y los convenios que rigen su trabajo, pero también dependen, en última instancia, de sus libertades como ciudadanos con voz y voto, capaces de influir en las decisiones políticas e institucionales.

De hecho, puede demostrarse que «la protección contra la vulnerabilidad y los sucesos imprevistos» depende en gran medida del trabajo de la participación democrática y del funcionamiento de los alicientes políticos... La seguridad que brinda la democracia quizá no se eche mucho en falta cuando un país tiene la suerte de no sufrir calamidades graves, cuando todo discurre sin tropiezos. Pero el peligro de la inseguridad desatada por un cambio en las circunstancias económicas o de otra índole (o por errores de política no corregidos) puede acechar agazapado a la sombra de un Estado que parece sano... La función protectora de la democracia se echa mucho de menos cuando es más necesaria.

La visión global de la sociedad que informa el planteamiento adoptado por la OIT en favor del trabajo decente brinda un entendimiento más prometedor de cómo tienen que ser las instituciones y las políticas para la consecución de los derechos y aspiraciones de los trabajadores. No basta con ocuparse solamente de la legislación laboral, porque las personas no viven ni trabajan en compartimentos estancos. Los nexos que unen las actuaciones económicas, políticas y sociales pueden ser decisivos para llevar a la práctica los derechos y para conquistar los objetivos generales de trabajo decente y vida digna para la población trabajadora

Pasemos a la cuarta y última característica del planteamiento que estamos comentando Una organización como la OIT ha de ir más allá de las políticas nacionales (sin desdeñar la importancia decisiva de las acciones del gobierno y de la sociedad dentro de una nación), pero es fundamental distinguir entre un planteamiento «internacional» y otro «global» o «universal». Un planteamiento internacional está inevitablemente basado en la relación entre naciones, ya que opera a través de intermediarios de diferentes países y naciones. En cambio, un planteamiento verdaderamente global no tiene por qué ver a los seres humanos sólo (ni siquiera básicamente) como ciudadanos de países concretos, ni aceptar que las interacciones entre ciudadanos de distintos países tengan que ser inevitablemente mediadas a través de las relaciones entre entidades nacionales. Muchas instituciones globales, incluidas aquellas que son capitales en nuestra vida laboral, deben dejar muy atrás los límites de las relaciones «internacionales».

En el análisis que subyace al nuevo rumbo de la OIT se esboza un planteamiento verdaderamente universal. La globalización creciente de la economía mundial exige un enfoque también global de los principios éticos básicos y de los procedimientos políticos y sociales. La propia economía de mercado no es un sistema meramente internacional; sus conexiones globales se extienden más allá de las relaciones entre naciones...

Un planteamiento global, huelga decirlo, es parte del patrimonio del movimiento obrero en la historia de la humanidad. Y, efectivamente, este rico acervo se puede invocar con provecho para vencer los retos que plantea la consecución del trabajo decente en el mundo contemporáneo. Una manera universalista de entender el trabajo y las relaciones laborales se puede hermanar con una tradición de solidaridad y compromiso. Nunca ha sido más necesario que hoy un planteamiento integral de esta índole. El mundo económicamente globalizado, con todas sus oportunidades y todos sus problemas, exige una comprensión también global de la importancia que reviste el trabajo decente y de las múltiples exigencias que entraña en las esferas económica, política y social. Reconocer esa necesidad universal es ya de por sí un comienzo esperanzador.

El trabajo decente se encuentra en el corazón de la paz, porque la paz no consiste en la simple ausencia de destrucción, sino en la tenaz vocación de hacer posible una vida digna para todos los seres humanos.

S. E. Oscar Arias, Presidente de la República de Costa Rica. Discurso ante la Conferencia Internacional del Trabajo, 2006

El trabajo decente es una de las exigencias democráticas que las personas en todo el mundo. La Agenda de Trabajo Decente proporciona una ruta sostenible para salir de la pobreza.

S. E. Ellen Johnson Sirleaf, Presidenta de la República de Liberia. Discurso ante la Conferencia Internacional del Trabajo, 2006

El desarrollo es algo más que acumulación de capital y la mejorada eficiencia de la asignación de recursos; es una transformación de la sociedad. El desarrollo equitativo, perdurable y democrático es consustancial a los derechos fundamentales de los trabajadores, que incluyen la libertad sindical y la negociación colectiva.

