Esta historia fue escrita por la Sala de Noticias de la OIT. Para ver las declaraciones y discursos oficiales de la OIT, por favor visite nuestra sección "Declaraciones y Discursos".

Un pionero de la cooperación técnica

Cuando trabajaba orillas del nenúfar blanco

A lo largo de los últimos 100 años, personas extraordinarias han trabajado para la OIT. Una de ellas fue Peter Goullart quien, durante los años 1950, contribuyó a crear cooperativas en diversos países de Asia. Él contó su experiencia en un libro, “River of the white Lily” (A orillas del nenúfar blanco), publicado en 1965.

Reportaje | 24 de diciembre de 2018
Después de la Segunda Guerra Mundial, con la incorporación de nuevos países a la Organización, las consultas a la OIT no se limitaron a las normas y los principios sino que abarcaron un campo más amplio de cooperación técnica. Las demandas de asistencia en el terreno se multiplicaron, sobre todo por parte de las economías en desarrollo. La expansión hacia nuevos campos de operaciones planteó nuevos desafíos a la Organización, buscó nuevos empleados con competencias más amplias y diversas.

Peter Goullart fue uno de los nuevos contratados. Había crecido en Moscú y París, huyó de dos revoluciones (en Rusia y China), hablaba ruso, inglés, francés y diversos dialectos chinos. Gracias a su experiencia con las cooperativas industriales a los pies del Himalaya en China, fue contratado por la OIT en 1955 para contribuir a crear sociedades cooperativas en Sarawak, con los agricultores y recolectores de caucho chinos y con pueblos indígenas como los Dayak de la costa, los Dayak de tierra, los Malanaus, los Kelabits, los Kayans y los Kedayans.

En Ginebra, el Director de la misión sobre el terreno de cooperativas en Asia de la OIT recomendó la candidatura de Goullart: “Sin ninguna duda, Goullart es fuerte, capaz de tolerar condiciones extremas, de alimentarse de raíces y de beber agua que mataría a cualquiera”, y agregó sin aparente ironía: “En general, creo que vale la pena”.

En el relato de su misión, River of the White Lily1, Peter Goullart recuerda que su mandato “implicaba viajar a lugares remotos para identificar las posibilidades de abrir tiendas donde las personas pudiesen comprar productos a un precio justo. Dado que las personas serían las propietarias de estas tiendas… era esencial obtener el respaldo de la comunidad. Además era de esperar que más adelante estas tiendas ofreciesen salidas comerciales para la producción de sus miembros, sobre todo de caucho y pimienta”.

Al parecer Peter Goullart comprendió muy pronto que su misión no era precisamente lo que los sistemas administrativos estaban acostumbrados a tratar. Antes de viajar a Kuching, tuvo que escribir a Ginebra, para justificar su solicitud de un botiquín de medicinas de un tamaño inusual: “Tengo que viajar con mucha frecuencia, navegando los ríos y los riachuelos en pequeñas canoas a través de la jungla, o a pie abriéndome camino a través de kilómetros de jungla pantanosa, sobre troncos (batangs) o tablas en equilibrio precario, dormir en barracas de los agricultores en la jungla, algunas veces sin más nada que beber que agua estancada, a la merced de los insectos”.

Pero no todo era fuera de lo común. Incluso en la jungla de Sarawak, no había escapatoria a las tareas administrativas. Cuando Peter Goullart preparaba sus maletas para viajar al interior del país, llevaba “las herramientas de nuestro oficio: copias de las normas y estatutos de las cooperativas, gran cantidad de lápices y papel en blanco”.

En total Peter Goullart llevó a cabo nueve misiones para la OIT, trabajo en Birmania (hoy día Myanmar), India, Malasia y Pakistán. Sin embargo, la misión de un año en Sarawak, parece haber sido una de las más difíciles, así como una de las más gratificantes y pintorescas. La mayoría de las personas que encontró eran simpáticas y la comida sorprendentemente buena (aunque les enseñó algunas recetas francesas, para variar el menú).

En su primer viaje al interior, después de pasar una noche en un ferry con “linternas, patas de cerdo y pescado maloliente que se balanceaban”, utilizó las normas, principios y sistemas elaborados por la OIT y logró convencer a más de 45 granjeros chinos a abrir la tienda cooperativa Hill of the Cassia Orchid, Junto a la cooperativa River of the White Lily, esta sociedad se convirtió en uno de los ejemplos de Goullart para persuadir a otras comunidades a participar y a recibir formación en gestión de cooperativas.

Sin embargo, los informes de su misión también registran muchas complicaciones, algunas de las cuales todavía constituyen un problema para las operaciones sobre el terreno hoy día, incluida la guerra de los precios entre las cooperativas y las tiendas tradicionales, las rivalidades por las tierras y entre las tribus, el bajo nivel de instrucción, y un “completo desorden en la contabilidad… locales de almacenamiento decadentes”. Otros obstáculos eran más pertinentes a la época y el lugar. “Los miembros de la sociedad [cooperativa] son víctimas de asaltos, agresiones e incluso a veces son apuñalados por parte de pandillas”.

Las condiciones de trabajo también eran difíciles a nivel personal para el experto que era corpulento, llevaba gafas y fumaba puros. Llegar a una aldea podía implicar 14 días de viaje. Se necesitaba hacer malabares entre más de un centenar de lenguas diferentes. Por lo general, las reuniones se llevaban a cabo en la noche, algunas veces hasta el amanecer. Los comerciantes y los intermediarios presentes a veces se mostraban hostiles hacia la competición que podía representar la cooperativa, y algunas reuniones terminaban en riñas, alimentadas por la cerveza local que – según sus memorias – corría a raudales en todas las circunstancias.

Cerca de Binatang, durante un banquete con los miembros de la cooperativa, pidió vinagre, pero, por error, le sirvieron ácido clorhídrico (utilizado en la fabricación del caucho). Esa noche, durmió en casa de una familia donde el más joven de los hijos, según Peter Goullart, poseía capacidades psíquicas y tendencias a la piromanía – lo que resultaba peligroso en una casa de madera. Aunque sobrevivió a esa noche, fue menos afortunado en el río Sangkong donde ignoró el consejo de los Dayaks de la costa, según los cuales el canto de un pájaro particular anunciaba una catástrofe, poco después, el barco se encalló en un banco de arena.

Goullart logró crear cooperativas dentro de las comunidades indígenas pero esto provocó dificultades inesperadas.

Se aprobó la creación de la primera cooperativa con los Dayaks de la costa en una casa comunal a orillas del río Julau. Después de haber tenido que enfrentar arañas venenosas, perros, gallos de pelea y tortugas indiscretas, y de haber trabajado con el nuevo comité hasta casi las cinco de la mañana, Peter Goullart se alarmó al ver una gran caja de bambú – en apariencia llena de nueces de coco – suspendida sobre su cama. Preocupado porque insectos nocivos pudiesen caer sobre él mientras dormía, se quejó con su huésped Dayak de la costa. “Él sonrío y dijo, con un poco de orgullo: No son nueces de coco. Son cráneos del enemigo de la última Guerra Mundial”. A pesar de esto, Peter Goullart durmió allí.

A lo largo de su carrera, Peter Goullart contribuyó a crear y ofreció sus consejos a docenas de cooperativas, en Sarawak, Myanmar, India y Pakistán. Hoy día, las cooperativas siguen siendo una parte importante del trabajo de la OIT, las cuales se estima proporcionen al menos 279 millones de empleos en el mundo.