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El auge de las actividades de aprendizaje y desarrollo de competencias en línea pone de manifiesto tendencias alentadoras, pero también signos inquietantes

La pandemia del COVID-19 ha impulsado enormemente las actividades de aprendizaje y formación en línea, a raíz del confinamiento obligatorio de millones de persona en su hogar. Ello ha puesto de manifiesto oportunidades y retos.

Opinión | 12 de mayo de 2020
Jeannette Sanchez, Responsable de Comunicación, Departamento de Política de Empleo
La pandemia del COVID-19 ha propiciado una rápida transición a las actividades de enseñanza, formación y aprendizaje electrónico a distancia. La crisis ha fomentado ampliamente la utilización de plataformas y herramientas en línea para seguir facilitando el aprendizaje y el desarrollo de competencias, lo que ha puesto de manifiesto tendencias alentadoras, pero también signos inquietantes.

Entre esos signos inquietantes cabe destacar el hecho de que, pese a los esfuerzos desplegados para que el aprendizaje digital facilite un acceso más equitativo a las plataformas en línea, ello no siempre redunda en un aprendizaje de calidad en pie de igualdad. Por ejemplo, las mujeres han quedado excluidas de forma desproporcional de las actividades de aprendizaje a distancia por falta de servicios de guardería o de asistencia a domicilio durante la pandemia.

Esa fue una de las principales conclusiones extraídas en el marco de un ciberdebate, "Continuar el aprendizaje y el desarrollo de competencias en línea en tiempos de la crisis del COVID-19", que organizó recientemente el Servicio de Conocimientos Teóricos y Prácticos y Empleabilidad de la OIT a través de su Plataforma Mundial de Intercambio de Conocimientos sobre Competencias Profesionales para el Empleo.

Dicho debate virtual reunió durante más de dos semanas a una gran cantidad de expertos, representantes de instituciones de formación y encargados de la formulación de políticas de todo el mundo que intercambiaron experiencias sobre los efectos de la pandemia, destacaron los retos que han surgido en las esferas de la enseñanza y la formación y propusieron soluciones para superarlos.

© michael_swan
Entre esos retos cabe destacar la impartición de cursos en línea por instructores insuficientemente formados o preparados; la dificultad para adaptar los planes de estudio y las actividades de formación EFTP (educación y formación técnica y profesional) a formatos en línea; la falta de acceso a Internet y a equipos de TIC (tecnologías de la información y comunicaciones) para facilitar la enseñanza y la formación; la dificultad para evaluar a aprendices, aunque estos estén listos para ello, como consecuencia del COVID-19; y, por último, la incapacidad de los alumnos para acceder a recursos que les permitan proseguir su formación por no estar familiarizados con la utilización de plataformas en línea.

Pese a esas dificultades, los alumnos, aprendices, proveedores de servicios EFTP y los encargados de la formulación de políticas están promoviendo los profundos cambios que se necesitan para facilitar el aprendizaje y la adquisición de competencias en períodos de crisis.

En Uruguay, por ejemplo, el INEFOP (Instituto Nacional de Empleo y Formación Profesional), elaboró un plan de contingencia para recabar propuestas de instituciones interesadas en trabajar mediante cursos a distancia o con presencia parcial. Sobre esa base, se elaboró un cuadro de trabajo con el fin de analizar la metodología necesaria para adaptar los cursos presenciales a formatos en línea.

En Bangladesh, en el marco del proyecto Skill 21, iniciativa conjunta del Gobierno de dicho país y la OIT, se está desarrollando un campus electrónico que constituirá la primera plataforma de gestión del aprendizaje en línea para el sector EFTP de ese país.

En Inglaterra, el Organismo de financiación de la enseñanza y el desarrollo de competencias (ESFA) ha tomado medidas para garantizar, en la medida de lo posible, que los aprendices puedan proseguir y concluir sus programas de aprendizaje aun si tuvieran que interrumpirlos como consecuencia del COVID-19.

Por otro lado, están surgiendo nuevas formas de asociación. En Siria, por ejemplo, se ha adaptado una asociación establecida con el IECD, organismo de asistencia para el desarrollo, para fomentar el aprendizaje electrónico y elaborar vídeos sobre recientes programas de formación en los sectores de la construcción, la agricultura y la fabricación.

Las competencias cuya adquisición y desarrollo facilitan los programas de aprendizaje a distancia utilizados durante esta pandemia podrían transformar en el futuro el panorama profesional de la próxima generación.

A corto plazo, cabe considerar las "nuevas" competencias que necesitarán las empresas y los empleadores cuando concluya la pandemia del COVID-19 para facilitar el regreso de las personas a su trabajo. A tal efecto, podría ser necesario organizar programas de formación de corta duración o impulsar la adquisición de competencias específicas. A largo plazo, podría generalizarse la contratación de trabajadores que realicen su labor a distancia.

Algo parece claro: atribuir mayor relevancia a la enseñanza no institucionalizada en el marco de las actividades de aprendizaje permanente con objeto de facilitar la validación de competencias será primordial cuando termine esta crisis.

Por Jeannette Sanchez, Responsable de Comunicación, Departamento de Política de Empleo

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