Día Mundial contra el Trabajo Infantil

Combatamos el trabajo infantil con educación de calidad

Declaración del Sr. Guy Ryder, Director General de la Organización Internacional del Trabajo, con ocasión del Día Mundial contra el Trabajo Infantil

Declaración | 12 de junio de 2015
Luu Van Tien / OIT
Hay una realidad inaceptable, y esta es que hoy en día millones de niños en todo el mundo, algunos de ellos de tan solo cinco años de edad, siguen trabajando para obtener un sustento para sí mismos y para sus familias. Sin embargo, ha habido progresos, y estos progresos deberían alentarnos a renovar nuestro compromiso con miras a poner fin al trabajo infantil. En este Día Mundial queremos destacar los nexos que existen entre la educación y el trabajo infantil.

Crear tales nexos resulta fundamental para la elaboración de estrategias efectivas que logren romper el ciclo de la pobreza, factor básico —si no único— en la generación del trabajo infantil.

Tal y como están las cosas actualmente, las aspiraciones de muchos padres de que sus hijos tengan una educación decente, y las de los propios niños en el mismo sentido, seguirán siendo sueños irrealizables. Muchas niñas y niños no tienen la posibilidad de ir a la escuela. Algunos tratan de combinar escuela y trabajo pero, con demasiada frecuencia, deben abandonar la escuela mucho antes de tener la edad legal para trabajar y se convierten en niños trabajadores.

La situación se ve hoy en día aún más agravada por la repercusión de los conflictos y las crisis. En las zonas de conflicto, los alumnos y algunas veces los propios maestros han sido víctimas de ataques violentos y de secuestros. No es inusual que se informe de la destrucción de escuelas. La infraestructura de estabilidad y prosperidad se está viendo socavada. Existen diversas circunstancias que fuerzan a las familias a huir de la inseguridad física y económica, cruzando fronteras en búsqueda de una mejor vida. Gran parte de estos flujos migratorios están constituidos por niños, que en ocasiones viajan sin sus padres. Estos viajes son a menudo la puerta de entrada al trabajo y la explotación infantiles.

Sin la debida educación aumentan las probabilidades de que quienes trabajaron de niños no consigan sino empleos mal remunerados e inseguros en su vida adulta, o bien de que estén desempleados. Y la probabilidad de que vivan sumidos en la pobreza y de que sus hijos compartan el mismo destino es grande.

Nos enfrentamos colectivamente al reto de darles a todos los niños la posibilidad de acceder a la educación, a una educación de calidad, y debemos asumir también colectivamente esa responsabilidad. Una educación de segunda categoría no hace sino perpetuar la existencia de ciudadanos de segunda categoría. Todos sabemos que una educación sólida y un buen nivel de docentes es lo que marca la diferencia en la vida y el futuro de los niños y los jóvenes.

La concesión conjunta del Premio Nobel de la Paz a Kailash Satyarthi y Malala Yousafzai en 2014 fue un símbolo indiscutible de la estrecha conexión que existe entre el derecho a no estar sometidos al trabajo infantil y el derecho de todas las niñas y todos los niños a la educación. Su valentía, su perseverancia y su visión deberían alentarnos a todos a redoblar nuestros esfuerzos.

En última instancia, para que en el futuro deje de existir el trabajo infantil se necesitan políticas de desarrollo inclusivas, que integren el trabajo decente para los adultos, los pisos de protección social y unos sistemas educativos sólidos. Si contamos con voluntad y determinación políticas en todos los niveles de desarrollo podemos fijar prioridades, decidir las políticas y adoptar medidas integradas. La agenda de desarrollo post 2015 y la acción en los planos mundial, regional y nacional se enfrentan al importante desafío de lograr un cambio sostenible y significativo.

La Organización Internacional del Trabajo y sus mandantes gubernamentales, empleadores y trabajadores han estado a la vanguardia de la lucha contra el trabajo infantil durante prácticamente un siglo. Seguimos comprometidos a colaborar a nivel nacional e internacional, así como con el sistema multilateral, a fin de que el derecho de los niños a la educación y la eliminación del trabajo infantil, y su corolario, la dignidad que ofrece el trabajo decente a los adultos, se vuelvan una realidad.