Esta historia fue escrita por la Sala de Noticias de la OIT. Para ver las declaraciones y discursos oficiales de la OIT, por favor visite nuestra sección "Declaraciones y Discursos".

Nadie debería trabajar en estas condiciones

No al maltrato de los trabajadores domésticos en Asia

De los más de 52 milliones de trabajadores domésticos en el mundo, inlcuyendo 21 millones en Asia y el Pacífico, sólo una minoría está cubierta por las leyes laborales. Esto los vuelve vulnerables al abuso y la explotación. La periodista Karen Emmons y el fotógrafo Steve McCurry colaboraron en un proyecto llamado “Nadie debería trabajar en estas condiciones”. El objetivo: documentar algunos de los abusos a los que se enfrentan los trabajadores domésticos en Asia y el Pacífico.

Reportaje | 22 de diciembre de 2014
BANGKOK (Noticias de la OIT) – Durante dos años he recorrido Asia con el fotógrafo Steve McCurry para documentar los abusos que padecen algunos trabajadores domésticos en los hogares de sus empleadores, tanto en su propio país como en el exterior.

Encontramos casos de trabajo infantil, trabajo forzoso, trata de seres humanos, abuso sexual, hambre, horas de trabajo excesivas, poca o ninguna remuneración y restricción de la libertad de circulación y de comunicación. Hablamos con trabajadores que habían sido golpeados con ollas, escobas, bastones y tubos de metal. Nos contaron de mujeres que regresaban a sus hogares en coma o en un ataúd.

Las víctimas eran mujeres y hombres, jóvenes y ancianos, instruidos y analfabetas (y las personas que los maltrataban también eran diferentes: mujeres y hombres, ricos y de clase media, jóvenes y ancianos). Lo que los unía era una combinación nociva de desesperación, miseria y falta de protección legal. En la mayoría de los países, los trabajadores domésticos no están protegidos por las leyes del trabajo, y en otros, son considerados simplemente como una forma de 'propiedad'.

En Arabia Saudita, conocimos a una mujer nepalesa que perdió la vista a causa de las repetidas palizas que le daba su empleadora quien además le restregaba las heces en el rostro. En Malasia, una mujer indonesia tenía la espalda marcada – con la forma de las alas de un ángel, como una imagen surrealista – por las quemaduras de agua hirviendo que su empleador le echaba. Intenté contar las cicatrices en el cuerpo de otra mujer indonesia pero dejé de contar cuando llegué a 20.

© Steve McCurry
En Nepal, entrevistamos a una mujer embarazada que, cuando le dijo a su empleadora en Omán que su esposo policía la había violado, fue encarcelada durante cinco meses por seducción. Embarazada, se escondía de su familia porque temía que la abandonaran. Otra mujer nepalesa, contratada por una familia de Kuwait para cuidar a sus 13 hijos, fue golpeada porque se rehusó a trabajar en el burdel de la familia.

En un centro de acogida de Hong Kong, una mujer indonesia me describió la manera en que su empleadora le hablaba. “Ven aquí, perra. Eres una estúpida. Eres una perra. Sirvienta, ven aquí.” En el mismo centro una compatriota me contó que, a causa de la escasa comida, perdió más de 14 kilos, hasta que finalmente un día se escapó.

Una mujer filipina refirió que tenía que dormir sobre la lavadora, se reía nerviosamente mientras explicaba que su empleador lavaba la ropa de noche, así que ella tenía que tratar de dormir mientras la máquina vibraba y se sacudía. ¿Qué podía hacer? En Hong Kong, uno de los pocos lugares en el mundo cuya legislación actualmente abarca los trabajadores domésticos, la ley impone que los trabajadores vivan con sus empleadores, aún cuando su 'habitación' sea un armario, un hueco de la escalera, un baño – o la parte superior de una lavadora.

Si te pego y te mato, nadie lo sabrá."

No es sólo una cuestión de empleadores malvados y de leyes inadecuadas. Los agentes de contratación también son responsables de estos abusos. En Hong Kong, fotografiamos a una mujer indonesia cuyo empleador le dijo: “Si te pego y te mato, nadie lo sabrá.” La agencia de contratación respondió ofreciéndole un aumento de salario para que se quedara. Cuando rehusó, la agencia colocó a una nueva empleada en ese hogar. Cuando también ella abandonó el empleo, otra agencia envió una nueva criada indonesia, Erwiana Sulistyaningsih, cuyos ocho meses de atroces maltratos ocuparon los titulares de la prensa internacional y resultó en cargos penales contra su empleadora.

Otra mujer indonesiana que conocimos se había escapado a Malasia a causa de los golpes que le daba su joven empleador. Ella perdió un diente cuando él le lanzó un zapato porque había calentado la sopa “equivocada” y su oreja está definitivamente deformada de tanto que se la torcía. Sin embargo, la policía la llevó de vuelta, y su agencia de contratación la amenazó con emprender una acción legal si intentaba escapar de nuevo. Ella está considerando, con disgusto, ir de nuevo a trabajar en el extranjero porque su esposo no encuentra trabajo. Estas experiencias no son tan raras.

La OIT, que financió nuestro proyecto fotográfico, estima que hay más de 52 millones de trabajadores domésticos en el mundo. Aún si sólo un porcentaje mínimo de ellos padece la impactante crueldad o las acciones criminales que encontramos, es probable que represente un gran número de personas.

Sin duda, muchos trabajadores domésticos tienen experiencias positivas. Seguramente existen en todos los países empleadores que tratan correctamente a sus empleados domésticos. Pero nosotros queremos que los que cometen abusos sepan que lo que sucede detrás de sus puertas cerradas no puede mantenerse oculto.

Steve McCurry y yo quisimos que el público en general viese las cicatrices que estos maltratos dejan en las vidas y en los cuerpos de las personas. Steve, quien hizo la foto “la muchacha afgana” publicada en la portada de National Geographic, sabe cómo los retratos pueden representar un problema, para hacer que el cambio se convierta en una necesidad imperiosa e inevitable. Juntos, quisimos apoyar la campaña para que los trabajadores domésticos disfruten de la misma protección de la legislación laboral que los otros trabajadores.

En 2011, entró en vigor un nuevo Convenio de la OIT que protege específicamente los derechos de los trabajadores domésticos. Hasta el momento, ha sido ratificado sólo por 16 países, sólo uno (Filipinas) en la región de Asia y el Pacífico y ninguno en el Oriente Medio. Ratificar el Convenio núm. 189 es importante, no sólo porque obliga a los gobiernos a poner en conformidad su legislación nacional y sus sistemas de aplicación, sino también porque esto envía a las sociedades el mensaje de que los trabajadores domésticos tienen los mismos derechos que los otros trabajadores.

Nadie debería trabajar en las condiciones de las personas que fotografiamos.