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Op-Ed

Un camino alternativo para recuperarse de la crisis – El crecimiento a través del empleo decente

Portugal ha sido testigo de una notable recuperación de su economía y del mercado laboral, lo que ha generado una considerable cantidad de puestos de trabajo. La experiencia del país demuestra que existen alternativas a la consolidación fiscal, además de las políticas de “austeridad” que se centran en la reducción de los déficits gubernamentales y la acumulación de deuda. Las autoridades de otros países podrían aprender del caso de Portugal.

Opinión | 16 de octubre de 2018
Por Guy Ryder, Director General de la Organización Internacional del Trabajo

Portugal ha logrado reincorporar a 500.000 trabajadores en el mercado laboral desde el momento más crítico de la crisis económica y financiera que afectó a personas en todo el mundo. Redujo la tasa de desempleo de 17,5 por ciento en enero 2013 a solo 6,7 por ciento en el segundo trimestre de 2018.

Si bien el país ha adoptado muchas de las políticas de consolidación fiscal y de ajustes estructurales impuestas por las instituciones internacionales, su combinación única y equilibrada de políticas ha permitido consolidar la recuperación y hacerla sostenible. Esta combinación incluyó un fuerte apoyo a los desempleados, el aumento del salario mínimo, la protección de los derechos de los trabajadores y la consulta con los interlocutores sociales.

Desde que asumí el cargo de Director General de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en octubre 2012, la economía mundial se ha recuperado lentamente de la más profunda recesión en casi cien años. Estos últimos años se han caracterizado por un crecimiento negativo en muchos países, débil en otros, y una recuperación lenta. Con el inicio de la crisis financiera mundial en 2007, muchos gobiernos estuvieron dispuestos a apoyar el sector privado rápidamente con planes de rescates, a fin de contener los riesgos sistémicos para la economía inducidos por las acciones de las instituciones financieras y de seguros. En Europa, a esta crisis le siguió una crisis de la deuda soberana que afectó de manera particular a algunos Estados miembros de la zona del euro.

Frente a la ansiedad y volatilidad de los mercados financieros, diversos países de la zona del euro solicitaron la ayuda de las instituciones europeas e internacionales a fin de garantizar la financiación de sus deudas. A cambio de este apoyo financiero, los países tenían que adoptar programas de ajuste estructural rigurosos que exigían una rápida consolidación fiscal y cambios legislativos, que con frecuencia tuvieron efectos negativos sobre los trabajadores.

La OIT ha instado a adoptar objetivos económicos más amplios, que vayan más allá de los coeficientes de deudas y los déficits por cuenta corriente. Apoyamos una recuperación “productiva” basada en las inversiones, el empleo y la protección social – combinada a políticas macroeconómicas favorables – para generar un crecimiento equitativo e intensivo en empleo.

El informe de la OIT, Decent Work in Portugal 2008-18 – from crisis to recovery (Trabajo decente en Portugal: de la crisis a la recuperación), que presentaré en Lisboa el 16 de octubre, junto al Primer ministro Antonio Costa, demuestra que un enfoque equilibrado puede producir resultados. Este informe confirma la idea defendida por cada vez más expertos según la cual el tratamiento prescrito por los programas de ajuste estructural tiene limitaciones que, en algunos casos, hasta pueden frenar la recuperación y hacer que los ajustes sean más dolorosos.

El estudio pone en duda la opinión general de que se puede acelerar los ajustes y recuperar la competitividad internacional con rapidez simplemente a través de la reducción de los costos del trabajo y la flexibilización de los mercados laborales. Naturalmente, las políticas que mejoran el clima empresarial y el acceso a las finanzas fueron cruciales para sostener el fuerte crecimiento de las exportaciones en Portugal. Pero la rápida reintegración de los que perdieron el empleo en el mercado laboral, el mantenimiento del salario mínimo para apoyar el ingreso y la demanda interna, así como las inversiones en el desarrollo de las competencias también desempeñaron un papel decisivo en el proceso de recuperación.

Paralelamente, la protección relativamente fuerte del empleo de los trabajadores no parece haber obstaculizado la recuperación. Los resultados de nuestra investigación ponen en tela de juicio la idea de que una mayor flexibilidad del mercado laboral es el único camino a seguir.

En último lugar pero no menos importante, el estudio muestra que el diálogo social entre el gobierno, los empleadores y los trabajadores es esencial para una recuperación económica exitosa, ya que las políticas resultantes se basan en un acuerdo social más amplio. El diálogo social resaltó los costos sociales de la consolidación fiscal y la importancia de apoyar los salarios y los ingresos para estimular el crecimiento económico. Esto contribuyó a crear una respuesta nacional única y a obtener el apoyo de los principales actores de la economía, en particular de los interlocutores sociales.

Esto no significa que Portugal debe dormirse en los laureles. Todavía hay un número de trabajadores precarios significativamente más alto que antes de la crisis y, en especial, los jóvenes y los desempleados de larga duración siguen teniendo dificultades para encontrar empleos decentes. La deuda externa del país sigue siendo alta. Sin embargo, este informe muestra que es posible mantener una política fiscal responsable y dinámica, reducir progresivamente la deuda y, a la vez, mejorar el rendimiento del mercado laboral a través de gastos específicos, y garantizar una adecuada protección del empleo y del ingreso.

Los responsables de la toma de decisiones del mundo deberían preguntarse a servicio de quién debería estar la economía en última instancia. Si bien en Portugal persisten algunos desafíos relativos a la calidad y la sostenibilidad de los empleos, la experiencia del país constituye un excelente ejemplo de una respuesta alternativa a la crisis financiera y de la deuda soberana, que pone a las personas al centro de las políticas. Aporta enseñanzas que son pertinentes para los países en todo el planeta.

Lo que nos enseña la experiencia portuguesa es que es necesario incorporar al debate una variedad mucho más amplia de consideraciones políticas. Un crecimiento económico sin empleos decentes debilitará la cohesión social y, finalmente, el crecimiento mismo. Abarcar las diversas dimensiones de los objetivos de desarrollo sostenible es un imperativo de nuestro tiempo. Portugal es un caso ilustrativo, nos enseña que es necesario buscar la combinación acertada de políticas macroeconómicas, de empleo y formación a fin de garantizar un futuro sostenible para todos.

Este artículo se publicó el 14 de octubre en Diario de Noticias.