Relevamiento en todo el país

Un estudio de la OIT indaga en cómo se organiza el trabajo de cuidados en Argentina

Entre los hogares encuestados con niños, niñas y adolescentes menores de 16 años, solo un tercio externaliza al menos parcialmente las tareas de cuidado, de acuerdo con un nuevo estudio que relevó 4 300 casos. La asimetría en la distribución de cuidados es un elemento central de la desigualdad de género.

Comunicado de prensa | 25 de agosto de 2021

(Buenos Aires, OIT Argentina) – Representantes de gobierno nacionales y provinciales, referentes de mesas de cuidado de primera infancia, de la academia y de organizaciones de empleadores y sindicatos participaron en un taller de validación, organizado por la Oficina de País de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en Argentina, para presentar una nueva investigación sobre la organización de los cuidados en los hogares de todas las regiones del país. 

El estudio cuantitativo Factores sociales que influyen en la demanda de cuidado, que implicó un relevamiento en más de 4 300 hogares de Argentina –mediante encuestas en línea, telefónicas y presenciales entre diciembre de 2020 y marzo de 2021, se realizó en el marco del Programa Conjunto de ODS “Primera infancia y Sistema Integral de Cuidados” y el proyecto “MPTF Recuperación COVID-19: Autonomía económica de mujeres y cuidado de personas mayores y con discapacidad”. 

“El mundo vive hoy una crisis de cuidados”, dijo Yukiko Arai, directora de la OIT Argentina. “Mientras la parte envejecida de la población tiene necesidades crecientes de cuidado, hay menos disponibilidad de las personas para cuidar”, explicó.  

Se estima que la fuerza de trabajo mundial dedicada a la prestación de cuidados remunerados está compuesta por un total de 249 millones de mujeres y 132 millones de varones, concentrando casi un quinto (19,3 por ciento) del empleo femenino global. Si bien este conjunto de trabajadores y trabajadoras es muy heterogéneo, a menudo estos trabajos son infravalorados y mal remunerados.

“La asimetría en la distribución del trabajo de cuidado es uno de los elementos centrales de la desigualdad de género y constituye un obstáculo para la inserción plena de las mujeres en el mercado de trabajo, ya que trasciende el ámbito doméstico, se propaga y replica en las esferas sociales, económicas, culturales y políticas”, explicó la directora de la OIT Argentina. En esa línea, la funcionaria destacó que el quinto Objetivo de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030 de las Naciones Unidas llama a lograr la igualdad de género y empoderar a todas las mujeres y niñas.  

Principales hallazgos 

El estudio fue elaborado por la consultora Magalí Brosio, con supervisión técnica por parte de la OIT a cargo de Elva López Mourelo, Nicolás Eugenio Mera y Magalí Yance. Asimismo, la consultora Intervalar, Epyca Consultores, Tejiendo El Barrio y Economía Femini(s)ta participaron en el relevamiento de datos. 

La investigación se propuso indagar sobre la organización del cuidado al interior de los hogares, en qué medida involucran a actores externos y cómo estos arreglos varían de acuerdo a la naturaleza de las necesidades, la ubicación geográfica y el nivel socioeconómico, entre otras variables.  

Los datos muestran que el cuidado en Argentina sigue están altamente familiarizado pero con una creciente demanda de servicios para externalizarlo. Poco más de un tercio de los hogares con personas menores de 16 años externaliza al menos parcialmente las tareas de cuidado. En cambio, solo 36,8 por ciento apela a alternativas como contratación de personal o asistencia institucional.  

En las regiones del NOA y el NEA, un quinto de los hogares encuestados recurre a instituciones o personas externas a la familia para cubrir las necesidades de cuidado, mientras que el porcentaje prácticamente se duplica en el Gran Buenos Aires (41 por ciento) y la región de Cuyo (44 por ciento). Algo similar ocurre cuando se desagrega el dato por nivel socioeconómico, en tanto la externalización de las tareas de cuidado es más usual en estratos más altos. Con relación a la responsabilidad sobre las tareas de cuidado, en todas las regiones consideran que el Estado debería ser el principal garante de ese derecho. 

Con respecto al trabajo de cuidado no remunerado al interior del hogar, tanto en hogares con presencia de menores de 16 años como en aquellos con personas mayores que requieren asistencia, el estudio registró importantes diferencias por género. Entre las mujeres de este grupo, casi 6 de cada 10 declararon ser principales responsables de las tareas de cuidado. Entre los varones, el 45 por ciento considera que en su hogar las labores de cuidado se distribuyen de manera equitativa, más de un tercio reconoce que su participación es minoritaria. 

Confianza en las instituciones  

Para la gran mayoría de las personas encuestadas (71,2 por ciento), pertenecientes a distintos estratos socioeconómicos, el Estado es el principal responsable de proveer servicios de cuidado de calidad.  

Un 31 por ciento respondió que no haría uso de las instituciones de cuidado de calidad (guarderías, centros de cuidados médicos o residencias para personas mayores). El principal argumento fue la desconfianza y la creencia de que la familia es la mejor proveedora de cuidados. A su vez, 3 de cada 4 personas encuestadas manifestaron que harían uso de servicios e instituciones de cuidado públicas, identificando como servicios importantes a ofrecer que tengan buen trato y brinden contención psicológica, emocional y afectiva (28,6 por ciento); que realicen actividades educativas, culturales, lúdicas, deportivas o artísticas y que tengan un enfoque pedagógico (27,1 por ciento); y que puedan brindar atención personalizada, con tiempo suficiente y acorde a las necesidades específicas (21,6 por ciento). 

De acuerdo con el estudio, el componente afectivo en torno a los cuidados en una de las características más priorizadas por los hogares encuestados a la hora de contratar personal. De hecho, un 65 por ciento manifestó que era muy importante que la persona se vinculara desde el afecto o brindara contención emocional, mientras que solo un 47 por ciento consideró de alta importancia que tuviera experiencia previa y apenas un 28 por ciento que tenga formación profesional. “Llama la atención que la demanda por la profesionalización se da todavía menos en el trabajo doméstico que en centro de cuidado”, destacaron durante el taller.  

La encuesta también señala que, si pudieran redestinar las horas que ahora dedican a tareas de cuidados, más de 6 de cada 10 personas reasignarían ese tiempo para sí mismas o para descansar, en lugar de utilizarlo para actividades productivas o reproductivas. Este hallazgo se conecta con el concepto de “pobreza de tiempo”, que afecta principalmente a mujeres e impacta negativamente en su salud, bienestar y calidad de vida.