Necesitamos cambiar la mente y el comportamiento de los hogares que emplean a trabajadoras domésticas

Desde la sede central de la OIT, en Ginebra, Claire Hobden coordina la estrategia de organización sobre trabajo decente para las trabajadoras domésticas. Durante su última visita a la Argentina, destacó que, para 2030, alrededor de 2.300 millones de personas necesitarán servicios de cuidado.

Fecha de la publicación: 4 de abril de 2019 |

¿Cómo es la situación global del trabajo doméstico?
CH: En el mundo hay 70 millones de trabajadores domésticos: entre un 70% y un 80% del total son mujeres. El 75% del trabajo doméstico es informal. Es una forma de empleo informal muy vulnerable porque es un trabajo que se hace dentro de una casa privada y se sufre mucho de la violencia y el acoso sexual y todo tipo de acoso. También representa el 2% del trabajo mundial y el 3% del trabajo de las mujeres.

¿Cómo se reproduce la informalidad en el sector del cuidado?
CH: Hay muchas necesidades de cuidado en todo el mundo y la mayoría de estas tareas las hacen las mujeres de forma no remunerada y esto tiene impacto en la calidad del empleo para las personas que tienen responsabilidades familiares. Para aquellas mujeres que se encuentran en este grupo, generalmente, tienen condiciones de trabajo más difíciles: trabajan pocas horas porque todavía tienen que hacer sus tareas domésticas, tienen una tasa de informalidad muy alta y las que tienen niños menores a seis años es aún más difícil conseguir un empleo de calidad. Además hay que considerar qué impacto tiene esto sobre los trabajadores del cuidado remunerado. Dado que hay muchas personas que tienen que trabajar pero que también tienen a su cargo familiares, a veces necesitan contratar a alguien para que cuide a los niños o a personas mayores. Entonces hay un mercado de trabajo remunerado pero también trabajan en condiciones muy difíciles.

¿Cómo trabaja la OIT para aumentar la formalización del sector?
CH: En la OIT tratamos de formalizar al sector doméstico utilizando varias metodologías. La primera, basándonos en los derechos laborales. Solo el 10% tienen los mismos derechos que el resto de los trabajadores. Segundo, tratamos de aumentar el número de trabajadores domésticos registrados en la seguridad social. En algunos países hay un 90% que no está registrado y por eso es un tema muy importante y la OIT trabaja con el gobierno y los sindicatos y organizaciones patronales para aumentar ese registro. Por último, cambiar las normas sociales en el sector. La mayoría de las condiciones de informalidad tienen raíz en que las personas no ven al trabajo doméstico como un verdadero trabajo. Necesitamos cambiar la mente y el comportamiento de los hogares que emplean a trabajadoras domésticas.

¿Qué acciones específicas llevaron adelante desde OIT?
CH: Lo que hacemos en la OIT es desarrollar herramientas que puedan ayudar a los hogares que quieren contratar a trabajadoras domésticas, como por ejemplo las guías para empleadores y trabajadores, o contratos tipo que pueden ayudar a implementar los derechos que están en la ley. Tratamos de desarrollar nuevas estrategias para fomentar el cumplimiento de la ley. Por eso, empezamos a trabajar con una nueva metodología que es el uso de las ciencias del comportamiento para aplicarlas a la política pública en el sector doméstico. Lo hacemos porque es una manera de cambiar las conductas sociales, sin cambiar las leyes que ya existen en nuestros países.

¿Podrías describir algunas acciones concretas que se hayan llevado adelante en Argentina?
CH: En el caso de la Argentina lo que hicimos fue desarrollar un proyecto para aumentar el número de trabajadoras domésticas registradas en la seguridad social. Para eso utilizamos cartas que escribimos utilizando conocimientos basados en las ciencias del comportamiento para pedir a los empleadores que registren sus trabajadoras domésticas. Los resultados fueron positivos. Vimos un cambio positivo y también estadísticamente significativo: un aumento en el porcentaje de hogares que registraron a sus trabajadoras.