Esta historia fue escrita por la Sala de Noticias de la OIT. Para ver las declaraciones y discursos oficiales de la OIT, por favor visite nuestra sección "Declaraciones y Discursos".

Día Internacional del Recuerdo de la Trata de Esclavos y de su Abolición Prisioneros invisibles: trata y explotación de los inmigrantes chinos en Francia

Según un estudio realizado por la OIT, hay en Francia unos 50.000 chinos clandestinos que constituyen una presa fácil para la explotación mediante el trabajo forzoso. Con los profundos cambios económicos y sociales registrados en China, en los diez últimos años el movimiento no ha hecho más que ampliarse; hoy día deben de ser ya 6.000 más al año en llegar a París y a la región parisiense. Víctimas de la trata y al término de un viaje peligroso por países de tránsito donde quedan expuestos al racket, actos de violencia y a veces a la muerte, los migrantes acaban entrando inexorablemente en una economía étnica paralela de la que luego quedan presos durante años, esencialmente en el sector de la confección y la restauración. En este informe se refleja precisamente, tras una investigación realizada en estrecha colaboración con las autoridades francesas, el relato que los propios migrantes chinos dieron de esta vida inhumana e invisible.

Artículo | 18 de agosto de 2005

PARIS - El Sr. Guo, natural de la provincia china de Zhejiang, llegó clandestinamente a Francia con la ayuda de un pasador. Primero encontró trabajo en un taller de confección, según nos cuenta en el estudio que la OIT acaba de publicar sobre la trata y la explotación de los inmigrantes chinos en Francia. Después, tras realizar un aprendizaje no retribuido para aprender a coser, ya no aguantó más trabajar encerrado de las 8 de la mañana a las 3 de la madrugada siguiente en el taller que compartía con otros dos condiscípulos. Al comprobar que su salud se degradaba decidió buscarse otro patrono.

Aunque hoy en día trabaja en un restaurante fregando la vajilla, su situación no ha mejorado. "Trabajo 12 horas al día y seis días por semana, por un salario de 300 euros al mes. Como y duermo en el restaurante. Es para mí como vivir condenado a la pena capital. Tengo las manos completamente destrozadas y todavía debo 9.000 euros". Salido voluntariamente de China en busca de una vida mejor, el Sr. Guo se halla, al igual que los miles de inmigrantes clandestinos chinos que hay en Francia, atrapado en el mecanismo del trabajo forzoso.

Como el Sr. Guo, un 75 por ciento de los chinos que entraron ilegalmente en Francia tienen contraída con su pasador una deuda de entre 12.000 y 20.000 euros.

Según explica la Sra. Gao Yun, jurista en la OIT y coautora del informe, "las más de las veces el pasador confisca los documentos de identidad de estos inmigrantes y se los entrega a sus empleadores que, a su vez, abonan el salario directamente al pasador para que se cobre su crédito. Una vez atrapados de esta suerte, los inmigrantes tardarán entre dos y diez años en saldar sus deudas, y así entran en una red étnica de economía subterránea de difuminados contornos. Ellos mismos procuran pasar inadvertidos, temerosos de que se les detenga".

En los talleres de confección y los restaurantes del barrio chino de París son frecuentes las jornadas de 15 a 18 horas por un retribución de entre 300 a 500 euros, un 40 por ciento de la cual queda confiscado por los patronos, que incluso después de haberse cobrado su crédito chantajean a estos inmigrantes con la amenaza de despedirles si no aceptan las condiciones de trabajo que les imponen. A lo arduo de estas tareas hay que sumar el aislamiento en que viven. En el estudio se apunta en efecto que los migrantes piden poca asistencia a la sociedad de acogida. Los inspectores del trabajo observan que, contrariamente a los migrantes de las demás nacionalidades, los chinos no les someten casi nunca quejas respecto de sus condiciones de trabajo. Quizá ello se deba en parte a la barrera lingüística, pero desde luego también influye el temor de estos migrantes a ser interpelados y a verse obligados a volver a China.