Si nosotros, en tanto que comunidad internacional, queremos promover el desarrollo equitativo, perdurable y democrático -un desarrollo que impulse el bienestar de la sociedad y se ajuste a los principios básicos de la justicia social-, tenemos que reformar la arquitectura económica internacional. Tenemos que alzar más la voz frente a las políticas que operan contra los intereses de los trabajadores. Como mínimo, tenemos que señalar las opciones a nuestro alcance, tenemos que insistir en reclamar procesos democráticos para la adopción de decisiones económicas. Hace demasiado tiempo que callamos sobre estas cuestiones, y ello ha tenido consecuencias graves.

Joseph Stiglitz, “Empleo, justicia social y bienestar de la sociedad”, Revista Internacional del Trabajo, vol. 121 (2002), núm. 1-2; y en Trabajar por tiempos mejores: repensar el trabajo en el siglo XXI (Ginebra, OIT, 2007).

El trabajo decente es la mejor, la más poderosa y sostenible garantía, para lograr el desarrollo económico y la cohesión social en todo el mundo. Por eso veo en la Agenda de Trabajo Decente un potencial de movilización e integración para Europa.

José Sócrates, Primer Ministro de Portugal, en su discurso ante el Foro de Lisboa sobre Trabajo Decente para una Globalización Equitativa, octubre de 2007

La lucha por el trabajo decente es en sí misma un valor esencial... Es un problema mundial y, por tanto, internacional y local al mismo tiempo.

La nueva Declaración de la OIT nos recuerda que, por un lado, las normas del trabajo no deben usarse con fines comerciales proteccionistas y, por otro, deja claro que la violación de los principios y derechos fundamentales no puede utilizarse como una ventaja comparativa legítima.

En consecuencia, estamos hablando de un posible avance en la coherencia de la gobernanza mundial al equiparar la justicia social y la eficiencia económica, no sólo como un argumento moral, sino porque es lógico. Es eficaz y es moderno, y sienta las bases para la empresa sostenible. Considero que hay suficientes pruebas para decir que esta ecuación es cierta, y creo que en lo esencial representa el núcleo de un contrato social para el siglo XXI.

Sólo si hacemos más justa la globalización podemos legitimarla, y sólo haciéndola más legítima podemos hacerla sostenible en las sociedades democráticas.

Jonas Gahr Store, Ministro de Asuntos Exteriores de Noruega, en su discurso ante la Conferencia de Oslo, 5 de septiembre de 2008

El concepto de trabajo decente, acordado a escala internacional, facilita el diálogo y la cooperación entre los países en desarrollo, los países industrializados y las economías emergentes, así como el diálogo con los agentes no gubernamentales.

Vladimir Spidla, Comisario de Empleo, Asuntos Sociales e Igualdad de Oportunidades de la UE, interviniendo ante el Foro de Lisboa sobre Trabajo Decente para una Globalización Equitativa, Lisboa, octubre de 2007

Los viejos enfoques y las estrategias obsoletas ya no son adecuados ni eficaces. No queremos que la “Generación del Milenio” y las próximas generaciones acusen a nuestra generación... de no haberles preparado un mundo mejor, de haberles dejado un mundo indecente lleno de lugares de trabajo indecentes... Hagamos que la globalización sea más justa. Hagamos del mundo un lugar mejor para vivir a través del trabajo decente y la vida decente.

Dr. Surin Pitsuwan, Secretario General de la Asociación de las Naciones del Sureste Asiático (ASEAN), en su discurso ante el Foro de Lisboa sobre Trabajo Decente para una Globalización Equitativa, Lisboa, octubre de 2007

Necesitamos aplicar la Agenda de Trabajo Decente de una manera de propia del siglo XXI, necesitamos un planteamiento multisectorial... Necesitamos de hecho un movimiento amplio para hacer que la Agenda de Trabajo Decente sea esencial para conseguir los Objetivos de Desarrollo del Milenio y para alcanzar la justicia social para una globalización justa.

Mary Robinson, Presidenta de Realizing Rights: The Ethical Globalization Initiative, en su discurso ante la Conferencia de Oslo, 5 de septiembre de 2008