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Nuestro impacto, sus historias

Jóvenes aprendices escapan del trabajo forzoso en Mato Grosso

El proyecto “Acción Integrada” garantiza el acceso a la formación profesional a las personas que trabajan en condiciones análogas a la esclavitud, para proporcionarles la oportunidad de una vida digna.

Reportaje | 3 de agosto de 2016
CUIABÁ, Brasil (OIT Noticias) – Jeferson no sabía leer. Cuando iba a otro pueblo, tenía que preguntar a un transeúnte al llegar a un cruce, pues no entendía ni siquiera los carteles y las señales. Pero desde hace poco, su vida cambió radicalmente.

Jeferson
“Al empezar en este proyecto, trabajaba de siete a cinco, y de cinco a siete de la tarde estudiaba. En esas dos horas de estudio aprendí muchas cosas, de todo un poco. Me cualifiqué como auxiliar administrativo. Compré un terreno y una moto, todo gracias a esta oportunidad de trabajar con este proyecto. Tener la oportunidad de ser alfabetizado, leer y escribir… mi vida cambió”, contó Jeferson.

El proyecto Acción Integrada (Ação Integrada) se desarrolla desde 2009 en la región brasileña de Mato Grosso con el apoyo técnico e institucional de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). El programa ofrece una formación profesional que dura entre dos y seis meses y está dirigido a las personas que se encuentran en situación de riesgo o que han sido rescatados de condiciones análogas a la esclavitud.

Según Antonio Mello, oficial de proyecto de la OIT que apoya “Acción Integrada”, cuatro de cada cinco participantes no saben leer ni escribir. “Normalmente son hombres jóvenes del ámbito rural que caen en el ciclo vicioso del trabajo forzado durante su infancia.”

Siempre es genial tener una cualificación y poder acceder a un trabajo garantizado en estos días."

Wellington Leopice Diogo, de 23 años, participó en el proyecto junto a su hermano, para buscar una alternativa de vida. El joven dice que fue obligado a trabajar a los 11 años de edad para ayudar a sus padres. Está contento con el diploma que acaba de obtener, cree que muchas puertas se abrirán. "Siempre es genial tener una cualificación y poder acceder a un trabajo garantizado en estos días.”

Acción Integrada tiene como objetivo garantizar a personas como Wellington y Jeferson el acceso a la educación y la formación profesional para romper el ciclo de explotación de mano de obra esclava, proporcionando a las víctimas y a las personas vulnerables la oportunidad de una vida digna.

Estas personas reciben atención psicosocial, educación básica, capacitación profesional y asesoramiento sobre las políticas gubernamentales de desarrollo social, la educación y la salud de las cuales se pueden beneficiar.

El puente entre las personas y el trabajo decente pasa por la formación

La educación técnico-profesional que reciben los jóvenes aprendices beneficiarios del proyecto incluye formación en materia de gestión empresarial, ciudadanía, así como conocimientos de informática, salud y la seguridad laboral, primeros auxilios, y sobre los derechos y deberes laborales.

Al final del período de formación el programa ofrece oportunidades de trabajo en empresas de diversos sectores de la economía, como la agricultura y la construcción. Antonio Mello explica que el objetivo es que estas ofertas de trabajo sean cerca de las comunidades donde ya residen los beneficiarios. Para la segunda mitad de este año el objetivo es colocar al menos 160 personas en el trabajo decente a través del programa.

Los beneficiarios son normalmente identificados a partir del cruce de bases de datos e información adicional proporcionada por los Secretariados de Desarrollo Social y los Centros de Referencia de Asistencia Social. A partir de estos datos, se elabora un enfoque poblacional para identificar al “público objetivo” del proyecto: las personas vulnerables de ser explotadas en un trabajo de condiciones análogas a la esclavitud.

Los participantes informan de sus aspiraciones profesionales y, en base a sus preferencias, los organizadores seleccionan y coordinan a las empresas participantes. "Damos este apoyo con el fin de evitar que estos trabajadores acaben siendo víctimas de trabajo degradante y tengan que ser rescatados en el futuro", señala Mello. Algunos de los cursos que se ofrecen son de albañilería, mecanización agrícola o construcción civil.