En esa situación se encuentra precisamente el Sr. Li, que trabaja en la región parisiense con su mujer, cosiendo a máquina toda la noche encerrado en una habitación de 10 m cuadrados donde unas tablas de madera fijas a la pared hacen las veces de cama. El Sr. Li guarda unas cuantas botellas de vino para regalar a los vecinos con el fin de que no les denuncien a la policía por el ruido nocturno de las máquinas. Ultimo eslabón de la subcontratación, el Sr. Li va a buscar la ropa ya cortada para coserla en su casa, sin tregua. Su hija no está matriculada en ninguna escuela al opinar la familia que para ello necesita papeles en regla. Para que la niña no esté respirando constantemente el polvo de los tejidos, sus padres se la confían a una señora durante el día.

Al igual que los empleadores del sector de la confección, también los patronos de los restaurantes han aprendido a burlar los controles favoreciendo el trabajo a domicilio. Gracias a los talleres de fabricación de ravioli chinos "caseros", los restauradores pueden organizarse para cumplir con sus obligaciones sociales y tributarias. En el estudio de la OIT se relata que, según fuentes generales de información, en estos talleres también se confeccionan pinchos de pescado y sushis para los restaurantes japoneses de París, un 90 por ciento de los cuales son administrados por nacionales chinos.

Según explica un inspector, "las condiciones de trabajo son terribles. En pequeños apartamentos donde se fabrica un número impresionante de piezas al día en condiciones de higiene y conservación deplorables. Este trabajo se realiza sin duda alguna en condiciones de explotación, ya que los restauradores compran cada raviol por 50 céntimos de euro y luego lo venden en sus establecimientos por un precio mínimo de 3 euros".

También el servicio doméstico escapa a la Inspección del Trabajo. Las mujeres del Norte de China contratadas para realizar esas tareas viven en condiciones extremadamente precarias. Están desnutridas, hospedadas en condiciones indignas y a disposición de su patrono 24 horas al día, a cambio de una retribución equivalente a la mitad del salario mínimo que les correspondería cobrar. Algunas de ellas acaban prostituyéndose.

¿Qué se puede hacer para dar al traste con estas prácticas?

Si bien el Código Penal francés no menciona el trabajo forzoso como tal, dos de sus disposiciones son aplicables a este supuesto de hecho: se trata concretamente de los artículos por los que se sanciona la ausencia de retribución, o su inexistencia, de los trabajos realizados por personas vulnerables o dependientes, y se castiga la sumisión de una persona vulnerable o dependiente a condiciones de trabajo o alojamiento indignas (artículos 225 13 y 225 14). No obstante, entre 1994 y 2003 sólo se registraron por este concepto 114 casos de condena. En lo que respecta a la trata de seres humanos, la adopción del Protocolo de Palermo permitió tipificarla en el Código Penal francés (artículo 225 4 1) en marzo de 2003. Por ahora, en Francia no se ha pronunciado condena alguna por esta causa.

En el estudio se formulan varias recomendaciones y principalmente la de fomentar la colaboración transfronteriza, la cooperación entre los interlocutores del mercado de trabajo, los inspectores del trabajo y los servicios responsables de velar por la aplicación de la ley.

Según subraya el Sr. Roger Plant, responsable del Programa Especial de Acción de la OIT para Combatir el Trabajo Forzoso, "es capital que sobre estos temas haya un diálogo entre la comunidad china de negocios presente en Francia, las organizaciones francesas y las organizaciones de trabajadores de ambos países". El autor de estas palabras concluye, finalmente, "albergamos la esperanza de que el informe y las observaciones formuladas en él permitan propiciar una cooperación más intensa, de suerte que, en vez de favorecer unas formas de explotación inaceptables como lo es el trabajo forzoso, este tipo de migración represente una fuente de enriquecimiento tanto para los países de destino como para los propios migrantes. Estoy convencido de que ello es factible".

En cumplimiento del Programa Especial de Acción para Combatir el Trabajo Forzoso se han emprendido investigaciones análogas en varios países de origen, paso y destino de migrantes, principalmente en Alemania, Japón, la República de Moldova, el Reino Unido y la Federación de Rusia.


Nota 1 - Yun, Gao y Poisson, Véronique: Le trafic et l'exploitation des immigrants chinois en France, Programa Especial de Acción para Combatir el Trabajo Forzoso, OIT, Ginebra, 2005.