De acuerdo con Thiago Gurjão, procurador del Ministerio de Trabajo Público de Brasil, se trata de un “puente entre las personas que quieren tener una oportunidad de trabajo decente con las empresas que quieren ofrecer esa oportunidad”.

El reconocimiento institucional, clave en la lucha

La otra faceta del programa es la integración de las acciones que ya existen y están previstas por la ley, coordinando los esfuerzos de las distintas instituciones implicadas.

Gurjão apunta que "el proyecto surgió de un esfuerzo de varias instituciones que se dedican a la lucha contra el trabajo esclavo para tratar de ofrecer alternativas de emergencia, en particular en relación con la prevención y la asistencia a las víctimas".

En 1995 el Estado brasileño reconoció la existencia del trabajo forzoso y adoptó una legislación y políticas de acción para combatirlo. Como consecuencia, el Ministerio de Trabajo de Brasil fundó el mismo año el Grupo Especial de Inspección Móvil, así como el Grupo Ejecutivo para Combatir el Trabajo Forzoso, los cuales hasta 2015 han conseguido rescatar a 49.816 personas.

En 2003 se puso en marcha el Plan Nacional para la Erradicación del Trabajo Esclavo (como se denomina en Brasil al trabajo forzoso). La Comisión Nacional para la Erradicación del Trabajo Esclavo fue creada para el seguimiento de la aplicación del Plan, con la participación de instituciones de la sociedad civil.

El perfil de los trabajadores liberados gracias a las estrategias del gobierno brasileño coincide con el perfil de los beneficiarios de Acción Integrada. La gran mayoría de estas personas son hombres (95 por ciento) y jóvenes (un 83 por ciento tiene entre 18 y 44 años). Un 33 por ciento son analfabetos, y un 39 por ciento sólo ha estudiado hasta el quinto curso de educación primaria.

Suelen ser migrantes internos o externos que abandonan sus hogares, buscando nuevas oportunidades o bien engañados por falsas promesas. Normalmente sus destinos son regiones donde los sectores de la agricultura y la ganadería están en expansión o grandes centros urbanos.

Entre 2003 y 2014, un 30 por ciento de ellos fueron rescatados del trabajo ganadero, un 25 por ciento del cultivo de la caña de azúcar, un 19 por ciento de otros sectores agrícolas y un 8 por ciento de la minería del carbón.

Historias de éxito

En Brasil hemos podido comprobar que sí es posible abordar los desafíos para ofrecer más y mejores oportunidades laborales y para luchar contra formas inaceptables de trabajo, como el trabajo forzoso o el trabajo infantil."

Guy Ryder, Director General de la OIT
El Director General de la OIT, Guy Ryder, viajó a Mato Grosso en octubre del 2013 y visitó la sede de Acción Integrada. Allí tuvo la oportunidad de conocer y conversar con beneficiarios del programa que efectivamente consiguieron incorporarse al mercado de trabajo formal.

"En Brasil hemos podido comprobar que sí es posible abordar los desafíos para ofrecer más y mejores oportunidades laborales y para luchar contra formas inaceptables de trabajo, como el trabajo forzoso o el trabajo infantil", dijo Ryder.

El Director General destacó la importancia de replicar experiencias como la de Acción Integrada. "Podemos elaborar otros programas en otros lugares para ayudar a millones de personas que aún no logran salir del trabajo infantil y el trabajo forzoso y que no tienen acceso a un empleo decente", agregó.

Geraldo
El éxito de Acción Integrada son las más de 700 personas que se han atendido desde 2009 hasta el día de hoy.

Geraldo José da Silva es una de esas personas que cuenta con su propia historia de éxito. “Yo estaba trabajando cuando llegó un muchacho diciendo que estaban reclutando personas para un proyecto de Arena Pantanal de seis meses, y que da derecho a hacer un curso de construcción civil. Entré como estudiante y cobraba el salario mínimo. Cobraba todos los meses, alojamiento, comida adecuada, todo digno… Cuando salí, tenía una profesión y un salario de R$2500 ($770) mensuales. Todo lo que tengo en casa fue construido con mucho trabajo, gracias al dinero que gané con el proyecto.”

Después Geraldo se volvió un agricultor familiar y, además, inició su propio negocio en casa. Y, afortunadamente, la historia de éxito de Geraldo es una de muchas.

Todas las fotos: © Antonio Rodrigues